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Por Ema Alderete /

Este mundo duele.

Duele porque los niñ@s NO son escuchados.

Duele porque ante las denuncias, lo primero que se intenta es cuidar a los adultos.

Duele porque los pibxs exponen la violencia que viven (de acuerdo a su edad) de alguna manera: con palabras, con conductas, con síntomas que son una luz de alarma. Pero muchas veces (la mayoría) no son escuchados, porque eso representa involucrarse, trabajar más y confrontar con familias y organismos públicos. Representa a su vez, hacernos cargo como adultos que NO los estamos cuidando.

Los pibxs no son escuchados porque EXPONEN a los adultos, y los ADULTOS no quieren SER RESPONSABLES.

Duele porque las INFANCIAS padecen cada una de las violencias sistemáticas y no hay, no existen, o bien no saben cómo denunciarlo.

Duele porque 7 de cada 10 pibes es pobre en el Conurbano y nadie se indigna con eso. Con todo lo que representa no tener para comer todos los días.

¿Cuándo los niños dejaron de estar en primer plano?

¿En serio las cúpulas institucionales y sindicales creen que el camino es confrontar a padres y madres con docentes?

Cuando la Dirección General de Escuelas y los gremios pongan como EJE PRINICIPAL los niños, niñas y adolescentes comenzará a cambiar el sistema educativo. Mientras tanto expone como lo único que les importa es cuidar los espacios de poder que cada uno ocupa.

Esto también demuestra la gestión de la pandemia en las instituciones escolares. Los parches y la falta de una mirada integral para re vincular a esos chic@s que todavía no volvieron. La idea de parte de la DGCyE es hacer como que hacen, para no hacer nada. Los inspectores están ahí, siempre para exigir, pero cuando aparecen estos conflictos los responsables son los docentes o bien las familias.

Este mundo duele porque nadie quiere discutir el fondo. La condena es sistemática, y los pibes son las principales víctimas, donde cada uno se mira el ombligo.

Las personas que trabajan en instituciones educativas saben que los niños, niñas y adolescentes son víctimas de violencias en los hogares, no hay cifras exactas, no hay estudios que nos cuenten lo que padecen. Pero por los pasillos, en las aulas, las caritas, los relatos, lo exponen. Los testimonios circulan. ¿Pero por qué no se denuncia masivamente?

Todo está hecho para que NO SE HABLE: Equipos de Orientación sobrepasados de trabajo, falta de espacios interdisciplinarios para abordar los temas con responsabilidad y seriedad, Secretaría de Niñez del Municipio que se conoce muy poco, poder judicial lento y poblaciones atravesadas por todas las violencias.

“Empatía” es una palabra que se usa mucho hoy. ¿Nos ponemos en el lugar de quién?

  • ¿Del niño que se anima hablar? Con todo lo que representa
  • ¿De las familias que se organizan para denunciar?
  • ¿De los docentes que se sienten atacados?
  • ¿De los inspectores que llaman a protestar?
  • ¿De los gremios y sus intereses políticos/ partidarios?

¡LOS NIÑOS PRIMEROS SIEMPRE!

Y los adultos tenemos que actuar como tales, cada uno con la responsabilidad que tiene.