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Por Sonia Aiscar, abogada /

Fiel a mis convicciones, voté al único candidato que durante la campaña puso a la niñez y adolescencia en agenda y empatizó con las mujeres. Podemos coincidir en que le faltó lenguaje inclusivo o perspectiva de diversidades, pero eso parece ser más generacional que ideológico.

Lo cierto es que tuvo presentes a niños, niñas y adolescentes para resaltar el derecho a la educación pública, gratuita y de calidad, a ir a la escuela con la “compu” y no con un arma en la mochila, a los espacios de primera infancia… en definitiva, a lo fundamental de los principios que vertebran la Convención de Derechos de NNyA, el derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo, sin el cual ningún otro derecho es posible.

También, decíamos, empatizó con las mujeres: con la necesidad de promover el acceso a la igualdad de oportunidades, en el trabajo, en la salud, en los espacios de cuidado.

Puso su discurso en clave de derechos, en medidas de acción positiva, en darle al Estado la función que debe tener y motorizar políticas públicas de inclusión. Lo señalado precedentemente es importante para distinguirlo del discurso de los otros dos candidatos (ahora juntos) del escenario de tercios. Que también mencionan o aluden en sus discursos a mujeres y NNyA pero lo hacen de las maneras más horrendas posibles.

Tanto uno como otro aluden a la libre portación de armas y cualquier reflexión inteligente permite deducir rápidamente -si se lo propone, por supuesto- quiénes serán los masivos portadores de esa letal “libertad” y quiénes serán sus víctimas.

Por si alguien todavía no lo dedujo, puede acudirse al ejemplo del gran país nórdico, que a diario tiene masacres perpetradas por “loquitos sueltos” con libre portación de armas, donde la mayoría de las víctimas son niños, niñas y adolescentes.

Hay dos “negocios” sucios que nunca -hasta ahora- pudieron ingresar masivamente a la Argentina. Uno es el de la venta de armas y el otro es el tráfico de órganos… y oh! Casualmente, ahora, nos proponen los dos.

Ambos movilizan grandes cantidades de dinero y beneficiarían, por supuesto, a sus mentores.

La venta de órganos en nuestro país no es posible -justamente- porque la ley prevé la donación gratuita; en tanto, el control estatal sobre las intervenciones de trasplante no hace posible la existencia de prácticas privadas no controladas. Sin embargo, en la lógica trastornada, la propuesta es inhumana, pero ni casual ni ingenua.

La violencia social que desataría la libre portación de armas abriría una suerte de “provisión” de órganos de libre disponibilidad en el mercado de quienes tienen capacidad de pago.

Bien sabemos que la mayoría de las víctimas de la violencia social son los jóvenes, los adolescentes y las mujeres, en ese orden. Esos adolescentes y jóvenes son, generalmente, hijos de madres pobres que mueren un poco con ellos cada vez que pierden un hijo.

Pero la propuesta siniestra que -paradójicamente- votan mayoritariamente los adolescentes y jóvenes, no termina allí. Incluye la venta de niños: como “cosas” y cuando uno vende algo no pregunta para qué lo va a usar el comprador (si como hijo propio, como satisfacción de deseos pedófilos o para colocarlo en el mercado de órganos). Esos niños serían, en su imaginario, seguramente, de los sectores más pobres de la sociedad, como si nuestros pibes y pibas no fueran personas sino “repuestos” para las insatisfacciones o desperfectos de los ricos.

Por si a la propuesta le faltaba alguna cuota de brutalidad, la peluquera devenida diputada, dice que va a presentar un proyecto para que los hombres puedan renunciar a la paternidad. La declaración no es ingenua. Sabe que la vota lo más rancio del machirulaje cavernario que, cuando se le reclama la cuota alimentaria que corresponde, declama que la mujer-madre “usa” al NNyA como “rehén de pretensiones económicas”, como si alguien pudiera enriquecerse con su mísero aporte.

Pero si, además, puede renunciarse a la paternidad así, gratuitamente, alguien se garantiza la “provisión” de niños a la deriva, pobres y abandonados para satisfacer adoptantes ilegales, pedófilos o mercado de órganos?.

Por eso al único candidato que mostró empatía, lo votaron (lo votamos) mayoritariamente las mujeres, porque no queremos que nuestros hijos sean la carne de cañón de las armas, de los órganos ni de los padres abandónicos.

Ahora bien… por qué al trastornado lo votan los pibes? Porque les promete una “libertad” disfrazada de impostura que no es otra cosa que lo que Marx enunció hace dos siglos, “la libertad de vender la fuerza de trabajo o integrar el ejército social de reserva”, ergo, quedarse afuera de todo, mirar el festín desde la vidriera o comer de las sobras siendo sus sirvientes. Lo más llamativo es que no promete otra cosa. Dice que va a hacer eso que va a hacer. O qué entendieron cuando habló de flexibilización laboral, arancelamiento de la educación, de la salud, eliminación de la coparticipación, etc.? y cárcel para la protesta social.

Trastornado, nunca idiota. Nada librado al azar, el proyecto cierra por todas sus aristas, con la gente afuera.

Además, trastornados y etílicos propusieron una vez más, bajar la edad de “imputabilidad”. Lo dicen así porque se ve que no tienen nadie que sepa del tema y les explique, primero que no es lo mismo la “imputabilidad” que la “punibilidad”; segundo que el delito de los no punibles es tan irrelevante en términos numéricos que no mueve el amperímetro del problema de la inseguridad y, tercero) que no se puede bajar la edad de punibilidad.

Pero tal es así (que no saben o no quieren saber) que la candidata eliminada del juego electoral articuló sus escasas frases enteras en tratar de convencernos de la necesidad de construir dos cárceles, como solución mágica a todos nuestros problemas, una para pibes y otra para kirchneristas. Y, si alguien reúne ambas condiciones, al alcanzar la mayoría de edad tal vez podría pasar de una a otra sin solución de continuidad…

Luego llora, porque su propuesta etílica no nos pareció lo mejor que escuchamos en la vida, no la supimos valorar y no la votamos.

Ahora bien, volviendo al único candidato que nos convence porque habla en positivo, sin pretensiones de eliminar, vender, proscribir, exterminar, criminalizar ni encarcelar a nadie, sino proponiendo oportunidades, inclusiones y mejoras; digamos que no todo nos convence del todo y es que, con aquellos que promueven la muerte, la grieta – por suerte- nos va a seguir distanciando.