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CUARTA VERSION DE NACE UNA ESTRELLA –

Se ha escrito mucho sobre la última entrega de premios de la Academia de Hollywood. Una vez más no hubo una gran triunfadora sino que salomónicamente se han repartido los galardones entre las películas nominadas. Pero podría considerarse que las dos triunfadoras de la noche fueron «Green Book», que ganara el premio a la mejor película, y “Nace una estrella”, esta última no tanto por los premios sino por la actuación de los protagonistas cantando la canción nominada y que finalmente se llevó dicha presea. También se llevó las miradas del público, de los comentaristas, y de los grandes medios. Ya se sabe que es más rentable económicamente 1 premio que convierta satisfactoriamente en promoción que muchos premios que no despiertan el interés de los medios y el público.  La canción “Shallow” interpretada por Lady Gaga y Bradley Cooper está dando más que dignos dividendos.

Una historia de amor entre Jackson Maine (Bradley Cooper), una estrella de rock-country consagrada con problemas con el alcohol, y Ally (Lady Gaga), una cantante y compositora amateur que no encuentra lugar para iniciar una carrera en la industria de la música. Un encuentro casual en un bar en el que se conocen y en el que descubren un mutuo interés. El talento interpretativo y compositivo de Ally llevan a Jackson a invitarla a cantar una de sus canciones en el concierto del día siguiente. Esto se convierte en el inicio de una historia de amor y también de la carrera musical de Ally que en rápido ascenso conoce el éxito. Su sueño hecho realidad.

Sin embargo la carrera de Jack está sostenida precariamente. La creatividad compositiva que lo abandona a lo que se suma la adicción al alcohol y a las drogas hace prever un próximo y catastrófico final. 

Las actuaciones tanto de Lady Gaga y de Cooper son convincentes y emotivas. Hacen gala de un mutuo entendimiento actoral para encarnar esta historia de amor, eso que en el argot remanido del mainstream se llama “química”. Ellos la tienen.

Bradley Cooper es además el director de la película que con solvencia logra dar un tono intimista y realista con planos cortos y eventuales tomas de cámara en mano. Es un acierto la elección artística de retratar a Jackson con un rostro huidizo, oculto la mayor parte del tiempo detrás de sus pelos desaliñados, sucios o debajo de su sombrero de cowboy. La borrachera permanente delinea la personalidad del personaje que hace sentir su presencia más que por su cara o sus gestos, por su voz expresiva, ronca y sin embargo transparente. La actuación de Lady Gaga retrata de manera convincente a una trabajadora de un restaurant que vive con su padre y sueña ya en sus 30 con una improbable carrera artística. Dos resistentes que están a punto de perder su empecinamiento para seguir intentando, que se encuentran y se seducen para salir adelante.

1.AMOR SOBRE UN ESCENARIO

Los primeros 40 minutos es la historia de amor imparable en arrollador ascenso que va preparando al espectador para la escena en que Jackson y Ally cantan por primera vez juntos en un escenario frente a miles de personas. La película comienza con una breve introducción  de los personajes: el concierto de Jack, el trabajo en el restaurant de Ally, la salida de Jackson del concierto, el encuentro en el bar en el que Ally canta junto a un grupo de artistas Drag Queen. La interpretación de la «Vie en Rose» deslumbra a Jackson, quien visita el camarín para conocer a Ally. La espera para ir a tomar algo juntos. Todo esto Jackson lo hace, como en casi toda la historia, completamente borracho. Como bebedor compulsivo transita su vida de ese modo sin perder el encanto. La desconfianza de Ally, la admiración respetuosa de Jackson. Es un encuentro en el que se conocen, charlan, se seducen. Preludio de una invitación insistente, que incluye limousine, chofer y avión privado (porque Jackson no es ningún tirado), para que Ally lo acompañe al concierto del día siguiente. Esa canción cantada a dúo es al mismo tiempo un rejuvenecimiento de la actuación de Jackson y el trampolín que catapulta a Ally a una fama instantánea.

La adrenalina, la fascinación, la potencia del público masivo, inmenso, total, carga de emoción ese escenario, a esa mujer y a ese hombre que se gustan y se disfrutan cantando. Sin haberse besado viven, sin embargo, el enamoramiento sobre un escenario.

2. LA FASCINACIÓN Y UN MUNDO PARA POCOS

Indudablemente la película explota la fascinación que el estrellato provoca en los simples mortales que viven una vida gris como usted o yo, contando como una chica “común” logra triunfar en el mundo del espectáculo. Cuenta cómo en estos tiempos se construye una estrella desde el anonimato absoluto, a la fama y el reconocimiento mundial.   La necesaria presencia y consejo e intervención del que sabe, Jack, que le abre, a Ally y a nosotros, las puertas de un mundo para pocos, ese mundo para los artistas talentosos, sí, pero principalmente para los que tienen algo para decir y que conectan con un público dispuesto a emocionarse con ese mensaje o con la forma de decirlo. Jack sentencia “todos tienen talento lo importante es tener algo para decir”.  Para Jack tener algo para decir y que el público quiera escuchar, es en definitiva lo que determina el ascenso y el descenso en la escalera del éxito.

Esa relación, y su potencia emotiva, entre la subjetividad del artista y un público necesitado de ídolos fascina hoy más que nunca. Pero esa relación no es solo una idealización de dos vías, entre lo sagrado y lo profano sino que también es un negocio. Y un gran negocio en el que no hay lugar para todos. Quien, por lo que sea, deja de tener “algo para decir”, algo para vender, tiene los días contados arriba de un escenario. Y esto Jack lo sabe; por eso se aferra a Ally que trae aires nuevos a su vida y a su arte que retrasa el inevitable final.

3. ES MEJOR NO ESTAR ATADO A NADA

La fría y calculadora mirada de la industria de la música es vehiculizada por el recién llegado  manager y productor de Ally que gracias a las inversiones a las que éste tiene acceso imprime un impulso que ensancha el producto artístico y el negocio más allá de lo imaginable hace tan solo unos meses. El alcoholismo de Jack es una amenaza para la inversión que pone en riesgo todo lo alcanzado. Es hora de tirar el lastre. Si bien el personaje del manager es ciertamente antipático la película no llega a explicitar una crítica al mundo del espectáculo, el “show business”. Si bien muestra descarnadamente el desapego, que tanto encumbra como destruye artistas que empiezan a ser un estorbo, queda justificado porque en definitiva el show debe continuar. Como el propio Jack dice “no pidas permiso ni te disculpes”Esas son las reglas del juego.

El peso de la responsabilidad cae sobre el alcoholismo de Jack que en definitiva no tiene arreglo. Todos lo entienden así y lo sobrellevan de la mejor manera. Incluso el propio Jack reconoce lo inconveniente de una adicción que arruina el mejor momento de Ally lo que desemboca, luego de algunos intentos fallidos por encontrar soluciones, en el trágico final. La película puede dividirse en tres partes 1) El ascenso de Ally  (por lejos la más atrapante) 2) Una relación de cuidados mutuos y la amable conflictividad. Se establece una nueva configuración en esa relación tripartita (Ally, Jack y el público) en la que el éxito, que ahora parece pesar más para el lado de Ally, desbalancea la relación de sinergia anterior introduciendo una creciente autonomía de Ally y una dependencia cada vez más molesta por parte de Jack 3) El descenso de Jack que cierra la secuencia: una entra, otro sale. 

4. ESTAR EN LA CIMA

La historia que cuenta “Nace una estrella” ciertamente logra cautivar. Viene haciéndolo hace casi 90 años ya que esta es la cuarta versión, sin contar otra, la primera, que tuvo otro título, allá por los inicios de la década del 30 del siglo pasado. Es interesante comparar las versiones protagonizadas por Janet Gaynor y Fredric March (1937), Judy Garland y James Mason (1954), y Barbra Streisand junto a Kris Kristofferson (1976).  En las dos primeras Hollywood se cuenta a sí mismo, mientras que en las dos últimas versiones los protagonistas son estrellas de la música.

Todas ellas fueron películas importantes y parte de la maquinaría cultural del mainstream. No poco de la hegemonía mundial de EEUU se debe a ese complejo industrial cultural enorme e inapelable donde estrellas nacen, brillan y mueren de forma constante.  

Parece ser que esta historia con sus variantes capta cierta esencialidad que atrae. No se trataría tanto de lo que realmente sucede en el ámbito del espectáculo sino que busca resonar en la fantasía y los sueños de un público que alimentan ese mundo de ilusiones en los que el deseo de estar en la cima del éxito y de la fama frente al ojo admirativo del público da sentido a la propia forma de ser del artista.

Es interesante rastrear las similitudes y diferencias entre las películas haciendo un paralelismo con el contexto social y político de la época en las que fueron filmadas.

Solo nos detendremos en ciertas comparaciones relativas a la construcción de la subjetividad. Esta versión de 2018, al igual que la de 1976 incursiona en el mundo de la música pero el escenario y la relación de los dos protagonistas en él son completamente distintos. Mientras que en la versión de 1976 los conciertos del protagonista masculino son un descontrol, en la de 2018 son por el contrario momentos de éxtasis que justifican una vida solitaria derruida por el alcohol. En tanto que en aquélla el público es poco más que una bestia que hay que dominar y que atemoriza a la protagonista femenina, en la de 2018 el público da su fuerza, su deseo, que sí, intimida, pero que posibilita que, sobre el escenario pasen cosas de otro mundo. Entre Kris Kristofersson y su público hay una tensión agresiva, hay exceso, un deseo de control/descontrol destructivo, por el contrario entre Bradley Cooper y el suyo hay acuerdo, hay entendimiento, hay seducción. El personaje de Cooper busca siempre agradar. Los planos en los que Jack y Ally cantan juntos con el público de fondo (que están ausentes en la versión de 1976) buscan generar esa cima en la que dos artistas viven un amor frente a un público que los ama.  El amor como espectáculo es lo que fascina.

5. EL HIPERREALISMO

La epifanía de cantar, tocar con otros a un público emocionado es una experiencia única. Esa experiencia que está reservada a pocos porque esa clase de emociones colectivas que unen lo sagrado y lo profano en singular potencia se vive hoy en día en lugares restringidos. Es lo que mantiene vivo a Jack y lo que hace soñar y desear a Ally.

Pero no solo eso sino que la experiencia que viven y ofrecen los protagonistas es el espectáculo del «amor verdadero”. Jack y Ally son dos almas puras que se aman, honestas, de generosidad sin límite, por eso son tan queribles. Porque siempre recordarán y vivirán para rendir tributo a ese momento de éxtasis inicial, sin envidias, con gran humildad, sin preocupación por lo material, sin fanfarronería, ni abuso de poder, sin megalomanía. Realmente son dos personajes tan raros en el show business, que llegan a tornarse poco creíbles.

6. PERO SOÑAR NO CUESTA TANTO…

Parece ser que para soñar, hoy en día, el amor no alcanza. Debe ser un amor-espectáculo en el que todos seamos testigos emocionados para ser parte también de ese hecho grandioso. Porque el propio cuerpo de los amantes no es suficiente para dotar de realidad al amor. Para que cobre vida ese amor debe poder ser mostrado, compartido, debe poder venderse. La reproducción de la escena en la que Ally y Jack cantan “Shallow” en la película es una ingeniosa manera de monetizar un producto altamente vendible. Ya lo demostraron Cooper y Gaga en la última entrega de los Oscars con tomas calcadas de la película incluidas. No solo cantaban la canción sino que allí mismo interpretaron a Jack y Ally para reproducir afuera de la pantalla lo que había sucedido dentro. Las versiones periodísticas de un posible romance en la vida real y los numerosos conciertos en los que han interpretado el tema dan cuenta de un producto cuidadosamente elaborado y exitoso. Atravesando la pantalla y saltando a la hiperrealidad nace una estrella pero también y principalmente nace un producto.