En el mes aniversario de los 12 años de la creación de la AUH, dos nuevas leyes vinieron, de alguna manera, a homenajear a aquella iniciativa legislativa que puso a nuestro país en un lugar de vanguardia en materia de protección de derechos de niños, niñas y adolescentes y que sigue siendo un ejemplo a nivel mundial.
Si la AUH ya lleva muchos años de haber dejado demostrado su éxito en términos de mejoras en la alimentación, salud y educación de niños, niñas y adolescentes; es decir, en términos de calidad de vida; las dos nuevas leyes de esta semana son prometedoras en el mismo sentido.
La AUH representa una mejora significativa en términos de equidad, porque fija un piso de acceso a un ingreso, mínimo pero universal, de satisfacción de las necesidades básicas, a pesar de los odios de clase que generó y sigue generando (o precisamente por ello).
Esta semana, las leyes de etiquetado frontal de alimentos y de protección integral a niños, niñas y adolescentes con cáncer, fueron fundamentales en el mismo sentido. Argentina, un país profundamente tramado por las desigualdades, tiene grandes problemas de malnutrición. La desnutrición convive con la obesidad, no sólo en un mismo territorio sino con frecuencia en las mismas personas.
Saber qué comemos y que las empresas (sobre todo las monopólicas) se vean obligadas a exponer la composición de sus productos es un avance en materia de salud alimentaria. Por eso generó también tantos intereses encontrados, tanta resistencia injustificada y se escucharon tantos disparates absurdos.
La ley de protección integral de niños, niñas y adolescentes con cáncer era claramente una deuda de la democracia con los derechos de los más vulnerables y su aprobación unánime nos hace preguntarnos por qué si había tanto acuerdo se tardó tanto en tenerla, aunque seguramente la respuesta tenga que ver con silenciosos intereses mezquinos que, ahora, no pudieron.
Falta mucho por hacer por supuesto, necesitamos conocer (y seguramente mejorar) la calidad de lo que niños, niñas y adolescentes comen en comedores y merenderos, en servicios alimentarios escolares o en organizaciones sociales; resolver cuestiones de acceso efectivo a la AUH cuando la percibe un/a progenitor/a no conviviente y la embarga con créditos volviéndola ilusoria para su titular; garantizar el acceso efectivo de NNyA con cáncer a la totalidad de las prestaciones, con cobertura gratuita total por parte del Estado, las obras sociales y las prepagas; por nombrar sólo algunas cuestiones de las que aún no encuentran soluciones reales en situaciones reales; pero vamos por el camino de la equidad, a pesar de los odios de clase o justamente por ellos…
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