JUICIO POR GATILLO FÁCIL –
Por Pabla Luzmia Fava – En la mañana del miércoles 24 de agosto Carlos Abregú y Gloria Páez recibieron a Desalambrar para hablar y contar sobre el juicio que comienza el lunes 29 de agosto en los tribunales de Mercedes.
Con mates y galletitas de por medio nos muestran fotos de su hijo fusilado por las fuerzas represivas. Nos entregan el volante que convoca la actividad. Mientras escuchamos atentamente su necesidad de hablar, contar, comenzamos a leer en voz alta: “El domingo 17 de marzo de 2013, en la zona del dique de Moreno, el agente de la PFA Aníbal Alejandro Manzur-domiciliado en Merlo- secundado por Segovia y Olguín dos cómplices de la misma fuerza represiva, fusiló por la espalda a Emanuel Ojeda y a Carlos Ezequiel Abregú, jóvenes de 17 años de edad, con el arma reglamentaria que le proporciona el Estado. Emanuel falleció en el acto y Carlitos agonizó dos meses y diecisiete días en el hospital de Moreno, hasta que finalmente murió el 3 de junio. Durante diez días posteriores al hecho tuvieron a Carlitos esposado en el hospital, estando inconsciente y en terapia intensiva, con respirador artificial e inducido a coma por su estado crítico. A fuerza de denuncia y reclamo por parte de la incesante lucha de su familia, tuvieron que liberarlo. Queriendo disfrazar la escena, como ya nos tienen acostumbrados, el policía argumentó un supuesto previo robo a mano armada. Sin embargo, los hechos revelan que los jóvenes estaban desarmados y que fueron perseguidos antes de ser fusilados”.
Luego de que los padres de Carlitos dejan de hacer sus tareas domésticas, comenzamos la entrevista que rompe la estructura formal de las escuelas de periodismo, donde se señala que una comunicadora no debe involucrarse con el entrevistado para fortalecer la objetividad periodística y no ejercer la subjetividad, hacemos todo lo contrario y nos involucramos.
Carlos Abregú, es el que comienza en el uso de la palabra: “Estamos esperando con mucha ansiedad el juicio que comienza el lunes 29 de agosto, ansiedad por parte de mi familia y de mis compañeros de lucha de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI). No confío en la justicia, pero también vamos a esperar a ver qué sucede con este individuo (NdR; se refiere al policía Aníbal Alejandro Manzúr), es la única forma en que lo puedo llamar para no ponerles adjetivos, pero repito no confiamos en este sistema pero sí en la fuerza de luchar que es lo que llevó que llegue al banquillo de los acusados preso desde hace dos años y no en libertad como en otros casos de otras familias víctimas de gatillo fácil. Aprendí en no confiar en esta justicia que defiende represores y les permiten que se fuguen, ellos hacen lo que quieren, tienen el poder y hacen lo que tienen ganas y los que sufren somos los que venimos de familias trabajadoras”.
El Tribunal Nª 4 de Mercedes es el encargado de llevar adelante el juicio. Cuenta en su historial sentencias desfavorables para las familias de víctimas de gatillo fácil, fuga de los policías sentenciados y una reciente prisión perpetua a un agente de las fuerzas represiva del Estado. Carlos no duda en remarcar lo que le pasa por su cabeza en estos días previos: “La familia Casal, compañeros de lucha, le dieron 15 años a otro individuo (NdR: El Sargento de la Policía Federal Néstor González fue sentenciado a 15 años de prisión efectiva por el fusilamiento de Sergio Checho Casal y actualmente está prófugo de la justicia) quien le dijo a los jueces que se sentía descompuesto y el lunes siguiente nos enteramos que estaba prófugo, hoy en día no sabemos dónde está, nada. Por eso la justicia es complicada para quien perdemos un ser querido. En estos días volver a remover todo los que no sucedió es difícil, hablando en criollo estamos para la “mierda”, no tenemos contención de ninguna manera, por eso es importante mostrarnos enteros por nuestros hijos que sufren y perciben lo que nos está pasando”
Observa a la ventana como queriendo encontrar algo que evidentemente no encuentra. Respira profundo y nos mira, esperando la siguiente pregunta que va a enfocada al pedido de un sector de la sociedad que pide y exige más seguridad: “Yo, antes de lo que me pasara con Carlitos, era un ignorante de esa sociedad porque estaba en una esquina e iba a trabajar y los pibes estaban robando y yo mismo pedía más policías para que se corte la delincuencia. Ahora veo que estaba equivocado, porque la policía retroalimenta este sistema perverso y persigue a nuestros pibes. El sistema está hecho para los que tienen riquezas y no para nosotros los pobres”.
Ambos, Gloria y Carlos, nos cuentan lo que sufrieron los días cuando su hijo estuvo internado en el Hospital Mariano y Luciano De la Vega. Describen como los profesionales y trabajadores de la salud pública reproducen la conciencia represora del Estado. Por ese motivo el viernes 26 de agosto se instalarán en la puerta del centro de salud para visualizar lo sucedido en el 2013.
Gloria Páez nos escucha mientras atiende a su pequeño hijo. Vuelve a calentar la pava de agua para seguir compartiendo unos mates y nos dice lo que espera de esta instancia que comienza el próximo lunes: “Lo que espero es que lo condenen a Manzúr y a los dos cómplices. Tiene que salir a la luz la verdad como está saliendo y que hizo que llegue detenido este asesino. Esperemos que los jueces hagan las cosas como corresponden, pero si tengo que ser sincera mucho no creo en esta justicia. Estamos luchando no solo por lo que sucedió a mi hijo sino por todos los chicos de barrio y he aprendido que estas batallas contra la impunidad se ganan en la calle, es decir organizados y apostando a la lucha. Por eso el sábado 27 de agosto vamos a marchar a Plaza de Mayo denunciando que el Estado es responsable de las muertes de nuestros hijos y gritar fuerte Basta de gatillo fácil”.
El hombre, el chico en ese cuerpo gigante, Carlos muestra su dolor al intentar hablar de su hijo. «Carlitos era un pibe bueno y no porque era mi hijo, tenía 17 años, tenía…. ¿Qué te puedo decir? No tengo palabras”. Sin que nada lo anuncie, se queda en silencio y convierte su mirada en un dolor que no puede contener sus lágrimas. Es ahí donde rompemos todos esos manuales (de) formativos de nuestro oficio de informar y comunicar y nos entrelazamos en un abrazo infinito.
Carlitos Abregú es una de los más de 4.700 casos de víctimas de la represión estatal desde el regreso del sistema democrático en 1983. Tenía sueños, de niño le gustaba montar a caballo y de joven cambió la montura por las motos. Era alguien como muchos niños que renegaban a la hora de ir a estudiar a la escuela pero que cumplía con esas reglas pedagógicas y sociales. La familia organizada en CORREPI se prepara para las tres jornadas de juicio en Mercedes. Con fuerte confianza en la fuerza de romper lo individual que impone el sistema y construir conciencia colectiva.
Luego de la entrevista algo quedó claro, para Carlos y Gloria, la lucha continúa más allá de esta instancia judicial
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