Minutos antes de la 21 hs, el presidente Javier Milei inició su primer mensaje como presidente ante la Asamblea Legislativa. Antes, había llegado con gran espectáculo, rodeado por granaderos, desde la Quinta de Olivos.
Afuera, sobre la Plaza de los Dos Congresos, una manifestación de algunas miles de personas de asambleas populares, centros de estudiantes, sectores sindicales combativos y la izquierda expresaba su rechazo al presidente y sus brutales políticas de ajuste.
Más temprano, había habido «molinetazos» contra los tarifazos en las estaciones de Once, Constitución, Retiro y otros puntos. Estos tuvieron una enorme repercusión. Son parte de las protestas que se suceden desde el 20 de diciembre pasado contra los planes del gobierno, fecha desde la cual han surgido asambleas populares, cacerolazos, un paro nacional -sin continuidad- convocado por la CGT y una sucesión de conflictos de distintos gremios ante la monumental escalada de la inflación. La jornada de protesta de este viernes, sin embargo, podría haber sido mucho más importante si no fuera por la nueva borrada de las cúpulas sindicales, que están dividiendo las luchas.
La transmisión oficial en cadena nacional fue verdaderamente escandalosa. Luego de mostrar al presidente a los abrazos y sonrisas con la vicepresidenta Victoria Villarruel -en un marco de rumores sobre sus internas- mostró durante todo el discurso a los aplaudidores, ocultando a la oposición y a los manifestantes que estaban afuera. Un recorte de la realidad propio de alguien que se propone establecer un régimen monolítico y autoritario.
En su alocución, de algo más de una hora de un discurso completamente leído, Javier Milei volvió sobre algunos tópicos ya clásicos de su discurso y también hizo algunos anuncios. Desde el comienzo atacó tres veces a la izquierda e hizo alusión a su negacionismo respecto de la última dictadura militar.
Una gran parte del mensaje fue previsible. Al igual que lo viene haciendo desde que asumió, dedicó largos pasajes a describir la herencia recibida, para usarla como argumento para fundamentar su descomunal plan de ajuste. Denunció al «populismo» y al «Estado presente», a la emisión monetaria, a la «orgía de gasto público», a la deuda «al borde del default», las reservas negativas, los precios reprimidos y la brecha cambiaria, entre otros puntos, para justificar que estamos en el «momento más crítico de la historia».
También denunció demagógicamente un sistema «en bancarrota moral e injusto que solo genera pobres y una casta que vive como monarcas», compuesto por políticos que reciben coimas, medios que viven de la pauta, empresarios prebendarios y sindicalistas que promueven un régimen laboral que solo los beneficia a ellos.
Frente a eso, siempre según la caracterización de Milei, «una mayoría silenciosa levantó la voz: los que trabajan, que producen, cuentapropistas, amas de casa, peones rurales». Esa Argentina «despertó» y lo llevó a él en las elecciones a la Casa Rosada, siendo La Libertad Avanza «una fuerza nueva, sin gobernadores, diputados, sin nada, pero que sabe lo que tiene que hacer y tiene la convicción. La victoria no depende de la cantidad de soldados sino de las fuerzas del cielo».
A continuación enunció una de las principales mentiras de su discurso: que el plan de ajuste lo está pagando «la política», cuando la realidad de sus 82 días de Gobierno es que existe una multimillonaria transferencia de ingresos desde la clase trabajadora y las clases medias hacia los grandes empresarios energéticos, alimenticios, exportadores, que son los beneficiados de su plan.
Según Milei, él había anunciado que «el esfuerzo iba a valer la pena, para terminar con la inflación, para hacer las reformas estructurales, terminar con el apartheid político donde los políticos y sus amigos son ciudadanos de primera y los argentinos de bien ciudadanos de segunda».
Haciendo un balance del inicio de su Gobierno, dijo que está llevando adelante el «programa más ambicioso del que se tenga memoria» y pasó a reivindicar los ejes de ajuste fiscal, DNU desregulatorio, corte de la emisión monetaria, represión de la protesta social, ataque a los sindicatos y a las organizaciones sociales, eliminación del Inadi, anunció el cierre de la agencia estatal de noticias Télam, entre otros puntos.
Sin embargo, anunció que «todo esto es solo la superficie de los grandes cambios» y que estaba «enviando un paquete de leyes anticasta» que eliminaría las jubilaciones de privilegio de presidentes y vices, que reformaría los sindicatos con cambios en la elección de autoridades y topes a las reelecciones, que priorizaría los convenios por empresa antes que los de sector, que implementaría una suerte de «ficha limpia» para evitar candidaturas de dirigentes políticos con condenas, que modificaría el financiamiento de los partidos políticos y penalizaría la emisión para financiar el déficit, entre otros puntos.
En este punto, un pasaje clave de su discurso fue cuando apuntó que «avanzaremos con leyes, decretos o modificando regulaciones», reivindicando su intensión de gobernar como un monarca, como lo hizo desde el comienzo con el mega DNU y luego pidiendo facultades delegadas en la llamada Ley Ómnibus que finalmente tuvo que retirar. Ahí apuntó contra el «recelo» de la dirigente política y sindical que no quiere los cambios y advirtió que «no vinimos a jugar el juego mediocre de la politica, toma y daca, intercambio de favores. Queremos cambiar el pais en serio, no negociamos el cambio».
Sobre el final, sin embargo hizo una propuesta que le llamó el «Pacto de Mayo» a cambio de un «alivio fiscal para las provincias». A continuación el texto:
El Pacto de Mayo
Al primero del mes de marzo del año de Nuestro Señor 2024, con los representantes del pueblo reunidos en el Congreso de la Nación, ante la mirada del Eterno, declaramos la necesidad de un nuevo pacto fundacional para la República Argentina.
El Presidente de la Nación, Javier Milei, convoca a las veintitrés provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a firmar el día 25 de mayo del presente año, en la jurisdicción de Córdoba, corazón productivo de nuestra Patria, un acuerdo de diez puntos que reconstituye las Bases de la Argentina.
Estos lineamientos estarán sujetos a la aprobación previa de la presentada “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” y un nuevo pacto fiscal.
1. La inviolabilidad de la propiedad privada.
2. El equilibrio fiscal innegociable.
3. La reducción del gasto público a niveles históricos, en torno al 25% del Producto Bruto Interno.
4. Una reforma tributaria que reduzca la presión impositiva, simplifique la vida de los argentinos y promueva el comercio.
5. La rediscusión de la coparticipación federal de impuestos para terminar para siempre con el modelo extorsivo actual.
6. Un compromiso de las provincias de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país.
7. Una reforma laboral moderna que promueva el trabajo formal.
8. Una reforma previsional que le dé sustentabilidad al sistema, respete a quienes aportaron y permita, a quienes prefieran, suscribirse a un sistema privado de jubilación.
9. Una reforma política estructural que modifique el sistema actual y vuelva a alinear los intereses de los representantes y los representados.
10. La apertura al comercio internacional, de manera que la Argentina vuelva a ser una protagonista del mercado global.
Dios bendiga a todos los argentinos y nos otorgue la sabiduría y la fortaleza necesarias para superar los desafíos que enfrentamos como sociedad, y construir un futuro próspero para nuestra Nación. Que las Fuerzas del Cielo nos acompañen.
Javier Gerardo Milei
Presidente de la Nación.
Tras el discurso del presidente, salieron algunas voces dispuestas a aceptar la negociación de este plan brutal de ajuste y reformas estructurales, mientras que la burocracia sindical de la CGT y la CTA sigue en su tregua a pesar del aceleradísimo deterioro de las condiciones de vida de las mayorías.
Nada se puede esperar de la demagogia ultraderechista del presidente, ni de los gobernadores de los distintos signos políticos que ajustan en sus provincias y buscan negociar con Milei. Es necesario fortalecer la autoorganización desde abajo, como hacen las asambleas populares, hacer pesar la lucha en las calles y desde ahí pelear por sacar a los burócratas de su pasividad e imponer un nuevo paro nacional en la perspectiva de la huelga general para derrotar el plan de ajuste, bajo un programa contra el gobierno de derecha pero también independiente del peronismo que es también responsable de habernos traído hasta acá.
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