Espacio Publicitario

publicidad
publicidad
publicidad

Endógeno y exógeno, un ir para volver sin detenerse un instante. La fuerza del discurso, la entonación, los matices, las afirmaciones y sentencias están graficadas en casi 14 minutos.

En los archivos filmícos de las sesiones del Concejo Deliberante se pueden encontrar nutridas y constantes exposiciones políticas sobre el patriarcado, machismo, privilegios y poder. El último aporte ocurrió el jueves pasado y es la misma voz que interpela desde la banca.

«La deuda es con nosotras y nosotres». Cartel en mano del 8M y Josefina Díaz Ciarlo, legisladora de SOMOS en el Frente de Todos, no solo consigue lugar a la moción de privilegio sino que interpela de forma directa e incisiva a quienes conectaron con el discurso y a quienes no pueden descontarse de los dispositivos móviles. Toda violencia es política y entonces sale aquello que brota: «En función a otras violencias que sufrimos las mujeres, y que están cada vez más cuestionadas pero menos internalizadas en cómo se resuelven, cómo dejamos de sufrirlas y que además están muy compartidas en esto del ejercicio de las redes sociales, todos nos solidarizamos con la lucha feminista, pero si seguimos sufriendo violencia es porque el solidarizarse no se materializa en modificar prácticas violentas. No se materializa en modificar estructuras que han sido las que nos han sometido a lo largo de la historia. Y ahí es dónde surge una de las violencias que debemos atender y que ahí va otra pregunta más ¿quiénes son las primeras que atienden esa violencia? Las mujeres porque las sufrimos y nos organizamos y hemos construido leyes, que nos han puesto casi en igualdad de condiciones pero que aún no lo han logrado porque ahí entra la violencia política. Y ahí aparece la violencia política como una de las violencias que todavía en esta sociedad no ha podido ni siquiera cuestionar, porque hemos construido leyes que nos permiten votar, que nos permiten ser parte de las listas, que nos permiten tener una paridad en función de esas listas pero que todavía, aunque nos duela mucho reconocer, no nos permiten ser libres en el ejercicio de la política. No nos permiten ser libres en el ejercicio de la militancia, no nos permiten ser libres en el ejercicio de la decisión política de la que queremos ser parte. Y obligadamente tenemos que hacernos cargo que esa deuda es de todos, es de todas y es de todes. Esa deuda es con todas y con todes, pero es de todos. Ahí aparece la desigualdad, si hay una deuda que es solo con un sector, si hay una deuda que solamente es con un sector de la sociedad y en la que no tienen participación porque siempre han gozado de los privilegios de poder ser parte para poder construir la justicia social, tienen que hacerse cargo de desandarla, de desandar esa desigualdad y realmente poder transmitir la sociedad igualitaria desde los hechos, desde la construcción real de una sociedad de iguales. Por eso en función de la lamentablemente situación que hemos vivido hace dos semanas en Palermo, donde ese grupo de hombres creyó tener el poder de hacer con una mujer lo que le dio la gana y ahí apareció lo que nos costaba, hasta las compañeras y mujeres, cuestionar que es el pacto machista del silencio, es que este feminismo no terminó de tener motivos por los que luchar. Esa marea verde conquistó derechos, los convirtió en ley pero ésta sociedad todavía tiene deudas. Ésta sociedad todavía tiene la reproducción de la desigualdad».

En el recinto de sesiones y en uso de la palabra, Díaz Ciarlo dejó el contexto de preguntas que afirman y pasó a la solicitud sin dilaciones ni eufemismos, un mensaje a los hombres en sus bancas y quienes no están allí pero siguen bebiendo de la fuente de privilegios: «Y para poder desandar eso, es necesario profundamente lo sentimos y ojalá mis compañeras y el feminismo también pueda hacerse eco de mis palabras, sentimos profundamente la necesidad de que ustedes se cuestionen sus privilegios, de que los hombres de esta sociedad se cuestionen sus privilegios, de que las prácticas sociales de reproducción de desigualdad y de violencia dejen de ser un cartel y empiecen a ser deconstrucciones de maneras privilegiadas de haber sido parte de esta sociedad«.