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Jenifer Lizarraga de 19 años recibió dos disparos de escopeta con munición de plomo, ahora permanece internada. Raúl de 61 años sufrió una golpiza y hoy apenas puede caminar, su hija corrió la misma suerte al tratar de defenderlo, ambos llevan adelante un comedor pegado al predio. El desalojo del viernes pasado en Ciudad Evita dejó una decena de historias como esta y una vez más, cientos de familias en la calle. La historia de Jenifer quizás sea el destino que les espera a las miles de familias que ocupan tierras si prospera la vía represiva para resolver la crisis habitacional agravada por la pandemia. Por Federico Hauscarriaga para ANRed.

Jenifer recibió dos escopetazos con munición de fuego y a corta distancia cuando fue a recoger las chapas y maderas que había comprado para levantar su casilla en el predio ocupado en el barrio 22 de enero en Cuidad Evita. Uno de los impactos le dio de lleno en la cara, tres perdigones se le incrustaron en el rostro, uno en el ojo y están observando si tiene un disparo en la cabeza. Hoy está internada en el Hospital Santa Lucía a punto de ser intervenida quirúrgicamente por segunda vez; los médicos van a tratar que no pierda la visión en uno de sus ojos, pero tiene otros 40 impactos en el cuerpo, por lo que será trasladada a otro hospital para extraerle las municiones.

Jeni, como le dicen sus amigos, tiene 19 años y tres hijos, su pareja trabaja desde hace años en un aserradero, por supuesto en negro, con un sueldo que apenas alcanza para vivir. Cuando no llegan a fin de mes, los dos salen con el carro a buscar la moneda. Pero la pandemia redujo las horas de trabajo y las posibilidades de juntar de la calle lo que hace imposible mantener el pago del alquiler y vieron en la toma de tierras la oportunidad desesperada para poder construir la casa propia. “Estábamos alquilando y ya no nos daba más la plata para pagar y decidimos con mi marido tomar terreno y llevamos chapa y tirantes. La policía empezó a reprimir y cuando trataba de sacar las chapas me dio de lleno el disparo y me caí . Me trajeron de urgencia al hospital 21 en un remis, me pude sacar un perdigón que tenía en el cachete con los dientes en el viaje. Ayer me operaron, hoy me operan otra vez. Espero que dios me ayude y pueda salir adelante”, relató Jenifer, en un audio para ANRed desde la internación. “Me pegaron con 45 perdigones, ayer me cosieron el ojo. Tengo un perdigón en la cabeza. Yo fui a buscar un terreno para mi casita. Me dispararon y después me pegaban mientras yo vomitaba sangre. Ellos filmaban y se reían”.

“Jeni volvió para retirar sus cosas, algunas chapas y maderas que había comprado, y de cerca le tiraron un escopetazo y cuando estaba en el piso le pegaron muy fuerte. Y ahí le tiraron otro escopetazo y quedó muy ensangrentada. Ahora está internada y estamos esperando que vuelva. Hablé con la madre y me dijeron que se quiso quitar la vida, le desfiguraron la cara”, relató en dialogó con ANRed, Raúl que lleva adelante el comedor San Cayetano que está pegado al predio. Él hoy apenas puede caminar de la golpiza que recibió durante el desalojo.