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Por Néstor Pitrola / Prensa Obrera.- Las contradicciones de la pesificación al fondo de los jubilados de Massa y Cristina. Hemos escuchado hasta el cansancio acerca de los “conejos de la galera” del superministro Massa, referidos a los dólares soja, Qatar (ahora el Malbec) y otras maravillas cuyas consecuencias inflacionarias tenemos a la vista. Pero las últimas medidas han sido fracasos a repetición que semejan más a serpientes que a los conejos propios de mago. Todas, incluida la pesificación de los fondos de los jubilados, contaron con el total aval de Cristina Fernández, que es lo que cuenta en el debate político en el movimiento popular.

El zarpazo a los jubilados es un acto delincuencial de privatización de deuda pública a precios de default, de desvalorización del Fondo de Garantía y Sustentabilidad (FGS) de Anses, de aumento del endeudamiento del Estado a tasas astronómicas y de uso de las tenencias de los jubilados para financiar la fuga de capitales abaratando el dólar financiero llamado Contado con Liquidación. Pero en estas líneas nos enfocaremos en sus contradicciones enlazadas al fracaso de medidas anteriores.

Lo dijimos en estas páginas. En el canje de deuda en pesos entraron sólo el 17% de los tenedores privados, le quedaron la friolera de $3,2 billones en bonos de vencimientos supercortos y ya tuvo que elevar la tasa de interés al 123,6% para renovar casi medio billón sólo por algunas semanas. Además de la terrible hipoteca, la tasa contribuye al parate de la economía que ya la banca Morgan estima en una caída del 1,7% del PBI 2023 (Infobae, 24/3). Al cepo a las importaciones y a la sequía, Massa le suma una tasa positiva en relación a la alta inflación instalada.

Este panorama recesivo con previsible caída de la recaudación está en la base del nuevo robo a los jubilados de este siglo XXI que constituye la pesificación por DNU del FGS. Con los pesos resultantes de la venta de los bonos en dólares de jurisdicción local de la Anses y otros organismos públicos, los fondos afectados estarán obligados a comprar bonos del Tesoro, en pesos por supuesto. Lo mismo tendrá que hacer Anses con los bonos de jurisdicción extranjera que directamente se “deslistan”, es decir se sacan de circulación en un canje forzoso, contra los jubilados. El reperfilamiento peronista se hace esta vez no contra los bonistas del mercado, sino contra los jubilados. Se trata en total de u$s13.650 millones, una enormidad teniendo en cuenta que el importe inicial de constitución del FGS en 2006 fue del doble de ese importe, en dólares por supuesto. El total de tenencias en organismos del Estado es de u$s35.000 millones.

Massa y Raverta -la camporista titular de la Anses que avala cada manotazo contra los jubilados desde la suspensión inicial de la movilidad- pretextan en este caso que el FGS “ganará” unos u$s2.000 millones si todo sale bien, sólo que nominados en pesos ajustables por dólar o por CER (inflación), el más favorable a los bonistas. El caramelo para eso es una rebajita del 40% en el precio inicial de venta de los bonos pesificados que le enchufa el Tesoro a la Anses. Aclaremos que el regalito significa que el financiamiento del déficit fiscal que se consigue con la maniobra le cuesta al erario público la inconcebible tasa del 45% en dólares, tasa que no pagan ni siquiera los bonos de países en default. Pero la presentación de la “ganancia” de Anses es una mentira en sus términos: se toman los bonos que se venden a precio de mercado y en cambio los nuevos bonos en pesos se toman a valor nominal, valor que no tendrán. Por eso el decreto obliga a tomar el “valor técnico”. Aquí Vilma Ibarra, de la Secretaría de Legal y Técnica, trabajó para sustanciar la estafa. Además, el 30% de lo recaudado queda en caja de Anses, para mejorar su liquidez según el DNU. Un fuerte importe sometido a desvalorización.

La ganga para la banca y fondos de inversión es que podrán adquirir los bonos en dólares de jurisdicción local al precio de mercado que está en un cuarto de su valor nominal. Así y todo la recepción del “mercado”, dominado por los elegantes y amables banqueros con los que desayunó Massa el día de la medida, recibió el DNU con una caída a repetición de los bonos argentinos que llevaron el riesgo país a 2.500 puntos.

¿Qué significa esto? Lo mismo que la no entrada de los banqueros en el canje de deuda en pesos que señalamos más arriba: la perspectiva de un default o reestructuración de deuda, tarde o temprano. Ellos descuentan que no estarán los dólares al momento del vencimiento de los bonos, que van de 2024 al 2030. Lo mismo que pasó con el canje en pesos. En ese caso no creen que estén los pesos para pagar los vencimientos de los bonos para el año que viene sin desatar una híper y entonces sospechan un reperfilamiento o reestructuración con quita, sea cual sea el gobierno que venga, que tampoco saben exactamente quién será. A este panorama hay que sumar que los bancos internacionales (y el FMI) le abortaron el crédito Repo que vendría después de la recompra de deuda, que, dicho sea de paso, el ministro mago recompró a mayor precio de la que ahora vende. Este es otro conejo que no fue. Y otra serpiente, porque se gastaron preciosos 500 palos verdes de las reservas. Con las reservas netas en u$s1.500 millones (según la Consultora 1816) y las líquidas en negativo, aquella recompra de bonos fue demencial, al punto que mereció la reprobación del propio FMI.

Con todo, hay más contradicciones que emergen de la galera del mago y su (por ahora) mentora Cristina. Históricamente la pesificación apunta a licuar deudas, en este caso el festival de bonos, mediante una devaluación. Resulta que los bonos que se están emitiendo mayoritariamente son los ya famosos “duales”, el referido ajuste doble por dólar o costo de vida. Esto hace que la devaluación tampoco sea una salida, aunque sea algo que todas y todos descuentan que ocurrirá porque al mago las reservan se le van al ritmo de u$s2.000 millones en lo que va del año, volatilizando lo conseguido con el dólar soja. Que Massa no quiera devaluar no significa nada, porque todos los gobiernos que cayeron en megadevaluaciones impuestas por el mercado tampoco querían. Y si llega a fin de año, la crisis de deuda y de reservas se hará sentir con todo en 2024 por los vencimientos de deuda que se van acumulando. Esto si el FMI le sigue flexibilizando las metas al gobierno peronista para evitar un estallido social y político en la inestable América Latina, cuando arrecia una crisis financiera internacional, con caídas de bancos que agravaron todas las condiciones de la guerra imperialista que se libra en territorio ucraniano.

El impacto de la medida contra los jubilados del gobierno peronista está acentuando la indisimulable disconformidad de su base con el ajuste y la entrega al FMI de “Sergio, que trabaja tanto para apagar el incendio”, según Larroque, y que los “salvó el día antes de irse en helicóptero a todos”, según Ferraresi. Pues, parece que puede haber otro día antes, si al candidato nonato de la inflación que empezaría con 3 puntos en abril le siguen saliendo serpientes de la galera. Los trabajadores tenemos que reagruparnos, superar las burocracias sindicales y de los movimientos sociales integradas al gobierno e intervenir en la crisis. Desde los lugares de trabajo, desde la calle, y desde la lucha política con el Frente de Izquierda para que se vayan los políticos capitalistas.