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FUENTE LA IZQUIERDA DIARIO –

Un estudio desarrollado por miembros de diversas instituciones médicas y científicas del Reino Unido y los Países bajos concluye que la mayor parte de la financiación de esta vacuna ha sido mediante fondos públicos.

El estudio “¿Quién financió la investigación detrás de la vacuna para el COVID-19 de Oxford-AstraZeneca?» concluye que: “la financiación pública representó entre el 97,1% y el 99,0% de la financiación destinada a la I+D de ChAdOx y de la vacuna Oxford-AstraZeneca. Además, encontramos una grave falta de transparencia en los mecanismos de información sobre la financiación de la investigación”.

Los resultados de la investigación están en todavía etapa de revisión (pre-print)pero fueron adelantados este jueves en el periódico británico The Guardian y se pueden consultar completos aquí.

“La vacuna Oxford-AstraZeneca COVID-19 se basa en casi dos décadas de investigación y desarrollo (I+D) de la tecnología de la vacuna vectorizada por adenovirus de chimpancé (ChAdOx) en la Universidad de Oxford” afirma el estudio. Utilizando diversos métodos de análisis, el estudio ha demostrado que tanto esas investigaciones previas, como las desarrolladas en los últimos meses, han estado financiadas casi en su totalidad por fondos del gobierno británico, fondos europeos y de otros Estados. Menos del 3% ha sido aportado por la industria farmacéutica.

Mientras Boris Johnson había señalado en privado que la rapidez de la vacuna se debió «por el capitalismo, por la codicia», y la industria farmacéutica promovió el mismo mensaje en defensa de la patentes y derechos de propiedad, los investigadores que realizaron el estudio no coinciden. “Nuestro estudio muestra que es todo lo contrario: la inversión pública y la colaboración internacional nos dieron las vacunas Covid-19”, dijo el equipo de investigadores del grupo Universities Allied for Essential Medicines UK mediante un comunicado.

Lo mismo ocurre con otras vacunas para la Covid. En el caso de la vacuna Moderna, ya se conoce que la mayor parte de su financiación corrió a cargo del gobierno de Estados Unidos.

Mientras el mundo atraviesa ya un año de pandemia y países como India o Brasil se encuentran en situaciones de total colapso, la crisis de las vacunas se sigue desarrollando. Demoras en la entrega de vacunas en muchos países de Europa, mientras muchos de los países más pobres del mundo todavía no han empezado la vacunación. Y las grandes empresas farmacéuticas haciendo el negocio del siglo con la producción de vacunas y el control monopólico de las patentes, impidiendo que estas se puedan producir de forma masiva.

La circulación del virus promueve la aparición de nuevas variantes, pero la competencia entre laboratorios y el llamado “nacionalismo de las vacunas” son enormes obstáculos para alcanzar la vacunación a escala planetaria.

Cada vez es mayor la urgencia de liberar las patentes, pero esta iniciativa, exigida por países como Sudáfrica o la India ha sido bloqueada una y otra vez por industria farmacéutica y la mayoría de los gobiernos capitalistas. ¿Con qué argumento? Que si se liberan las patentes se “desincentiva la inversión privada” de las empresas para desarrollar la investigación.

La hipocresía queda ahora completamente al desnudo. El 97% de la financiación de AstraZeneca proviene de fondos públicos, no de la inversión privada. ¿Por qué entonces no se libera esa patente para que se pueda producir en países de América Latina o África, hoy agobiados por una crisis pandémica y la destrucción de sus servicios sanitarios?

Liberar las patentes de forma global e intervenir de forma urgente los laboratorios e instalaciones donde se puedan producir vacunas, así como los instrumentos necesarios para su aplicación, es una cuestión de vida a muerte para millones de personas en todo el planeta. Sus ganancias o nuestras vidas.