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Izquierda Diario.- La suba del dólar «blue» y la presión devaluatoria de los especuladores fue tratada desde el gobierno como parte de una interna que se arregla con una foto sonriente entre Massa y el presidente. La segunda foto, «unidad» con Kicillof. Mientras, la vocera oficial Cerruti aconseja «buscar precios» frente a la inflación descontrolada que afecta a los sectores populares. Gestos de debilidad frente al plan de ataques de la burguesía, y continuidad del ajuste en curso.

La foto de Alberto Fernández sonriendo con Sergio Massa, reunidos en el parque de la Quinta de Olivos, fue la movida de manual para mostrar el apoyo que sigue teniendo el ministro de Economía por parte del presidente. La salida de Antonio Aracre como jefe de Asesores el martes pasado, quien supuestamente fuera el responsable de que se rumoree una futura devaluación y/o recambio en la cartera de Economía, lo que generó la presión a subir el dólar blue por los especuladores de siempre, resultó insuficiente.

El dólar blue tocó los 440 pesos y cerró en $433 este jueves, luego de que además el miércoles las patronales exportadoras agrarias decidieran boicotear el “dólar soja” de Massa. El gobierno preocupado ensayó gestos para intentar “calmar a los mercados” y contener la fuga de apoyo de votantes, y sólo logra quedar más expuesta su propia debilidad en la frágil situación económica y social.

Si la foto logra “calmar” la especulación con el dólar habrá que ver, pero nuevamente el gesto es para los especuladores y patronales, y ninguno para los sectores populares. La falta de cualquier anuncio que tienda a empezar a solucionar los problemas de pobreza, empleo precario, y los salarios por el piso. Cuál es la gracia, no se explica, haciendo que la imagen quede más que impostada. El plan continúa siendo aplicar la receta del FMI que es la base para la escasez de reservas en dólares, alta inflación, y recorte del gasto público, o sea, más ajuste.

A continuación, el siguiente acto de Alberto fue junto a Axel Kicillof en Ensenada. Con motivo del llamado a licitación del Canal Magdalena, el presidente aprovechó la ocasión para realizar un mensaje de “unidad” para que “la derecha no vuelva a gobernar”. “Que haya todo el barullo que tenga que haber, pero tenemos que estar más unidos que nunca” expresó Alberto para amortiguar las divisiones internas del Frente de Todos, luego de que ayer Wado de Pedro dijera que aún hay en el gobierno nacional funcionarios que no funcionan.

En medio de la interna del oficialismo, el Partido Justicialista nacional se reunirá mañana para fijar la fecha del próximo congreso partidario para comenzar a definir la estrategia electoral y las reglas de participación de cara a unas eventuales elecciones primarias abiertas (PASO).

Mientras, su vocera Gabriela Cerrutti, subía a Twitter un video -en modo influencer– intentando empatizar con los que se preocupan por la inflación, con frases destacadas como “comprendemos cómo te sentís” y “a muchos nos pasa obviamente lo mismo que te pasa a vos”. La intención de dar una explicación porque “esto va a cambiar” y “estar mejor” utilizando el mismo discurso vetusto de responsabilizar a la pandemia, a la guerra en Ucrania, y ahora a la sequía, donde la solución sería que cada uno vaya “buscando precios” a la hora de comprar comida, ya resulta indignante, por lo menos. Cómo va a cambiar y cómo vamos a estar mejor, te la debo.

Dejamos a criterio del lector qué imagen del día le resulta más falsa, o como dice el meme inolvidable de Mirtha Legrand cuando una vidente opina: “Deje de actuar, nadie le cree”.

La situación es aprovechada mientras tanto por Juntos por el Cambio, y los libertarios para seguir agitando una salida más ajustadora, sea devaluando, dolarizando, reformando y quitando derechos laborales, más o menos rápido dependiendo de la estrategia electoral del postulante: Larreta, Bullrich, Milei. Música para los oídos de los empresarios en el Llao Llao.

El país es una olla a presión donde los gestos del presidente Alberto Fernández, y todo el gobierno del Frente de Todos, cada vez quedan más a destiempo y casi de forma decadente. Confirman que no hay un plan económico que no sea seguir el ajuste viajando constantemente a rogar la supuesta “ayuda” del FMI, y esperando que no estalle la corrida cambiaria de un lado, ni “la calle” contenida por la tregua de las grandes centrales sindicales que dejan correr la pérdida salarial de los trabajadores.