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El pasado 11 de abril el bloque oficialista de Unión por la Patria, junto a Mayores Contribuyentes, consagró un impuesto a los combustibles vestido de Tasa por Servicios de Protección Ambiental, un 2,5 por ciento por cada litro de nafta, y el 2 por ciento por cada metro cúbico de gas. La imperiosa necesidad de recaudar empujó el instrumento que tuvo una defensa ordinaria: «Los estacioneros no deberían descargar el aumento en los vecinos /as porque los precios en Moreno son más caros que en otros distritos».

Como no hay brigadas populares que controlen los precios (aunque sea para mostrar virtualidad) proveemos de pizarras que ofrecen precios de combustibles, con un 4 por ciento de aumentos (promedio), antes que el gobierno nacional oficialice la suba de mayo.

Tres estaciones de servicio, Axion, Shell e YPF, ejecutaron subas por encima del 2,5 por ciento en naftas, sin alteración en el metro cúbico de GNC. Queda consumada la acción «lógica» de mercado, opuesta a las exaltaciones verborrágicas que despiertan aplausos para el Moreno paralelo. Debería informarse oficialmente si el impuesto al combustible disfrazado de Tasa ya está corriendo a la par del aumentos de las naftas con un destino de Gastos Generales y verde esperanza.

Desde que Javier Milei fue electo presidente el pasado 19 de noviembre, las petroleras avanzaron rápidamente con una recomposición real de sus precios. Solo mirando YPF, el 25 de noviembre ajustó el precio de la nafta Premium un 13%. El 8 de diciembre aplicó otro 26,3% y el 13 de diciembre un 37% más. El 3 de enero subió un 26% y 1 de febrero otro 6,5%, que incluyó una actualización impositiva. Finalmente, en marzo las naftas subieron un 7,5% y el 1 de abril un 4,6%.