El Gobierno vio peligrar la Ley Bases y tuvo que dar grandes concesiones para no perderlo todo. Afuera una importante movilización copó la plaza desde temprano, pero la decisión de las centrales obreras de no convocar al paro jugó objetivamente a favor del Gobierno. Al faltazo de un importante sector de la CGT se sumó la temprana retirada de gremios como Camioneros, UOM, Smata y bancarios que abandonaron la plaza cerca de las 15 horas. Al rato de que se retiraran comenzó la represión y la cacería policial contra quienes se quedaron en la protesta.
El día comenzó con una importante concentración frente al Congreso, demostrando el enorme rechazo al plan del Gobierno y de los sectores colaboracionistas. Las imágenes aéreas mostraron una plaza que se fue llenando desde las 10 de la mañana, a pesar de que las centrales sindicales como la CGT y las CTA se negaran a convocar al paro general y lo dejaran en convocatorias aisladas de algunos sindicatos como ATE.
En medio de la enorme debilidad del Gobierno, que hasta último momento negoció para lograr el quórum y la letra chica del proyecto para poder reunir los votos necesarios, las distintas alas de la burocracia sindical le hicieron un importante favor al debilitar la lucha contra la Ley Bases.
Una parte mayoritaria de la CGT estuvo varios días paseando por Europa y volvió de apuro ante las críticas y las tensiones internas, pero se negó a convocar cualquier medida e incluso a ser parte de la convocatoria a la movilización. Los llamados «dialoguistas» quisieron evitar a toda costa una postura abiertamente confrontativa con el Gobierno y, mientras negocian por atrás, dejan pasar abiertamente la Ley Bases y el plan de Milei sin siquiera oponer resistencia.
La otra parte de la CGT, encabezada por Camioneros, Smata, UOM y bancarios, buscaron diferenciarse y convocaron junto a las CTA a la movilización. «Estaremos en la calle las horas que sean necesarias para que los senadores vean que hay un pueblo movilizado que les está exigiendo que no voten esa ley» había declarado Pablo Moyano en la previa de la movilización. «Vamos a estar presentes hasta que se vote» volvió a decir durante la mañana de este miércoles.
La actitud más opositora estuvo motivada por la enorme bronca que viene creciendo desde abajo en muchos sectores de trabajadores que cuestionaron la inacción de las direcciones sindicales en enero, cuando fue el primer intento de votación de la vieja «Ley Ómnibus», y en abril cuando el actual proyecto se trató en Diputados. Sin embargo, Moyano traicionó sus propias palabras y ante el desafío de las fuerzas federales de Bullrich de no dejarlos llegar hasta el Congreso marchando por la Avenida Entre Ríos tomó la decisión de que su gremio se retire silbando bajito y sin chistar. A esta retirada le siguió la de UOM y los otros gremios cegetistas, que mientras dejan frases picantes en los micrófonos se conformaron con un tibio acto de presencia de unas pocas horas frente al Congreso.
La decisión de borrarse temprano envalentonó al Gobierno. Al rato del abandono de las columas sindicales, el clima se enrareció y la Policía empezó con sus clásicas provocaciones. Lo que siguió fue la represión con gases, camiones hidrantes y balas de goma contra los distintos grupos de manifestantes que todavía se mantenían frente al Congreso y que se extendió por varias horas, incluyendo una verdadera cacería por las calles del centro porteño que terminó con más de veinte detenidos, aunque algunos ni siquiera formaban parte de la movilización. Hasta el momento de publicar esta nota, ninguno de los dirigentes sindicales que abandonaron tempraneramente la convocatoria repudiaron el operativo represivo.
El relato oficial incluye una versión ridícula e inverosímil que habla de «grupos terroristas» y de «intentos de golpes de estado» para justificar el accionar policial y amedrentar a cualquiera que quiera salir a protestar contra su plan de hambre y de miseria. Lejos de eso, la conclusión de muchos sectores que fueron parte de la jornada como quienes integran las asambleas barriales es la contraria: solo se puede responder con más masividad y en las calles si de verdad se quiere pelear a la altura de las circunstancias.
«A dónde está que hoy se fue esa traidora CGT», fue un cantito que se repitió entre distintos grupos de manifestantes y asambleas barriales que lograron hacer frente a la represión y la cacería policial, y que ya se preparan para redoblar y fortalecer la organización que vienen llevando adelante. Un ejemplo a seguir en una pelea que continúa, con un Gobierno débil pero con una dirigencia sindical que se debate entre los que le dan la espalda a la lucha y negocian con el Gobierno y los que posan de combativos pero decidieron abandonar antes de tiempo, debilitando la lucha contra la Ley Bases y contra la represión.
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