DISCIPLINAMIENTO ORDENADO –
Por Claudio Giorno (dirigente Emancipación Sur) –
El hambre que está planificado, es una clara decisión política y se profundiza en Argentina. También se profundiza un modelo productivo extractivista cuyo objetivo es la búsqueda de ganancias para unos pocos a cualquier costo, acompañado por políticas económicas que no tienen en cuenta las consecuencias de pobreza, desigualdad, saqueo y contaminación.
El hambre es una inmoralidad cuando la producción total de bienes y servicios en la Argentina puede garantizar condiciones dignas de vida a toda la población. Un país con 40 millones de habitantes, que tiene capacidad para producir alimentos para 400 millones de personas, el Hambre sigue siendo un Crimen.
La distribución del ingreso que se ha generado en los últimos años, ha deteriorado aún más la situación social de los sectores populares. Mientras que la brecha de los ingresos entre el más rico respecto al más pobre ha escalado considerablemente, evidenciando que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.
El hambre y la pobreza disciplinan a favor de la maximización de las ganancias para cada vez más pocos. Contradictorio o no tanto para un modelo de producción y gestión de recursos, bienes y servicios que busca potenciar un consumo a corto plazo, la economía política deja afuera del “sistema” cada vez más a hermanos y hermanas. El sistema económico vigente no respeta el ciclo de vida de la naturaleza, y se desarrolla de modo contrario al desarrollo sostenible.
Que el hambre sea una decisión política lo explica de alguna manera el incremento de la superficie cultivable que sin embargo no garantiza la soberanía alimentaria, todo lo contrario, aumenta la producción de los llamados “commodities” que quedan principalmente en manos de un puñado de multinacionales Cargill, Dreyfus, ADM y Bunge que las colocan en el mercado internacional de granos. Y esto es a costa de desmontes, expulsión de comunidades campesinas y originarias, destrucción de equilibrios ecológicos, promoviendo el cambio climático, las inundaciones, la sequías y la desertificación de los suelos.
Alimentos de calidad y suficientes para terminar de una vez con el padecimiento del hambre de millones de personas en nuestro país son saqueados por uno de los principales mecanismos de saqueo que en Argentina hoy se profundiza aún más, como es el “Agronegocio”. Se exportan sin ningún tipo de control toneladas de commodities, arrasando con la riqueza del suelo, un bien común NO RENOVABLE. Vía permisos ilegales de pesca se liberan zonas a buques de toda nacionalidad (fundamentalmente de países imperialistas), y aquí los grandes beneficiados cuentan con el aval de toda la corporación política que nos vienen gobernando, y también la judicial, desde hace años lamentablemente.
La seguridad alimentaria es un derecho humano elemental que no puede ser postergado por ninguna razón económica y menos en un país que cuenta con generosa riqueza natural. La alimentación sustentable es básica y prioritaria y un “Derecho Constitucional. No puede ser confundido con una dádiva ni un privilegio”.
Las decisiones políticas sobre el modelo productivo vienen poniendo por encima, y hoy en forma mucho más agresiva, grandes negocios orientados al gran capital concentrado y multinacional por sobre la vida de los Pueblos, contaminando y empobreciendo los suelos que no podrán alimentar a las futuras generaciones, hambreando y despojando a millones de personas.
Quizás es hora de pensar como definitivamente no somos desde los propios sectores populares los que sin querer seguimos siendo funcionales a la continuación de un “modelo” que seguirá potenciando la desigualdad y la pobreza. Quizás sea hora también de revisar atendiendo las urgencias y necesidades, pero dispuestos a transformar un “modelo” que no es de vida sino de muerte.
Es hora entonces, de discutir seriamente y rechazar este “modelo” por completo y debatir con el conjunto de nuestro pueblo el desarrollo de otras formas posibles de convivir y producir.
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