Por Micaela Cendra, Micaela Di Vitto y Ramiro González Britez / Agencia Noticias Argentinas
Fabiana Puebla, Oscar Filardi, Ricardo Ramírez y Juan José Rodríguez son cuatro sobrevivientes de Cromañón que, a 20 años de la masacre, hablaron en exclusiva con la Agencia Noticias Argentinas sobre la noche trágica, la corrupción, la banda Callejeros, el después y el dolor por las pérdidas.
Reunidos en la puerta del boliche República Cromañón, ubicado en el barrio porteño de Once, los cuatro se sentaron frente a lo que era el ingreso al local bailable y durante dos horas conversaron sobre cómo vivió cada uno aquella noche fatídica, en la cual la corrupción se apoderó de 194 víctimas y 1.432 heridos.
Este 30 de diciembre se cumple el aniversario número 20 de la masacre que provocó un antes y después, no solo en la vida de los asistentes que fueron a ver la banda de rock Callejeros, sino también en la sociedad entera.
¿Cómo fue la noche de la masacre? ¿Vinieron las tres jornadas?
Oscar Filardi: el 31 participé con mi hijo y dos amigos más. Era pura alegría porque era un show. El tema es que nosotros vinimos de una manera y salimos de otra. Eso es lo que nos pasó a todos. Esa es la realidad. Cuando entramos con los chicos ellos se quedaron abajo, yo me fui solo al primer piso. Cuando se incendió el sobre techo todo el mundo empezó a correr, muchos fueron para la puerta de emergencia, otros se empezaron a poner detrás de la barra, y eso me permitió bajar. Había chicos que me decían ‘señor, ayúdenme a salir de acá’ o ‘mi familia me está esperando’, a algunos los pude ayudar, pero también me tenía que ocupar de mis chicos. El primero que salió fue Bruno, después Joaquín, y por último, después de minutos de desesperación escucho en una esquina el grito ‘papá, papá’ y era Juan Ignacio, estaba desnudo, sin zapatillas.
Ricardo Ramírez: vine con mi novia, Vico, y un par de amigos más. Caminamos hasta que nos paró un policía, que nos terminó salvando la vida. Yo viví otra realidad, por lo vi desde afuera, no estaba adentro. En mi caso vine el 28, 29, 30, fuimos todo el año. Arrancamos en el hangar en febrero, donde no se podía respirar del humo de la bengala. Todo eso lamentablemente era un ritual que se fomentaba en el rock, y en todos lados. El martes 28 estaba lleno, explotado. Después, el miércoles 29, tocaba Sed y había mucha gente, pero entré caminando, sin problemas. El 30 vine, la mayoría de mis compañeros tenían entrada, y nos paró un policía, por lo que llegamos muy sobre la hora. Quince minutos antes del show ya estaba explotado, adentro y afuera. Cuando Callejeros empezó, la gente empujaba. De la nada empieza a salir un poco de humo, muchos decían, ‘ahora se apaga y entramos todos’. Mientras veía lo que pasaba le dije a mi pareja que a mí me salvaron la vida tras sufrir un accidente y que ahora me toca a mí. Me metí y lo primero que hice fue subir y es lo que más sufrí porque estaba lleno de humo negro. Ahí es cuando agarro un cuerpo que, además de que era grandote, entiendo que no estaba vivo, por lo que con el peso no lo podía arrastrar más. Pido ayuda porque no podía dejarlo ahí e irme, si lo hacía después me pegaba un tiro.
Nos quedamos en medio de la escalera sin luz, bajando el cuerpo. No sé cuánto tardamos, pero en esos pocos segundos, que capaz fueron tres minutos, yo ya había respirado algo que me mareaba. Al año escribo una carta titulada «Ambiguos emotions» (emociones ambiguas) porque sacamos a una persona, le tomábamos el pulso y tenía vida, lo llevamos hasta la terminal de la línea de colectivo 68, lo metimos ahí donde había un montón de cuerpos mojándose, le volvimos a tomar el pulso y nos dimos cuenta de que estaba muerto.
Fabiana Puebla: vine solo el 30 con José Cantale, que era mi compañero de vida. El 18 de diciembre Pato Fontanet dijo en la cancha de Excursionistas que iban a hacer estas fechas en República de Cromañón. Ahí lo hablo con un amigo para sacar para el último día.
Juan José Rodríguez: estaba con una amiga. También, como Ricardo, vine las dos noches anteriores. Lo mío empieza desde mi casa. Llego de trabajar y cuando estaba por irme, mi vieja me pregunta, mientras cocinaba para Año Nuevo, ‘¿dónde vas?’ y le cuento que me iba a ver a Callejeros. ‘¿Otra vez? Lo viste ayer, lo viste anteayer, lo viste en el Congreso, fuiste Excursionistas. ¿Cuántas veces más lo vas a ver?’, a lo que le digo que esta noche también tocaba mi amigo Martín, cantante de Ojos Locos. Lo que me movilizó es que me responde ‘¿por qué no te quedás acá y te dejás de romper las pelotas? Que mañana es Año Nuevo’, pero bueno, yo me fui igual. Llegamos con mi amiga y había muchísima gente. A mí lo que me llamó la atención es que al momento de entrar nos cachearon y hasta me hicieron sacar las zapatillas, algo que no había pasado en las anteriores fechas. Cuando entramos era un mundo de gente y todavía había personas afuera. Cuando empieza a tocar Ojos Locos me voy para adelante, y cuando terminan uno de ellos me dice ‘vamos para el lado de la puerta, hace un calor infernal’. Tardamos no menos de 5 minutos en cruzar un lugar que no era gigante. En eso Chabán nos puteó a todos y nos dijo ‘son pelotudos, esto se va a prender fuego y nos vamos a morir todos como pasó en el shopping en Paraguay. Acá hay más de 6.000 personas’. Me quedo cerca de las puertas por una cuestión de calor que hacía, que era inhumano, y de la nada veo que se abre en el medio y se arma como una olla, y la gente empieza a correr. No sé si fue el instinto, pero le dije a mi amiga, ‘agarrame la mano, arranca para la puerta, salí vos y yo salgo atrás tuyo’. Ella sale y me pega el tirón, cuando yo salgo es donde me lastimo el tobillo, porque la puerta era muy chica. Pensaba, ‘si hay fuego se va a apagar y volvemos a entrar’, pero cuando yo me pongo de frente hacia la puerta, veo salir personas que ya tenían hollín en el cuerpo, en la cara.
La mirada de los de afuera y de los medios
Oscar Filardi: en aquel entonces la sociedad estigmatizó a los chicos. Todos ellos tenían 15, 20 años, y se preguntaban por qué fueron si eran menores. Era un show antes de las 12 de la noche, vinieron a divertirse y yo acompañé.
Fabiana Puebla: los medios titulaban que era el boliche de cumbia, que se prendió fuego reventón, que estaban los negros de la cumbia. Hasta inventaron que en los baños había una guardería.
Ricardo Ramírez: a 20 años seguimos igual, no vamos a cambiar el tratamiento de los medios de comunicación de la prensa. Con el amarillismo nos echaron la culpa y hasta el gobierno no se quiso hacer cargo, le convenía que sea nuestra responsabilidad.
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