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Hacía tres escasos años se había inaugurado la estación Moreno del ferrocarril. 

El domingo 2 de febrero de 1863 se llevó a cabo la colocación y bendición de la piedra fundamental de la iglesia Nuestra Señora del Rosario, hoy Catedral, el solemne acto culminó en un escándalo.  

A las 12 del mediodía dio comienzo la ceremonia de colocación de la piedra fundamental, señalando de este modo el comienzo de la obra. 

El acto fue presidido por el gobernador Mariano Saavedra, quien concurrió acompañado por el ministro de gobierno Mariano Acosta, entre los invitados se encontraba un selecto grupo de invitados llegados en tren, numeroso público, también estaban presentes los integrantes de la comisión encargada de recaudar fondos para la construcción del templo, la que estaba presidida por Santiago Alcorta. 

La ceremonia de bendición estuvo a cargo del sacerdote José Alcorta

Para el importante festejo el pequeño pueblo de Moreno se había engalanado y ofrecía un aspecto pintoresco, la calle desde la estación hasta el terreno que ocuparía la iglesia, una cuadra, estaba adornada con flores, dos arcos florales atravesaban la misma y una alfombra de hinojos impedía que los carruajes levantaran polvareda a la vez que perfumaban el ambiente. 

Finalizados los discursos, llegó el momento de los cohetes y bombas y hasta un globo se elevó hacia el cielo, en tanto que la banda de música del Tercer Regimiento de Guardias Nacionales hacía sonar sus acordes, más tarde la concurrencia se dirigió al salón de la estación para hacer los honores a una muy bien servida mesa de platos fríos, donde se repitieron los brindis.

A las 16,30 horas se dio por terminada la fiesta y los trenes partieron llevando a los invitados. 

Todo había salido dentro del marco previsto, sin embargo, algo habría de ocurrir. 

Sin conocerse la causa, con evidentes signos de ebriedad y a los gritos, el oficial Zenón Listas desenvainó su sable en forma amenazadora, frente a esto, el sargento a cargo de un pelotón de policías y responsable de cuidar el orden, le ordenó que guardara el arma, a lo que Listas se negó. Con la intención que obedeciera intervino un policía, también sable en mano y ambos se trabaron en un choque de gritos e insultos. 

Un grupo de curiosos rodeó al policía e intentó desarmarlo, precisamente a quien debía imponer el orden.  

La llegada del alcalde del cuartel, Ramón Bravo, impuso la cordura hizo retirar al oficial alcoholizado y al policía y contuvo y disolvió al grupo de personas. 

Todo se mantuvo en calma, también el oficial Simón Listas, hasta el momento de la partida, y ya desde el tren en marcha se dedicó a gritar insultos a los habitantes de Moreno y a los policías. 

Así llegó a su fin, el primero de los actos oficiales en Moreno.