Desalambrar

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EL BARRIO, LA ORGANIZACIÓN Y SU MENSAJE –

Celia habita el barrio La Porteña, lugar en la que trabaja sin demandar respuesta a los gobiernos sin dejar de comprender los derechos negados por el poder. Percibe el asistencialismo prebendario y comprende de qué trata la pobreza profunda en uso constante de la dirigencia nueva y vieja.

Celia habla con sentido público y comunitario. No pretende ser entendida pero si poder ser escuchada: «Hace cuatro años que es un barrio (La Porteña) que está en urbanización, donde los vecinos no tienen recolección de residuos, un sistema de luz pésimo. Hay un basural inmenso donde no hay recolección de residuos».

¿Andan los carreros?

Si, andan los carreros. En realidad todo eso son focos infecciosos, dengue en el verano, todo tipo de roedores que puedas imaginar, eso es lo que enfrenta el barrio día a día.

El diagnóstico lo tienen porque viven ahí, es decir, no pasa el camión

Sí, no pasa el camión, la basura se acumula, si no la prendés fuego la tenés que tirar al basural. De vez en cuando viene el Municipio y la retira, pero es algo que no va a terminar nunca porque son un montón de familias viviendo sin recolección.

¿Está la intención de reclamar al  Municipio o ya no?

Ya no.

¿Por qué?

Porque no tiene sentido, cuando reclamás la luz sos un barrio en urbanización, entonces se ocupa el IDUAR, tenés que llamar al IDUAR y de ahí llaman a que te reconecten. A veces tampoco es un tema justamente del IDUAR o de EDENOR, sino que los transformadores en el invierno revientan solos y hasta que se soluciona pasan 4-5 días que uno no tiene luz. Imagínate que tenemos chicos con discapacidades y que necesitan de la energía eléctrica.

¿Electro dependientes?

Exactamente, entonces nos encontramos en una situación bastante complicada.

AUDIO 1 CELIA

 

Podés escuchar cómo se llega a diciembre, pero la pregunta es cómo llegan a mañana con alguna posibilidad de mejor subsistencia

Hay muchos que están esperando diciembre, ser amigos del pueblo más adelante, pero nosotros vivimos el día a día, el trabajo social en los barrios es duro, el nene que no tiene zapatillas, no tiene guardapolvo, le faltan útiles a principio de año, las copas de leches. Tenemos varios comedores que no están funcionando sino que algunos están dos días a la semana. Si tenemos copas de leche y a esta altura del año tenés más de 60 chicos tomando la merienda todos los días.

¿Y la solidaridad en un marco de hambre, de pobreza?

Desde que yo arranqué a trabajar con esto, siempre fue con un grupo de vecinos, juntarnos y decir “esto es lo que marca la grieta, nosotros nos tenemos que independizar y ver cómo nos solidarizamos entre nosotros”, necesitamos de nosotros mismos porque no viene de otro lado la ayuda.

¿No viene?

No viene, entre los mismos vecinos nos agrupamos, tener una escuelita de fútbol, empezar a tener a los chicos en contención social, tratar de darles talleres de prevención, estar siempre con ellos no solamente darles la leche, les ponemos un maestro que les de clases de apoyo, tratar de que ese lugar no sea tan exclusivo.

No vamos a la Municipalidad a pedir, no esperamos que vengan, nos vinculamos, pensamos en el futbol, es decir, de abajo encuentran las herramientas que muchas veces las políticas públicas no tienen

Es que la grieta justamente hace eso entre los vecinos, recuperar lo que teníamos, no esperamos.

No esperar del papá Estado.

No esperemos que ellos vengan a darnos una solución, para ellos sería a corto plazo en tiempo de elecciones, para nosotros es un sometimiento, entonces nosotros no subimos arriba de un micro para llenarlo y hacerle el caldo gordo a un político, tenemos la posibilidad de elegir. Nos cuesta más cuando tenés 60 chicos en una cancha y tenes una sola pelota, tenes que hacer una rifa para poder conseguirla. En esto es sencillo, recibimos la ayuda de quienes se acercan desinteresadamente, cuando llegué al barrio había una agrupación que siempre festejaba el día del niño, que siempre estaba en entrega de útiles a los chicos, en el merendero, en una zapatilla o algo, entonces se acercaron y los conocimos porque vivían al lado del merendero de casa. Este año vinieron y nos regalaron los palos de hockey y las tobilleras para los chicos, y son para ellos, desinteresadamente se acercan estos chicos de la agrupación y decís “bueno, gracias, ¿qué me vas a pedir?”- “Nosotros nada, te vimos trabajar acá lo social, nosotros nos sumamos, nos acoplamos”. Ahí salió la conexión con Vicky Luján de decir, gracias por estar porque no nos pedís nada a cambio, podemos participar y hacer actividades sin que nos estén sometiendo.

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Existen las necesidades, son reales, pero vos planteás el concepto de sometimiento como si éste es parte inherente de la ayuda

Pasa que la política social a veces molesta mucho y a veces te excluyen del juego, porque no es que vos no necesitás el material, el bolsón deportivo o que te pongan el comedor en un barrio, si lo necesitás, en estos tiempos es claro que se necesita.

¿Y en la medida que no se alinean no aparece eso que debería ser de entrega natural, independientemente de lo que hacen?

Claro, si no te alineas no aparecen muchas ofertas, vos tenés que ir a buscar el partido y si no te acercás no vas a estar en esa repartición de beneficios, pero a nosotros en el barrio no es algo que nos esté preocupando mucho, nosotros vivimos el día a día. Yo necesito un Ibuprofeno a las 2 de la mañana, no al otro día a las 8 y que la salita me diga que no lo tiene o que no entregan la leche que por ahí si tienen y no te la entregan.

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¿Podés hablar de las inseguridades que habitan en La Porteña?

La gente no sabe para donde ir, ese es el tema. Si salgo a las 5 de la mañana me roban. ¿Qué me robás? Tengo un vecino que ya le robaron 3 veces, ¿Cuánto más le van a robar? No se trata de si pasa la policía o no, se trata de suerte, de tener suerte cuando vas a trabajar y eso te pone triste cuando escuchás a una nena de 13 años que dice que no va más a la escuela porque le roban, y que si la madre la acompaña cuando vuelve se queda pensando en la escuela si le paso algo mientras va, esa es la inseguridad que tiene el Barrio La Porteña, de tener ausencia del Estado como muchos barrios de Moreno. Como en la República Argentina pasa, no es solo La Porteña en chiquito, nos pasa a todos, no sabemos cuándo vamos a llegar y eso se pone pesado.

¿Eso duele mucho?

Duele.

¿Duele en el decir “llego o no llego”?

Duele porque cuando uno es referente ellos vienen y te cuentan y no podes hacer nada para solucionarlo, porque aunque tuviera los contactos, si vos llamaras y pasara un patrullero no les solucionás la vida porque los problemas tienen una raíz oscura detrás, y eso es lo que nos preocupa. Si llamo a un patrullero me van a prender fuego la casa, si intervengo me van a hacer tal cosa por vivir en el barrio, entonces eso es lo que preocupa que no protegen al trabajador y al ciudadano tampoco.

En esto de no esperar tanto del Estado y verse en la construcción colectiva y grupal, ¿qué es lo que encontrás de maravilloso?

Que tenemos identidad como barrio, no somos un asentamiento donde pusieron 300-400 familias hacinadas y que se aguanten, tenemos identidad. Los chicos logran a través del playón decir “nosotros luchamos por esto”, de trabajar juntos, hacer un equipo más allá de poner a un equipo jugar en la cancha y hacer deporte, trabajamos en equipo. Cuando empezamos éramos dos o tres, y ahora los papás se suman, entienden que tenemos que trabajar en equipo aunque cueste, que podemos ser impenetrables en el sentido de valores y educación. Tenemos colectividades paraguayas, bolivianas, peruanas y argentinas, y eso se sabe que en muchos barrios es imposible la convivencia y nosotros logramos con los chicos un diálogo como estar mirando el mundial y estar todos con la bandera argentina y ser todos uno solo porque vivimos en la misma tierra. Los valores que nosotros implementamos a los chicos nos hace importantes y nos da identidad como barrio, estamos en el hacer una bandera, elegir el nombre, cómo queremos participar, en qué eventos queremos participar o qué deporte quieren hacer los chicos.

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