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Estas líneas nacen por la necesidad de no doblegarnos ante el maltrato, la humillación y la violencia. Nacen porque alguna vez tenemos que animarnos a pensar que una atención digna es un derecho de todas y todos.

El centro médico ubicado en la calle Moreno 914 de la localidad de General Rodríguez con instalaciones pequeñas ofrece servicios de diagnóstico médico y medicina laboral. IPROT somete a los pacientes a una sala de espera con nula ventilación y un aire a 29 grados. Este es otro ejemplo de cómo los ciudadanos somos rehenes de quienes dicen cuidarnos. ¿Quién contrala a los espacios privados de salud? ¿Quién les pone un límite a los empresarios?

Los testimonios y reclamos deben existir, circulan por las redes, pero están silenciados, porque el dueño del lugar se maneja con impunidad, maltrata y culpabiliza a los pacientes de su ineficiencia.

Así ocurrió el día de hoy cuando fui con mi hijo a realizarle una ecografía de riñones. En todos los lugares se da turno para evitar la acumulación de personas y promover una circulación fluida para evitar los contagios; se ventilan los espacios de forma permanente y se busca no acumular personas en lugares reducidos. Pero en IPROT no es así. Me dieron un turno para las 13 hs y recién me atendieron, porque reclamé, a las 14 hs. Tal vez si no lo hacía seguía esperando en ese lugar repleto de personas que como yo estaban condenados a no respetar las distancias indicadas.
El dueño y empresario de la salud va y viene, pero nadie puede plantearle una queja porque es ahí donde expone el maltrato, su desinterés por el prójimo y cómo el único motor de su deambular es el negocio.

El dueño escuchó el reclamo, pero lejos de ser respetuoso, se acercó con la intención de culpabilizar, primero al ecógrafo y después a mí. La respuesta fue: “¿Qué querés que haga si el médico llega tarde? No es mi culpa”. ¡Una falta de respeto! ¿No es acaso su empresa? ¿A mí me corresponde darle soluciones y «empatizar» con su deficiente gestión empresarial?

A Cocilobo no le importó lo que yo tenía para decir, soy una más en el montón. Es habitual que las mujeres que reclamamos seamos tildadas de locas e impacientes, siempre que oponemos alguna mínima resistencia al maltrato. Pues a mí tampoco me importa que a Cocilobo no le importe. En cambio, si me interesa dirigir la energía que recorre mi cuerpo cuando seres violentos intentan silenciarnos, nos quieren calladas, sometidas, porque si no les sirve nuestra plata, no les servimos.

Ahora bien, yo le digo públicamente a Norberto Cocilobo, que mi tiempo y la salud de mi hijo valen. A Norberto Cocilobo le molesta que una mujer/madre pregunte. No busca soluciones, inmediatamente sino que decide que podés irte del lugar. Actitud habitual de personas prepotentes que ejercen violencia, carecen de empatía y no asumen responsabilidades. ¿Esta clase de personas son aptas para dirigir un centro de salud?

El Sr. Cocilobo debe saber que él no solo tiene la responsabilidad de gestionar una empresa sino también de garantizar las condiciones adecuadas de atención que no son únicamente el alcohol en gel y tomar la temperatura: son la buena atención, tener cobro digital como cualquier comercio (es decir un Posnet que funcione) y, aun más importante, un espacio físico ventilado, limpio y adecuado.

Norberto Cocilobo, recorre el lugar permanentemente, da órdenes, les explica a sus empleados (de mala manera) cómo no debe acumularse gente en el lugar. Pero al señor no le preocupa que no se cumplan los protocolos para prevenir el COVID-19. Lo que quiere es no perder clientes. Pide celeridad, pero las puertas están cerradas, el espacio es chico y la circulación de aire cruzada no existe.

Parece que al pueblo nos toman el pelo: no podemos juntarnos con familiares pero sí podemos asistir a Centros Médicos que no cumplen las normas mínimas y exponen a las personas, cuando lo que el Sistema de Salud, público y privado, debe hacer es protegernos.

De los problemas siempre somos responsables los ciudadanos. Cuando son los gobiernos seguimos siendo culpables porque votamos mal. Y cuando son las empresas, los dueños nunca son responsables, siempre son los empleados o en su defecto nosotros que acudimos ahí buscando un servicio.

Estos empresarios, seguirán manejándose con impunidad, nadie los contrala, saben que perder algún paciente en momentos críticos no es un obstáculo a su deseo de lucro. Cuando estos irresponsables deciden privilegiar el negocio por sobre la salud y el bienestar de las personas solo nos queda, como mínimo, reclamar y hacer público nuestro reclamo.


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