Por Alicia García Tuñón / Fuente: Notas.- Las declaraciones que los funcionarios públicos dan a los medios no son inocentes. Tienen impacto sobre los oyentes o lectores, y mucho más sobre el sector al que pertenece el funcionario.

En declaraciones sobre la vuelta a clases presenciales en TN, el ministro de Educación Nacional, Nicolás Trotta, dijo: “Hemos acordado de manera unánime en las 23 provincias, la ciudad de Buenos Aires y el Estado nacional un proceso de reorganización pedagógica” y la piel se nos erizó. La asociación con el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” de la última dictadura cívico-militar fue inevitable para miles de docentes.

¿Fue un acto fallido? ¿Se le escapó? Hay frases que tienen una carga muy fuerte para la sociedad y pronunciarlas aunque sea en otro contexto, provocan el disgusto y el repudio de mucha gente. ¿Fue una frase inocente o la frase simplemente le surgió por su propia educación?

Nicolás era hijo del represor Eduardo Alfredo Trotta. Su padre nació en 1950 y luego de egresar del Colegio Militar fue enviado a la Escuela de las Américas, cuna del Plan Cóndor y la Doctrina de Seguridad Nacional donde antes estudiaron Videla, Massera, Galtieri y los peores dictadores de América Latina. Actuó en los peores años de la represión y estuvo destacado en el Pozo de Arana. Fue herido en un “operativo”, quedando inmovilizado por lo que fue considerado “héroe de la lucha contra la subversión” por un decreto del propio Videla. Fue enviado por la dictadura a un hospital de rehabilitación de veteranos de guerra en los Estados Unidos, con gastos cubiertos.

Criado en un ambiente militar, de adolescente Trotta, hijo, comenzó a militar en la agrupación nacionalista católica “General San Martín” con hijos de militares y alumnos de colegios católicos. Con solo 21 años, Nicolás integró el fondo de lista de candidatos a diputados nacionales de Cavallo. Fue asesor en la legislatura porteña del bloque cavallista, donde conoció a Víctor Santamaría y al propio Alberto Fernández. También está casado con Cristina Cativa Tolosa, hermana del Teniente Primero Fernando Cativa Tolosa, jefe del Centro clandestino de detención La Cueva, quien falleció durante un operativo el 8 de octubre de 1976 en Mar del Plata.

Cuando se conformó el Gabinete de Alberto Fernández, muchos nombres habían circulado para ocupar el cargo en el Ministerio de Educación, y muchos de ellos eran de mujeres y pedagogas con larga trayectoria en el ámbito educativo, un sector feminizado. A muches nos sorprendió y no gratamente que se eligiera a un abogado, rector de una Universidad privada creada por el Secretario General del SUTERH y del PJ porteño, Víctor Santamaría. Esperábamos otra orientación para la educación del país que salía del neoliberalismo macrista.

Quizás sería hora de que el Presidente Fernández propusiera para el Ministerio a una persona que lleve adelante una educación emancipadora, liberadora y garante de derechos, dentro de los que están los derechos humanos, que promueva la transformación positiva de nuestra sociedad.