Izquierda Diario.- La soja retenida comenzó a venderse. Los registros para vender al exterior de los productos de soja y su subproducto saltaron más de un 100% este mes en relación a agosto luego de que el Gobierno del Frente de Todos le concedió al agropower un tipo de cambio a $200.

Las patronales agrarias afirmaban que no había soja retenida. Sin embargo, después del anuncio de Sergio Massa de un “dólar soja”, un tipo de cambio diferencial de $200 para este producto por el mes de septiembre, generó que haya un aumento de registros de ventas al exterior del grano para aprovechar este regalo. La medida significó una transferencia de ingresos hacia el agropower de $200.000 millones.

Según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y pesca, en base a la Declaración Jurada de Venta al Exterior, las toneladas registradas de soja aumentaron un 219% entre el 5 al 12 de septiembre en relación a agosto, y en el caso de los subproductos de soja hubo un incremento del 193% en el mismo período. Las grandes agroexportadoras son las que más se beneficiaron con esta medida, también los empresarios agropecuarios dueños de las tierras que vendieron la soja retenida a las exportadoras, mientras ganaron menos los pequeños productores que liquidaron los granos antes para obtener liquidez para la próxima cosecha.

Conocé a las grandes empresas que registraron ventas al exterior entre el 5 al 12 de septiembre:

El comercio exterior está concentrado en pocas manos

Unas pocas empresas privadas dominan el comercio exterior. Un 52% del comercio exterior de la Argentina corresponde al comercio de cereales y oleaginosas con sus derivados, y un 31% es el complejo sojero, según datos del Indec.

Los cuatro grandes son las empresas imperialistas que hace más de un siglo controlan el comercio mundial de granos y tienen gran influencia en los precios de los alimentos. Se trata de Archer Daniels Midland (ADM), Bunge, Cargill, todas estas compañías son de los Estados Unidos, y Louis Dreyfus de Francia. Junto con otras empresas, dominan las cadenas mundiales de valor agroindustriales, estableciendo pautas financieras, productivas y tecnológicas. Algunas de ellas tienen sede fiscal alejadas de sus casas centrales: en paraísos fiscales. Estas compañías son denunciadas en el mundo por el trabajo infantil, la deforestación, y el uso de transgénicos.

Además de los cuatro grandes, también está en nuestro país la empresa china Cofco, que se transformó en la principal empresa exportadora y la suiza Glencore. También están las compañías argentinas Aceite General Deheza (AGD) y Molinos, que también siguen el modelo del agrobusiness. Incluso dentro de las 500 grandes empresas del país, que releva una encuesta de Indec (ENGE para el año 2020, último disponible), las de alimentos, bebidas y tabaco suman 103: 48 son locales y 55 son extranjeras.

El año pasado Cargill fue el principal exportador de granos de Argentina, declarando 15,1 millones de toneladas de granos, legumbres harinas y aceites vegetales (12,9 % del total), según difundió la Bolsa de Comercio de Rosario. El segundo puesto del ranking de exportadores fue para Cofco con 14,4 millones de toneladas (12,3 % del total). China National Cereals, Oil & Foodstuffs (Cofco) es un holding estatal chino, orientado a la compra de granos para la elaboración de alimentos. Esta compañía representa una parte dominante de las importaciones de granos del país. En el tercer puesto del ranking se encuentra Viterra, con su subsidiaria Viterra Argentina, que exportó 14,35 millones de toneladas (12,3 % del total). A fines de 2020, Glencore Agriculture pasó a llamarse Viterra y la empresa subsidiaria local, Oleaginosa Moreno Hermanos, pasó a llamarse Viterra Argentina. Glencore sigue siendo el principal accionista de esta empresa que ahora cambió de nombre. La subsidiaria local, al poseer un 66,7 % de la participación del complejo de Renova y el 100% de las plantas de Moreno, según aclara la Bolsa de Comercio de Rosario.

La privatización del comercio exterior se profundizó desde los 90 y muchas empresas controlan sus propios puertos como Bunge, Cargill, AGD, y otras. Cargill tiene incluso una flota propia.

Una medida elemental para no quedar en manos de los intereses imperialistas y las turbulencias económicas sería quitar el control del comercio exterior a este grupo reducido de empresas.

Un monopolio estatal del comercio exterior, como propone la izquierda, gestionado por los trabajadores permitiría administrar las divisas generadas por las exportaciones en función de las necesidades de una producción al servicio de las mayorías populares y no de las ganancias de unos pocos, que especulan con un tipo de cambio más alto para liquidar. Es importante administrar las importaciones y que se priorice la compra de lo necesario para el funcionamiento productivo y la atención de las necesidades de la población. También es necesaria la estatización de los puertos que en la actualidad están en manos privadas, y la expropiación de los 4.000 grandes propietarios.