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Los grandes interrogantes que había traído la pandemia y que cuestionaban profundamente el orden existente fueron dejados de lado en la “conversación pública”. Eso no quiere decir que hayan salido del pensamiento de las personas o del reclamo de las calles. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite los jueves de 22 a 24 h por Radio Con Vos, 89.9. / Izquierda Diario.-

Pasó más de un año de pandemia, si tomamos el 11 de marzo de 2020 como fecha de inicio cuando la Organización Mundial de la Salud la reconoció formalmente como tal. Desde aquel momento hasta hoy, muchas discusiones se abrieron, unos cuántos debates pasaron y otros tantos fueron desapareciendo por un deliberado interés porque haya temas que salgan de la escena pública.

Hace unos días escuché en el programa Otra trama —que conduce Osvaldo Quiroga en la TV Pública— una afirmación muy interesante de Natalia Romé (investigadora, doctora en Ciencias Sociales y licenciada en Ciencias de la Comunicación). Adelantaba una conclusión de una investigación que están realizando en este momento y afirmaba que se había producido un fenómeno singular: casi habían desaparecido del debate público algunas preguntas, interrogantes o cuestionamientos que emergieron en el inicio de la pandemia. Precisamente, las preguntas por las causas, por los orígenes, controversias de fondo provocadas por la irrupción de una situación inédita, un poco catastrófica y de un virus muy dañino que obligó al confinamiento del mundo entero con millones de enfermos y miles de muertos. Le pregunté sobre esa investigación y me dijo que era una conclusión preliminar de un trabajo que incluye el relevamiento portales de noticias, horas de TV, tweets, grupos de Facebook y instagramers y que los resultados definitivos aún no están porque están procesando los datos, pero que había planteado eso como una primera impresión en base a los grupos que coordinó ella.

Pese a que habrá que esperar las conclusiones finales, esa idea de que se borraron de la discusión algunas preguntas y se pasó a hablar de “la gestión de la pandemia” me pareció bastante pertinente.  

¿De qué preguntas hablamos? Bueno, una vez que se descartaron las teorías conspirativas un poco alucinantes, se empezó a hablar de la relación entre la aparición de este virus y las cadenas agroalimentarias (el agronegocio), el hacinamiento en la producción de animales para consumo, la deforestación, el desplazamiento de muchas especies de sus hábitats naturales o la superpoblación. Todas esas prácticas realizadas de manera anárquica y que fueron generadoras y propagadoras de enfermedades infecciosas o pandemias que pasan fácilmente de animales a humanos. Tienen que ver, no con el avance productivo, sino con la forma social guiada exclusivamente por el beneficio sin ninguna contemplación sobre una relación más armónica con la naturaleza. De hecho, la posibilidad de la emergencia de una pandemia ya había sido advertida hacía tiempo por la OMS.  

También, los interrogantes sobre cómo y para quién producía el “Big Pharma”, el poderoso entramado de los grandes laboratorios y por qué habían dejado de invertir en investigaciones sobre vacunas para determinadas enfermedades en detrimento de otras: los más rentables, obviamente.  

Las preguntas o los cuestionamientos sobre cómo estaban los sistemas de salud pública y su degradación, desfinanciamiento, vaciamiento o privatización que producía la paradoja de la existencia de un desarrollo científico y tecnológico de avanzada en muchos lugares, pero la humanidad no está preparada para detener o controlar una epidemia.  

O más en general, el debate sobre quienes producen valor y quienes generan la riqueza que también estuvo en el centro de las reflexiones al inicio de las cuarentenas, cuando los mismos ideólogos que decían que se había robotizado el mundo y que el avance tecnológico se estaba devorando a la clase trabajadora, pedían a gritos que vuelvan a trabajar, que cada vez más ramas se declaren como “esenciales” porque el mundo, sin trabajadores o trabajadoras, simplemente no funcionaba.  

Desconozco si la investigación de la que hablaba toma todos estos elementos, pero lo que es seguro que varios de estos debates fueron marginados de la discusión, para pasar a debatir la cuestión en términos muchos más liberales o “neoliberales”: la “gestión” de la pandemia y la administración de lo que hay, de las cosas tal cual son y centrados en gestionar esencialmente los confinamientos de las poblaciones, los cierres y aperturas porque, bueno, quienes tienen la vacuna se niegan hasta liberar las patentes.  

Son preguntas que hay que tratar de mantener y pelear en el espacio público. Aunque, igualmente, manejar o digitar la “conversación pública”, no es sinónimo de controlar la realidad. Y planteo dos ejemplos que lo demuestran.  

Entre ayer y hoy, varias publicaciones importantes a nivel internacional dieron a conocer los resultados de una encuesta del Centro de Investigaciones Pew —que es un think tank con sede en Washington y que brinda información sobre “tendencias sociales, problemáticas y actitudes en Estados Unidos y el mundo”—. El trabajo asegura que en Estados Unidos, Francia, Alemania y Gran Bretaña, porciones significativas de las poblaciones creen que su sistema económico necesita cambios importantes o una revisión completa. Apenas, unos pocos en los cuatro países dicen que la economía no necesita modificaciones. El deseo de cambio es más fuerte en Francia, donde siete de cada diez creen que el sistema económico de su país necesita transformaciones importantes o una reforma completa. La mitad comparte esta opinión en los Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania. Pocos dicen que el sistema no necesita ningún ajuste (el 3% en Francia al 12% en los Estados Unidos). Son claramente mayoritarios quienes piden reformas importantes o totales del sistema.  

Por otro lado, por más que traten de borrar las preguntas por las causas: en las calles de Bogotá en el contexto de un paro nacional en Colombia, en Santiago de Chile con el retorno de las protestas o, incluso en nuestro país, en Neuquén con los autoconvocados de la salud (pero con el apoyo del pueblo mapuche, petroleros, camioneros); irrumpen nuevas preguntas y, sobre todo, una demanda de otras respuestas para que las consecuencias de la crisis de la pandemia no recaigan sobre las espaldas de los mismos de siempre y se hagan cargo los verdaderos responsables. Que la cuenten como quieran, pero en las cabezas de millones de personas y en la acción de otros tantos crece la demanda de respuestas y que no nos cambien las preguntas.