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Los agronegocios reconfiguraron a nuestro país, hemos repetido, y que a partir de la crisis del campo se empoderó una nueva dirigencia agraria a la que denominamos «empresariado transnacional» y cuyos nombres principales también hemos repetido ; Grobocopatel, Elsztain y Sigman, entre otros.

En realidad, esta nueva plutocracia funge como «los verdaderos dueños del país», aunque no vivan en él, y aunque su corazón, si es que lo tienen, y sus principales inversiones estén lejos de la Argentina… Lo peor es que la herencia del menemismo , se acomplejó con el llamado «Socialismo del siglo XXI», en que el neopopulismo degradó profundamente la política, asistencializó y sometió a servidumbre a la pobreza, a la vez que arrastró a toda la izquierda a la charca moral que se impuso como política nacional.

La situación ha devenido tan perversa que muchas de las presuntas rebeldías resultan absolutamente funcionales al modelo impuesto. De hecho muchas de las propuestas alternativas, como la mayoría de las que propone la izquierda, no hacen sino legitimar el actual modelo en que prima la agricultura industrial y el monocultivo de commodities de exportación. Es por ello que a las más destacadas personalidades llegan tan solo a reclamar que el Estado se ocupe de la Hidrovía, y están convencidas de que sus propuestas son patrióticas, mientras no se les ocurre siquiera preguntarse por la razón misma en que se instaló el debate sobre la Hidrovía.

Ocurre lo mismo con las consignas de reforma agraria que no se proponen más que democratizar el actual proceso de sojización o las peregrinas ideas de algunos líderes de la Via Campesina, en cuanto a tener una política de producción de transgénicos nacionales… Es que el camino está vallado, y si no se acepta la posibilidad de cambiar el modelo, todos los cambios que en él intentemos lo legitimarán y serán aprovechados como un distractivo, o como una sumatoria funcional de los marginados al sistema hegemónico.

Lamentablemente estamos advirtiendo que el mismo proceso de involucramiento y funcionalidad se va produciendo en el campo social en que toda contestación o presunta rebeldía resulta canalizada a favor del sistema y en respaldo del gobierno. Esta tendencia creciente logró dar un salto institucional con Mauricio Macri y su ministra Stanley, cuando se tercerizó oficialmente a la pobreza y se firmaron convenios con los movimientos sociales en que se les reconoce como propios y en función de gastos de gestión y administración casi un tercio de los presupuestos destinados a paliar la pobreza.

Aquella medida de la ministra Stanley, en tanto que el actual gobierno las ha convertido en políticas de Estado, tuvo y tiene consecuencias decisivas en la funcionalidad de las actuales luchas sociales .

Me temo que es el caso de esta conmovedora marcha de las mujeres indígenas que habrían caminado 1900 kilómetros enarbolando consignas justas y necesarias para acabar reclamando en una mesa con gran parte del gabinete nacional, su petición de participar en las negociaciones del poder . Desde ya que comprendemos el reconocimiento optimista de la agencia gubernamental Telam , al describir el final «feliz» de semejante proeza.

Mientras las luchas populares reclamen por las iniquidades, o por el saqueo de los territorios, y olviden mencionar el destino nacional, los impostores y prevaricadores en el gobierno dormirán tranquilos .