Desalambrar NOTICIAS DE MORENO

Llegaron puntuales al horario previsto. Eran las 18 horas y la calle Uruguay en su intersección con Bartolomé Mitre estaba cortada.

Mariana Leguizamón, la mujer de 29 años que dio a luz a Francesca y luego, en una combinación de mala praxis y abandono de persona tal como lo denuncian sus familiares murió el 1º de diciembre, tomaron lugar frente al ingreso principal.

La convocatoria por las redes sociales alertó a los propietarios de la Clínica que colocaron madera para cubrir el frente vidriado.

El llamado a compartir los mismos desenlaces fue más que importante. Los carteles con nombres, fotos y fechas cobraron altura.

En cada vértice del rectángulo conformado por los que nunca tuvieron justicia caían lágrimas, al tiempo que un abrazo aparecía para sostener el pedido de justicia.

Mariana Leguizamón fue la última víctima que tiene registro público y es quien convocó a un colectivo de hombres, mujeres y niños a gritar ¡ASESINOS!

Una cruz de madera se clavó en el frente. Las pintadas cubrieron la pared principal ante el aplauso cerrado de las más de 300 personas que llegaron a recordar el maltrato institucionalizado, el silencio cómplice, las mentiras de ocasión y la protectora acción judicial.

De hecho todos los testimonios que obtuvimos en la tarde de hoy coinciden al señalar que la Cochería Romano hace el negocio de la muerte; que la Comisaría Moreno 1ª descarta tomar las denuncias y que las fiscalías trabajan en demorar las investigaciones mientras la Clínica Mariano Moreno informa que los profesionales involucrados en hechos fatales ya no pertenecen a la empresa de salud.

Los familiares de las víctimas que murieron en la clínica acordaron trabajar en conjunto y presentar en el Ministerio de Salud de la Provincia y Nación una carpeta con todas las denuncias que se acumulan cada año.

También se escuchó una moción de volver al lugar y reiterar el pedido de cierre de la Clínica Mariano Moreno.

Cerca de las 19:30 horas comenzó la desconcentración. La legítima protesta expone la fuerza de un colectivo que, por las muertes, se reconoce en la calle recordando pérdidas irreparables.

Los vecinos convocados, padres, madres, sobrinos /as, nietos y nietas, abuelos y abuelas, saben que tienen que volver a exigir que la Clínica deja de prestar lo que llaman servicio de salud.

Los que fueron y hablaron, los que lloraron y gritaron, los que tiraron huevos hacia la parte superior de la fachada donde un sujeto se reía.

Todos sin excepción pudieron ver el despliegue de más de 30 policías uniformados de la Bonaerense, la Policía Local y los agentes de civil que registraron toda la actividad.

Justicia, si no hay justicia llega el escrache.