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ESPACIO CEDIDO – 

Los muertos que no maté no aparecieron, la lógica no depende de los deseos de una fiscal que utilizó la libertad de expresión para ensuciar mi prestigio en su incapacidad de hacer su trabajo.

Mi nombre es Ana, Rieck es mi apellido, soy médica cirujana. Soy la Dra. Ana Rieck (MN88962 MP332114). Soy excelente en lo que hago. Si el éxito de mi esfuerzo se pudiera medir de alguna forma, puedo decirles que veo al mundo desde la planta alta de mi casa en un barrio cerrado ubicado en el límite oeste del Gran Buenos Aires, habiendo empezado en la Medicina hace 30 años como pasante a cambio de un plato de “comida de hospital” (público) y un lugar donde bañarme y dormir. El dinero no es para venerarlo, es para la libertad de hacer cosas.

He diseñado, construido y dirijo un “MEDICAL SPA” en la zona de La Reja, soy la dueña. ¿Qué es un “medical spa”? Es un centro médico que contiene un sector spa. Porque un spa no debería ser un lujo para contar como anécdota, sino que es una terapia médica, así lo considero yo; el acrónimo SPA significa “Salud Por Agua”. Con buena voluntad y sin maldad, la combinación de conceptos se entiende tan fácil como cuando se dice “plan médico y odontológico” o “acarreo y multa”. En mi Medical Spa existen dos sectores diferenciados, que se ubican en edificios distintos, de manera que ningún habitué del spa me ha visto operando pacientes en el borde de la pileta, para las operaciones tengo los quirófanos. Es un absurdo de ignorante o de mal intencionado publicar en un artículo periodístico el amarillismo de “denuncian que operaban en un spa”.

En el año 2018 utilizaron a la Justicia para intentar robarme dinero, que gano trabajando y dando trabajo en forma directa e indirecta. Me gano la vida resolviendo. Nada disfruto más que cambiar para bien la vida a la gente. El intento de robo fue muy primitivo. Alguien dijo no haber quedado satisfecha con los resultados de mi trabajo y buscó un abogado para conseguir que le devolviera el dinero. El procedimiento es con anestesia local y ambulatorio y con menos riesgos que la extracción de un diente. Ese alguien hoy se luce en fotos de sus redes sociales con las curvas que le dibujé y transparencias en los senos que le aumenté. Tengo la impresión de que los abogados sienten como excitación sexual cuando un particular les da a entender que pueden estar ante una mala praxis médica.

Me denunciaron en la fiscalía de turno. La presentación dice que yo no hice mi parte del acuerdo, que no nota los aumentos que acordamos realizar y que sueña con el procedimiento. Sí, me denunció por soñar con la lipoescultura con aumento de volúmenes. Mucha gente sueña con poder realizarse uno de estos procedimientos, pero parece que ella tuvo pesadillas conmigo. Presentó un certificado que dice que tenía inflamado los pechos. ¿Si le había operado los pechos qué otra cosa puede haber en el “postoperatorio”, más que inflamación?! Escribo “postoperatorio” porque su abogado, un aparente desconocedor del idioma Castellano, exige que los profesionales lo escribamos de ese modo y no con la aceptada forma simplificada (intenten pronunciar “postoperatorio” y entenderán por qué la Real Academia Española autoriza el uso de la forma simplificada). En la presentación que hicieron dicen que yo haya escrito “posoperatorio” sirve como prueba para establecer que no soy médica. La fiscal no mandó a verificar la autenticidad del certificado, investigué yo, es falso (soy criminóloga, soy perito forense, en muchos aspectos positivos y profesionales soy más que la fiscal y también puedo restringir la libertad de las personas). Me contacté con el médico que allí figuraba, logré que se presentara a declarar y dijo no conocer a la paciente y que no escribió ese documento. Debe existir un mercado negro de recetas y certificados médicos que espero la fiscal esté investigando. El abogado de la paciente pidió examen médico forense, que arrojó como resultado ausencia de lesiones recientes. Ante esos dos reveses que recibió mi paciente debió haber terminado esa fantochada pero la fiscal puso su animosidad a todo ritmo a trabajar contra mí. Cambió la caratula a “Char-la-ta-nis-mo”. Sí, me investiga por Charlatanismo.

De la denuncia de mi paciente me enteré de la peor forma. Una patota judicial irrumpió en mi Clínica y revolvió todo, quemaron con cigarrillos algunos tapizados, fumaron (sí, fumaron en un centro médico) y hasta allanaron el cajón de mis bombachas (tengo un monoambiente para mi uso en la Clínica) en la búsqueda de documentación que pudiera ser de utilidad para la investigación.

Filtraron datos de la causa a cierto semanario que trata temas de actualidad, para difundir la investigación con la finalidad de que aparecieran más “víctimas” de mis garras médicas. Sólo consiguieron la aparición de una ex paciente despechada, que tuvo interés personal y sexual en mí y algunas ex empleadas que abrieron sus centros de estética con lo que aprendieron mirando los procedimientos que yo realizaba y que ahora piensan que les temo porque compiten conmigo, no compiten, yo soy médica, ellas no. La fiscal sólo logró conocer a mis ex empleadas infieles.

Pero para el medio de prensa al que filtraron la investigación yo era la nueva Rímolo. Escribieron un artículo con “anti periodismo”, usando el modo potencial para decir cosas como “operaban en un spa”, “una clínica que no estaría habilitada”, “la denunciante se habría despertado de la anestesia y habría visto sus tripas secándose al sol”, “el marido de la Dra. Rieck habría intentado huir del allanamiento”. No tengo marido, no sé quién habría intentado huir del allanamiento.

El artículo se difundió y la gente tomó como ciertos los dichos del semanario en cuestión. Perdí posibles nuevos pacientes y los antiguos me preguntaron qué pasaba y otros no asistían a consulta porque daban por hecho que la clínica estaba clausurada. Nunca estuvo clausurada. La fiscal emitió un millón de oficios intentando averiguar si soy médica y todos le fueron respondidos a mi favor. Ninguna institución encontró fundamentos para clausurar mi clínica ni suspenderme las matrículas pero el estrago que hizo la filtración y difusión de la investigación, continúa. El ejemplo más pintoresco de este estrago en mi vida es que mis proveedores no me preparan los pedidos porque se dice por ahí que ya no trabajo más.

Se han vencido todos los plazos de la investigación y los muertos que no maté no se presentaron a declarar y a mí no me llamaron para que me defendiera. Es posible que la fiscal no sepa qué hacer con una investigación que ella comenzó a partir de una falsa denuncia y un certificado falso.

La encargada de instruir el sumario, con su flequillo y anteojos enormes, que son parte del uniforme de la secta judicial y social que cree ciegamente en dichos de la presunta víctima, emite el mensaje de que no es objetiva. Esa gente ha anulado de hecho, sin reforma constitucional que nos llevara a ser un Estado totalitario, el principio de “inocencia presunta”. La ideología ha atrofiado la idoneidad.

Ahora voy por la libertad de quien me denunció, por los bienes del que actuó de idiota útil al prestarse a difundir la investigación y por el puesto de la fiscal que le creyó porque se estableció que el denunciado siempre es culpable y no hay que investigar la veracidad de los dichos de la presunta víctima. Se propusieron hacerme famosa, lo lograron, ya no soy anónima, ya sólo puedo ser una vengadora conocida (nunca fui anónima, siempre me han conocido los que tenían que conocerme, para respetarme o para copiarme ideas).