Desalambrar NOTICIAS DE MORENO

Roxana tiene 19 años. El 30 de enero su novio Braian (18 años) le tiró alcohol en el pecho y la prendió fuego con un encendedor. En el hospital diagnosticaron “un 12 por ciento de su cuerpo afectado”. Ella se anima hablar, su voz se quiebra en el relato, pero es fuerte y busca caminos alternativos al miedo que se ejerce mediante gritos, golpes, amenazas: “Me mandó mensaje por Facebook por otra cuenta. La verdad no sé qué hacer porque se presentaba como otra persona pero era él. Me dijo que me cuide. Tengo un poco de miedo. Yo creería que me amenazó”. Desde la Municipalidad de Moreno brindan asistencia psicológica.

¿Esta situación venía hace tiempo?

Si, hace rato, pero no sé si me acostumbré pero eran un poco más leves como una agarrada de cuello y después una disculpa. Yo estuve de novia con él un año y un mes, fue siempre igual pero no tanto como la última vez.

¿Cuándo ocurrió este hecho?

El 30 de enero en Berazategui.

¿Vos te fuiste a vivir con él?

Sí, pero antes de irme de Moreno el 1º de enero le hice una denuncia en la Comisaría de las Catonas por algo medio parecido. Él no me dejaba salir, quería que me quede hablando con él y yo no quería. Después sin querer o queriendo me quemó con el cigarrillo, yo fui y le hice la denuncia porque se había armado un lío con mi cuñado.

¿En la Comisaría qué hicieron con esa denuncia?

De la Comisaria la llevaron al Juzgado, de ahí me llamaron pero estaba en Berezategui. Mi mamá y nadie de mi casa sabía todo lo que me había pasado el día 30.

El relato de Roxana es escalofriante. Describe cómo ese “amor adolescente” se transformó en obsesión, posesión y salvajismo. Ese pibe de 18 años la tuvo cautiva, encerrada en su casa. Ella quería volver a Moreno, huir de Berazategui, pero el “macho” que afirma no soportar el abandono decidió prenderla fuego, como en los tiempos medievales, como a las mujeres valientes consideradas brujas y herejes. La familia como parte de una sociedad patriarcal miró para otro lado, justificó las acciones.

¿Cómo ocurrió el hecho?

Yo me quería ir de la casa, él me cerró la puerta con llave, forcejeamos, me pegó, me empujó, me tiró alcohol y me prendió con un encendedor.

¿Qué te salió hacer cuando pasó esto?

Estaba la puerta cerrada con llave. Yo atiné a correr y a querer tirarme en el piso. Mientras él estaba como duro cuando me prendía fuego.

¿Vos sola te apagaste el fuego?

No, yo no me podía apagar el fuego. No sé cómo fue. Él después me tiró agua, teníamos botellas con agua en la heladera. Creo que me tiró una sábana. Yo recuerdo que sólo gritaba. Él se queda duro cuando me apagó y yo estaba llorando porque sentía que me moría.

¿Después de esto qué pasó? ¿Fueron al hospital? ¿Te quedaste en Berazategui?

Me quedé un tiempo más en Berazategui. Después que me quemó, un primo de él que escuchó los gritos llamó a la ambulancia. Vino la ambulancia a buscarme y me acompañó al Hospital Evita.

¿Volviste a Moreno?

Él me acompañaba a las curaciones, a los hospitales. Me dijo que si yo me curaba me iba a ir a mi casa. Con el miedo que tenía no podía hacer nada, todo decía que si. El miedo que tenía hacía que me quede, entonces estuve un tiempo ahí. Desde el 30 de enero hasta el 9 de febrero en Berazategui cuando me fue a buscar mi mamá.

¿Cómo le avisaste a tu mamá?

Le mandé un mensaje por el Facebook, le dije que los extrañaba, que esperaba pronto verlos, todo a escondidas. A ellos les pareció raro el mensaje, no les dije nada de lo que había pasado.

¿Ahí tu mamá te fue a buscar?

Sí, porque le pareció raro el mensaje.

¿Pudo ingresar a la casa sin inconvenientes?

Él no estaba, la puerta estaba cerrada. Así que mi mamá tuvo que esperar que vaya a buscar la llave a la casa de mi suegro porque son varias casas juntas en el mismo terreno. La puerta de adelante estaba cerrada con un candado.

La familia de Braian ¿sabía lo que estaba sucediendo? ¿Qué hizo?

Nada. Siempre escuchaban las discusiones pero siempre hicieron oídos sordos. Esta vez yo creía que el papá de él me iba ayudar porque le conté lo que había pasado. Cuando él sacó la cortina de la ventana, por los gritos, me vio que estaba prendida fuego. En ese momento pensé que iba ayudar porque me dijo: “vos tenés la decisión de elegir, si querés que le avise a tus padres. Porque no podés vivir así”. Yo no le dije nada, ni sí, ni no pero creí que los iba a llamar. En ese momento sólo pensaba en las quemaduras.

La historia de Roxana es un ejemplo de aquello que desde los ámbitos institucionales denominan como “noviazgos violentos”. La Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM) mediante la campaña “No comamos perdices, derribando mitos para noviazgos sin violencia” expone "conductas que nos advierten que la relación de pareja es desigual y no se basa en el respeto hacia la otra persona sino en un abuso de poder de un@ sobre el otr@".

Algunas de ellas son: “Critica tu forma de vestir y maquillarte. Te obliga a que entregues tu contraseña de Facebook para revisar tus mensajes privados. Sostiene que pasás mucho tiempo con tus amigas. Te toca sin consentimiento o amenaza para mantener relaciones sexuales. Se enoja cuando vas a estudiar o trabajar. Amenaza con suicidarse si lo dejás. Te pellizca, toma del brazo o golpea por "celos".
La historia de Roxana tuvo múltiples hechos violentos que culminaron en daños efectuados por fuego.

En Moreno tenemos antecedentes de noviazgos violentos que terminaron en femicidios. Serena Rodríguez fue asesinada en Trujui en junio de 2014. Con 14 años fue apuñalada por su ex novio. Sus amigas contaron a este medio que había decidido separarse por los celos permanentes, dicen que “él no soportó la decisión”. La obsesión, el maltrato, los celos fueron la antesala del horror.

Las preguntas siempre flotan en estas situaciones ¿Qué sucede con los adultos responsables que ante la violencia miran para otro lado? ¿Cómo deben actuar las instituciones para evitar desenlaces terribles?.
Roxana con sus 19 años se animó hablar, hoy lo puede contar, pero tiene miedo porque su ex novio sigue amenazándola. Es responsabilidad del Estado y los adultos velar por la integridad física y psicológica de una adolescente que ya fue dañada.