En el transcurso de un año, la deuda externa comercial del sector privado creció U$S 11.603 millones, alcanzando los U$S 55.442 millones. Es consecuencia directa del cepo importador, a partir del cual las empresas debieron recurrir a préstamos para seguir comprando bienes y servicios del exterior, y de la brecha cambiaria, que incentiva los autopréstamos entre filiales que luego “devolverán” echando mano de los dólares oficiales aprovechando que su cotización permanece planchada.
El dato se desprende del informe del deuda externa privada del Banco Central, correspondiente al segundo trimestre 2023. El mismo especifica que la deuda externa comercial por importaciones aumentó U$S 8.314 millones interanual, ascendiendo a U$S 36.939 millones. Es innegable que las crecientes restricciones para acceder al mercado de cambio oficial -fruto de la crisis de reservas-, lleva a que las importadoras se endeuden (con sus proveedores por ejemplo) para traer mercadería del extranjero.
Ahora bien, U$S 31.411 millones del total de la deuda externa comercial tiene como acreedoras a empresas del mismo grupo. No debemos pasar por alto que las multinacionales incurren en autopréstamos entre distintas filiales como mecanismo para fugar divisas, a costa de las reservas. A pesar de contar con dólares propios para importar, utilizan este ardid para acceder a los dólares oficiales, aprovechando que luego tendrán la posibilidad de venderlos más caro en el mercado de cambios paralelo debido abultada diferencia que existe entre ambas cotizaciones. Una de las tantas maniobras de saqueo a manos de la clase capitalista que prosperan al amparo de todos los gobiernos.
Eso se traduce en presiones futuras sobre las reservas del BCRA, sobre todo teniendo en cuenta que el 97% de la deuda comercial (U$S 53.768 millones) debe ser cancelada antes de junio 2024. Se trata de un compromiso muy oneroso que, para poder afrontarlo en un escenario de reservas negativas, la autoridad monetaria no tendrá más opción que devaluar abruptamente.
El informe es el reflejo de la profunda bancarrota a la que asiste el Banco Central, la cual solo se revierte cortando la fuga de capitales a través de la nacionalización bajo control obrero del sistema financiero y repudiando la deuda usuraria. A su vez, es preciso planificar la relación de Argentina con el mundo en favor del desarrollo nacional y las necesidades sociales, y para que eso ocurra hay que terminar con el dominio capitalista del comercio exterior.
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