Espacio Publicitario

publicidad
publicidad
publicidad

Por Lucho Aguilar.-Dirigentes de distintos sectores de la CGT estuvieron en la reunión del peronismo. También estuvo Yasky y la CTA de “Cachorro” Godoy se quejó de que no la invitaron. Otra vez el relato de la unidad y el fantasma de la derecha para justificar su apoyo al peronismo ajustador. ¿La burocracia va a las PASO?

El peronismo vive una crisis. Tiene que encarar las elecciones de 2023 en medio de fuertes problemas económicos, empezando por la inflación y el empeoramiento de las condiciones de vida de millones. Pero también la desilusión de gran parte de quienes lo votaron en 2019 rechazando el ajuste macrista.

En ese clima, las “primarias” comenzaron con una rosca política titulada “Mesa política del Frente de Todos”. Este jueves se reunieron las distintas alas del peronismo. Albertistas, massistas y kirchneristas. Ministros, gobernadores e intendentes. Pero también hubo sillas para otra de las patas del oficialismo: las cúpulas sindicales.

¿Quiénes fueron? Estuvieron dos de los secretarios generales de la CGT, Héctor Daer y Pablo Moyano. También Hugo Yasky (CTA), Sergio Palazzo (Corriente Federal) y Abel Furlán (UOM).

Quien no participó fue la conducción de la CTA Autónoma. No porque la faltaran ganas. «No nos invitaron” le dijeron a Infogremiales.

¿Qué plantearon? Yasky y Furlán pidieron abiertamente por una candidatura de Cristina Kirchner. El operativo “clamor” fue discutido en la reunión que tuvieron un día antes varios dirigentes de la CTA, la Corriente Federal y la UOM con Máximo Kirchner.

Pablo Moyano fue más cauto. Insistió en “dejar las internas y pensar el proyecto de país para las próximas elecciones”. Tampoco es casual. Dos días antes se reunió, con otros dirigentes moyanistas, con Alberto Fernández. Ahí el Presidente les insistió que quiere ser candidato.

El que se mantuvo en silencio fue Héctor Daer. Un silencio muy calculado. Tanto como la decisión de levantar la reunión de esta semana entre la mesa chica de la CGT y Sergio Massa. Sin embargo, horas después de la cumbre peronista Daer viajó a Mar del Plata a reunirse con Carlos Acuña y sus aliados cegetistas para seguir rosqueando en el tradicional asado de Luis Barrionuevo.

O sea, todos empezaron a mostrar sus cartas. La ilusión del moyanismo es ganar las elecciones, por eso no se casa con ningún candidato y pide “consenso”. Los gordos e independientes vienen bancando a Alberto pero su hombre es Massa y esa candidatura depende de una inflación que no afloja. El kirchnerismo sindical está atado a las decisiones que tomen la vicepresidenta y sus aliados en la rosca de las listas.

Las tensiones e internas del Frente de Todos se trasladan al sindicalismo peronista. Si no hay acuerdo, pondrán todos sus aparatos para unas PASO del frente.

¿Unidad para transformar?

El resultado de la mesa de ayer fue un documento: «Democracia sin proscripciones. Unidad para transformar». Es un texto de consenso. Por eso combina el rechazo a la proscripción a Cristina Kirchner, con la justificación de la crisis por el contexto internacional y la herencia macrista, y propone como “tarea primordial del proyecto” bajar la inflación. Todos conformes.

Desde el punto de vista de las conducciones de la CGT y la CTA, la «carta» deja otras cosas para analizar.

Por un lado la ausencia total de cualquier mención al FMI. Como si no existiera ni tuviera nada que ver con la situación del país.

Por otro un reconocimiento demagógico de las promesas incumplidas. “Conocemos todas las demandas económicas y sociales de las que aún tenemos que dar respuestas concretas” dicen. “Aumentar el poder adquisitivo de los salarios fue el contrato electoral”, agregan después. Como si fueran analistas en vez de dirigentes de las centrales y sindicatos más importantes de la Argentina.

Por último, después de reconocer que traicionaron sus promesas, vuelven a agitar el peligro de la derecha “que concibe al país como una plataforma de negocios para unos pocos”. Entonces llaman a apoyar el mal menor: ellos mismos.

La realidad es que el sindicalismo ha sido cómplice del ajuste. El “poder adquisitivo de los salarios” que negocia la CGT cayó 2,8% el último año. Las jubilaciones un 4,7 %. Pero los informales perdieron mucho más: un 16% con Alberto de Presidente (y Cristina de vice).

Nadie niega que la derecha quiera profundizar ese ataque. Pero este gobierno también “concibe al país como una plataforma de negocios para unos pocos”. Por eso en 2022 se produjo casi lo mismo que en 2015 pero con salarios un 23 % más bajos.

Contra el desánimo y el fatalismo

Pero el documento firmado por Daer, Moyano, Yasky y Palazzo al que hay que prestar atención. Dice que “los poderes concentrados quieren someter a la sociedad en el desánimo y en el enojo, en la frustración y el descreimiento. Quieren convertir una situación global muy adversa en un fatalismo del que no hay salida”.

Es posible que así sea. Pero, ¿acaso el Frente de Todos no ha sido uno de los grandes responsables de ese desánimo y frustración con su ajuste? ¿No ha justificado con la “relación de fuerzas” sus medidas más antipopulares? ¿No hay defendido el pacto con el FMI “porque no había otra salida”? ¿No ha incumplido cada una de las promesas sociales por las que ganó las elecciones? ¿No han sido las conducciones sindicales del FDT las que le dieron la espalda a quienes lucharon por salario, condiciones de trabajo, empleo? ¿No son ellos los que quieren contagiar su propio desánimo y convocan otra vez a apoyar al mal menor?


Nota completa en Izquierda Diario