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TANDIL / FUENTE GRUPO DE REFLEXIÓN RURAL –

El martes 29 de junio se firmó el acuerdo entre el Municipio de Tandil, la Cooperativa Falucho, Bioceres y Ortech para la instalación de la primera planta del país de fabricación de paneles a base de rastrojo de trigo en el Parque Industrial de nuestra ciudad. Nos quieren vender este acuerdo como un proyecto de “construcción verde” que generará desarrollo sustentable. En la misma semana tomamos conocimiento de que el Municipio le ofrece a China el Parque Industrial de Tandil para la instalación de una mega fábrica porcina. El gobierno local insiste con presentarnos el modelo del agronegocio como un camino de éxito, desconociendo tanto las evidencias de los daños ambientales y en la salud pública que genera, como las alternativas productivas que existen. Decimos: ¡basta de mentiras! Las autoridades locales ya nos han presentado otras promesas de desarrollo pintadas de verde (tales como la termoeléctrica, las buenas prácticas agrícolas para el uso de fitosanitarios biocidas o la promoción de las megafactorias de porcinos, que además ponen a Cagnoli como ejemplo), ignorando el daño integral que estas actividades dependientes de venenos y transgénicos generan en la salud del ambiente, los seres humanos y los animales. Esos proyectos no están pensados para el bien de las comunidades, porque son falsas soluciones maquilladas de “propuestas”, desde un ambientalismo de mercado que nos condena a la peor pesadilla en el Tandil soñado. Ese desarrollo no es el que queremos. Con un trigo transgénico dependiente de venenos y genéticamente modificado, no se puede pensar en una construcción sustentable o ambientalmente amigable.¿De qué “verde” hablamos? Desde la Junta Vecinal por un Ambiente Saludable Tandil, formada por vecinos y vecinas del partido, nos encontramos en estado de alerta por las constantes fumigaciones con agroquímicos en los campos linderos a nuestras viviendas, cursos de agua, escuelas y centros de vida. Especialmente movilizados desde que profesionales de la UNICEN demostraron la presencia de 16 agrotóxicos plaguicidas en el agua y suelo de 15 escuelas rurales del partido. El informe además alerta sobre los distintos tipos de enfermedades que genera la exposición a los biocidas agroquímicos. Somos docentes, padres y madres de niñas y niños que asisten diariamente a las escuelas fumigadas. Nos preocupa que el Municipio de Tandil se muestre reticente a aceptar la evidencia científica que le hemos presentado, y que no ofrezca una respuesta concreta a nuestro pedido de prevención frente a los daños a la salud y al ambiente que causa la constante exposición a las pulverizaciones con agrotóxicos.

Necesitamos políticas precautorias y exigimos que se haga cumplir la medida cautelar dispuesta por el juez Blanc, que aleja las fumigaciones aéreas a 2000 metros y las terrestres a 500 metros de las casas, escuelas, lugares poblados y cursos de agua. Apoyamos y defendemos el proyecto de ordenanza para la regulación de los agrotóxicos, presentada por la UNICEN desde la Banca 21 en 2019. El modelo agrícola basado en la tecnología de insumos expande su superficie arrasando los territorios de las especies que habitamos el campo, reduciendo la variedad de cultivos y de producciones. En nuestro país el consumo de agrotóxicos pasó de 39 millones de kg/l en el año 1991 a los 600 millones de litros en la actualidad, por lo cual, el gran negocio de este modelo es la venta de productos, cuyo uso aumentó en paralelo a la aprobación de variedades transgénicas, pues constituyen un mismo paquete tecnológico. En definitiva, se vuelve adicto al uso de químicos sintéticos tóxicos, ya que sumado a la expansión territorial, se ve obligado a aumentar las cantidades de aplicación debido al surgimiento de resistencias por parte de los distintos cultivos. La agricultura dependiente del uso de agrotóxicos es altamente problemática e insostenible ambientalmente, siendo incompatible con el principio ambiental que nos propone la Constitución Nacional en cuanto a que las actividades productivas del presente deben satisfacer las necesidades actuales sin comprometer el patrimonio ambiental de las generaciones futuras (Art. 41). Hablamos de agrotóxicos porque nos referimos, sin eufemismos, a venenos; es decir, sustancias tóxicas que generan distintos tipos de cáncer, afectación crónica del sistema hormonal y nervioso humano; entre otras afectaciones, tal y como señala la información científica debidamente evaluada, publicada y disponible. Nos preocupa y convoca la amenazante presencia de estos venenos en nuestros cuerpos (orina, sangre), que también contaminan el agua, el suelo y hasta la leche materna, que están presentes en la lluvia y en nuestros alimentos, y se dispersan con el viento. Requerimos la implementación urgente de un plan de reducción de su uso y políticas públicas de promoción y transición a sistemas productivos agroecológicos. Frente a la mentira de los paneles de construcción verde, decimos que si su proceso de fabricación será utilizando rastrojos envenenados y transgénicos, no puede ser sustentable. Corremos la voz de alerta frente a la trampa del acuerdo que se firmaría con Bioceres y Orthech, que nos pondría a la vanguardia de los experimentos a cielo abierto del agronegocio.

Tandil despierta: hay alternativas. Con este acuerdo el Intendente Lunghi le abrió la puerta de Tandil a BIOCERES, empresa que está esperando la aprobación para la comercialización del trigo transgénico HB4, autorizado en Argentina aunque su aprobación en Brasil (por ser el principal mercado importador del trigo argentino), se encuentra pendiente por inconsistencias en el estudio de impacto ambiental. El trigo modificado genéticamente (de la empresa Bioceres-Indear) aprobado en el país en octubre pasado, por la resolución 41/2020, recibió el rechazo rotundo de más de mil científicos y científicas del país y del mundo, que mediante una carta alertaron sobre los riesgos para la salud y el ambiente que significaría este cultivo transgénico, y sobre los procedimientos poco transparentes en el proceso de decisión. Su código genético (ADN) ha sido modificado con genes que lo hacen resistente a la sequía y al glufosinato de amonio, agroquímico 15 veces más tóxico que el glifosato. Este herbicida es peligrosamente letal para los seres vivos que contribuyen naturalmente a mantener la dinámica de los ecosistemas, deteriora enormemente la calidad del agua dulce acelerando procesos de eutrofización y penetra las napas subterráneas. Por otra parte, como sabemos, el trigo se auto fecunda en un gran porcentaje pero también se cruza con cultivos de cercanía, como sucede con la soja. Así, resulta ser el primer trigo transgénico del mundo y amenaza con contaminar las variedades de la agricultura viva.No es posible una coexistencia entre trigo transgénico y no transgénico, debido al proceso de contaminación genética que ocurre durante la polinización. Los datos científicos hablan de cruzamientos de entre 1 y 14%. A ello se suma la imposibilidad de evitar la mezcla de semillas en los procesos de transporte y acopio de granos. Con Bioceres y su tecnología HB4, un nuevo veneno estará servido en nuestra mesa. Al pan, pan y al veneno ¡fuera! Frente a la amenaza que significa el aterrizaje de los paneles de rastrojo del trigo de Bioceres en Tandil, decimos ¡Fuera Bioceres de nuestra mesa! Este acuerdo con Bioceres pone en grave riesgo el pan nuestro de cada día, base de la alimentación de las argentinas y los argentinos. Por eso reafirmamos la exigencia de alimentos sanos, seguros y soberanos y nos hacemos eco de la Campaña y de la Audiencia Autoconvocada “Con nuestro pan no”, organizada por por sectores científicos, de productores y organizaciones civiles que han alzado la voz para que nuestras autoridades dejen sin efecto la aprobación del trigo transgénico y que, al mismo tiempo, abran un amplio debate ciudadano informado, democrático y participativo, tal como lo prevé el Acuerdo de Escazú (Ley Nacional 27.566). ¿Los funcionarios para quién juegan? Queremos trigo limpio. Desde la Junta Vecinal por un Ambiente Saludable Tandil acompañamos el recurso judicial iniciado desde los emprendimientos de harina agroecológica; entre otros Monte Callado de Tandil, la Sociedad Argentina de Agroecología, el Colectivo de científicos y científicas Trigo Limpio y los pueblos originarios. Se trató de la presentación de un amparo ambiental colectivo, para frenar el cultivo de trigo transgénico en Buenos Aires y que además, el gobierno bonaerense evalúe los riesgos y daños que pueden producir. El mecanismo de aprobación de eventos transgénicos en Argentina es poco transparente e incompleto, incumple convenios internacionales, vulnera leyes ambientales, viola los derechos de los pueblos indígenas y tiene un sesgo netamente comercial. Asimismo, se manejan con un criterio agroexportador que prioriza la renta financiera por sobre la vida de la gente y de los ecosistemas y se realizan a espaldas del pueblo. En el caso puntual del HB4, fue manejado por la Cancillería de Felipe Solá, quien fuera el Secretario de Agricultura del gobierno de Carlos Menem que habilitó en el país la comercialización de la soja RR de Monsanto y con eso la expansión del monocultivo y la concentración en pocas manos de su renta millonaria. Para la habilitación de este inédito trigo modificado genéticamente, no se consultó a la Dirección de Agroecología, ni a ningún organismo del Estado ni de la sociedad. Esto vulnera la Constitución Nacional y los tratados internacionales de derechos humanos con jerarquía constitucional. Frente a esto, defendemos un campo con campesinos y campesinas y una agricultura sana y regenerativa para la vida digna. Estamos en situación de alerta porque deviene urgente proteger y defender nuestra Soberanía Alimentaria. Denunciamos la complicidad de ciertos sectores científicos que, bajo el paraguas protector del CONICET, resultan funcionales a los negocios de las empresas biotecnológicas, a costas de nuestra salud y la de los ecosistemas, sin responsabilizarse de las consecuencias que sus investigaciones traen a los territorios (como los desmontes, la contaminación, las enfermedades y varios problemas de salud, entre otros).Repetimos: ¡Paren de fumigarnos en Tandil! ¡El trigo transgénico no tiene licencia social! El proyecto de Bioceres y Ortech en Tandil, amenaza con profundizar la injusticia que actualmente vivimos. Le exigimos a nuestras autoridades que protejan a la ciudadanía de hoy y de mañana, con acciones acordes a los principios de la política ambiental de nuestro país, especialmente los de participación, prevención y precaución, priorizando el bien común, la salud pública y la conservación de los bienes naturales del pueblo tandilense. Solicitamos que el Municipio cuide la figura del interés superior de los hijos y a las hijas de Tandil, garantizando la plena vigencia de la Ley Nacional 26.061 de Protección Iintegral de niños, niñas y adolescentes; y de nuestras semillas criollas, atendiendo la promoción de los sistemas productivos ecológicos y de la agricultura familiar y campesina (Ley Nacional 27.118). ¡No queremos ser parte de este experimento! Estamos a favor de la construcción natural y cooperativa. En Tandil conocemos cientos de viviendas y también espacios de usos múltiples, de turismo y educativos (como en la Escuela Ernesto Sábato) construidos con tierra cruda. Contamos también con una ordenanza de construcción natural aprobada recientemente, germinada de la asociación civil y del esfuerzo colectivo, comunitario y cooperativo, la cual esperamos sea debidamente promovida por nuestras autoridades de modo de garantizar la construcción de viviendas ecológicas y saludables en el Partido. Asimismo, en la búsqueda de ejemplos reconocemos las experiencias que se han dado municipios de la región en el fomento de la agroecología, la construcción natural y la revalorización de los pueblos rurales con foco en el cooperativismo y el acceso a la tierra y a la vivienda. Además, valoramos las muchas iniciativas exitosas de productores y productoras de trigo agroecológico que existen en nuestro partido (como Monte Callado), así como en la provincia y el país. Reconocemos de igual manera, las políticas promovidas por los municipios y los proyectos agrupados en la RENAMA, y las investigaciones del INTA Barrow y el INTA Oliveros que demuestran que el trigo es rentable bajo un modelo agroecológico. Se trata de agricultores y agricultoras que cultivan trigo, siguiendo los principios agroecológicos, sin uso de plaguicidas y recuperando la fertilidad del suelo (siendo más resilientes a las sequías). Deseamos vivir en un ambiente saludable, porque es un derecho garantizado por el artículo 41 de nuestra Constitución Nacional y hacemos foco en el respeto al centro de vida de nuestros niños, niñas y adolescentes presentes y futuros, en tanto interés superior de la nación. Esperamos que estos ejemplos sean inspiradores de nuevas alternativas productivas que colaboren en la reconsideración del acuerdo firmado. Solicitamos frenar y discutir integralmente el proyecto de la fabricación de paneles de construcción, a partir de rastrojo de trigo, mediante mecanismos de democracia participativa. Exigimos una consulta popular. Denunciamos las decisiones que se toman a espaldas del pueblo y de la ciencia digna, y llamamos a la participación ciudadana confiando en el debate que se impulsa desde abajo, entre vecinos y vecinas que buscan lo mejor para su comunidad y sus familias porque consideran que las cosas no son así, están así y por eso podemos cambiarlas.

Junta vecinal por un ambiente saludable Tandil.