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El 26 de abril de 1829 se libró el sangriento combate del puente de Márquez, donde resultaron derrotadas las tropas del general Juan Lavalle, enfrentadas a las fuerzas conjuntas del santafesino Estanislao López y Juan Manuel de Rosas.

La lucha se desarrolló enteramente en jurisdicción del Partido de Moreno, a lo largo del actual Acceso Oeste, un terreno llano ideal para las cargas de caballería, entre el puente de Márquez, ubicado sobre el Río Reconquista y la localidad de Francisco Álvarez.

En la mañana del 25 de abril, Buenos Aires se despertó por los cañonazos que partían desde el Fuerte, anunciando la partida del ejército unitario, al mando de Lavalle, héroe de Ituzaingó convertido en verdugo del coronel Dorrego, rumbo a la batalla del puente de Márquez. Era un día de calor sofocante y en la ciudad se descontaba su triunfo. 

Al día siguiente, en la madrugada del domingo 26, las fuerzas de Lavalle sorprendieron una partida federal en la estancia de Francisco Álvarez, apoderándose de numerosa caballada, unos dos mil animales. En las inmediaciones, los soldados porteños ingresaron a un rancho y pasaron a degüello a toda la familia que allí habitaba, porque encontraron lo que fue considerada una insignia federal.  

El ejército unitario estaba integrado por mil quinientos hombres de caballería, de los regimientos 1 y 6, veteranos de la guerra con Brasil y quinientos infantes que contaban con cuatro piezas de artillería.  

Eran las seis de la mañana, aún no había aclarado y los dos ejércitos estaban frente a frente, con el puente de Márquez a su espalda, Lavalle se lanzó al ataque siguiendo su táctica preferida, la carga de caballería en oleadas, en tanto Estanislao López dividió sus fuerzas en tres cuerpos, el de la izquierda a su mando, estuvo formado por la división entrerriana, una parte de la división Santa Fe y la milicia de Luján y Arrecifes.

El de la derecha, al mando de Juan Manuel de Rosas, compuesto por la división Buenos Aires. El tercero, integrado por trescientos dragones de Santa Fe, dirigido por el comandante Pascual Echague que se ubicó a la retaguardia del ejercito porteño. Eran en total unos siete mil hombres.

Lavalle se vio obligado a dividir sus fuerzas frente al avance de Echague. Conocedor de los riesgos, López esquivó el combate frontal con la caballería enemiga, atacando por los flancos, hasta que ordenó una carga decisiva, “el choque fue tan violento que nada pudo resistirlo y la caballería enemiga fue completamente arrollada”, dice el parte de la batalla. 

Mediante una hábil treta las fuerzas federales le arrebataron al ejército unitario más tres mil caballos de recambio, que incluían los que habían perdido a primeras horas del día, lo cual cortó a Lavalle toda posibilidad de mejorar su situación. 

La astucia de Estanislao López definió el resultado del combate a su favor. Lavalle había traído a su infantería montada, hizo formar un cuadro a los infantes y en ese espacio encerró a la caballada de recambio. 

A López se le ocurrió lanzar sobre ese cuadro, a varios centenares de caballos con grandes cueros atados a las colas y pescuezos, que al galope levantaban una gran polvareda. 

Sorprendido, Lavalle recibió a los caballos del enemigo a los cañonazos, el estruendo asustó a su propia caballada, que ensillada, rompió el cuadro humano y se desbandaron, así perdió su caballería. 

Derrotado en varios puntos del frente, atacado con violencia y eficacia por la caballería santafesina, el grueso del ejército porteño se vio obligado a retirarse hacia Morón, a las cuatro de la tarde cruzaron el rio, destruyendo el puente para dificultar el avance federal. 

Los diezmados veteranos de Lavalle, se desbandaron en varias direcciones, un numeroso grupo escapó hacia Pilar. 

En el campo de batalla quedaron más de ciento cincuenta muertos. 

El triunfo del puente de Márquez permitió el ascenso al poder de Juan Manuel de Rosas.