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Por Diego Iung.- La vicepresidenta solicitó la ayuda de Estados Unidos nada menos que en materia de Derechos Humanos y la colaboración para repatriar los miles de millones de dólares fugados en el exterior con el fin de pagar la odiosa deuda externa.

La vicepresidenta se reunió en la tarde de este lunes con el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley. Según ella misma hizo saber desde sus redes sociales, se trató de un encuentro en el que hablaron de la deuda con el FMI y Derechos Humanos, además de lavado de dinero, entre otros puntos.

La cálida reunión en la que Cristina pidió ayuda al embajador para el pago de la deuda tuvo lugar en paralelo a la iniciativa de repatriar los capitales fugados del país que presentó la bancada oficialista en el Senado. Quedan en claro algunas definiciones importantes en semanas en las que la crisis y el futuro del Frente de Todos ocupa un lugar central en todos los diarios y especulaciones sobre lo viene.

En primer lugar, la ex presidenta legitima definitivamente la deuda que ella misma había denunciado como una estafa ilegal del macrismo, incluso en su libro Sinceramente . Parece que lo escrito con la mano se borra con el codo. No solo no hubo investigación de la misma, ni desconocimiento, sino que ahora es el propio kirchnerismo el que le pide ayude a, nada menos, que gobierno norteamericano para poder cumplir con el pedido del mismo FMI.

Si Cristina se había mantenido centralmente en silencio luego de la votación dividida ante el Congreso a la hora de ratificar el acuerdo, ahora reaparece para ratificar que el kirchnerismo no cuenta con plan B. Pero, en una maniobra que sería grotesca sino se tratara de un nuevo acto de sumisión y entrega de la argentina a los pies del imperialismo, se le solicita al propio estado que garantizó los fondos para la deuda y la fuga masiva de capitales (como accionista central del Fondo) durante el gobierno de Macri que ayude a «crear un Fondo Nacional para la cancelación de la deuda con el FMI con recursos recuperados en el exterior del lavado y la evasión». El mismo Fondo al que, según se denunció, no puso límites (violando incluso su propio estatuto), para que los miles de millones del prestamos a Macri se usaran para la fuga.

e trata de una verdadera lavada de cara de la principal potencia mundial que, hace décadas, utiliza el mecanismo de la deuda en diversos países para someterlos aún más a sus intereses económicos y geopolíticos. Parece que, la denuncia al FMI y la «mística» que intentaron recrear sectores militantes del entorno de Cristina y Máximo en los últimos días de roces y palabras «subidas de tono» con el sector que responde al Presidente, apenas alcanzaron a llegar hasta la puerta de la embajada.

Como se plantea en esta nota, el proyecto de ley que conversó Cristina con el embajador y que sectores del Frente de Todos presentaron esta tarde, no es más que puro humo. Destinado de antemano a fracasar sin mayoría propia y ante la negativa de Juntos por el Cambio, se trata de un acto puramente demagógico, pocas semanas después de haber cerrado el acuerdo con el propio FMI, que condena a la Argentina a profundizar su sometimiento y entrega. Esto sólo podría impedirse tomando medidas que realmente apunten a terminar con la sangría permanente de recursos que implica la fuga de capitales, como la constitución de un monopolio del comercio exterior y la puesta en pie de una banca estatal única controlada por los trabajadores, además del no pago de la deuda ilegítima, ilegal y fraudulenta.

Condores

No sólo conversaron de deudas con el embajador. Aunque no trascendieron detalles, otro de los temas que tocaron, según confirmó la vicepresidenta, fue sobre «derechos humanos». Se trata del representante del país que por excelencia se dedica hace décadas a cometer las mayores aberraciones en todo el planeta. Desde el impulso de decenas de dictaduras en todo el mundo, como el plan Cóndor en América Latina – del que fue parte la dictadura genocida en nuestro país – hasta las torturas en Guantánamo o la violencia cometida contra los inmigrantes que intentan cruzar la frontera de ese país desde México, por solo mencionar algunas de ellas.

Mientras sigue el circo entre oficialismo y oposición, que en estos últimos días parecen intentar gestos para evitar que la sangre llegue al río, se vuelve más evidente que no hay salida a las cadenas del sometimiento, el ajuste y la dependencia que no vengan de la propia lucha del pueblo trabajador.

Es por eso que es más urgente que nunca que las centrales sindicales, los movimientos sociales y todas aquellas organizaciones que dicen rechazar el acuerdo con el Fondo abandonen ya la tregua y convoquen a enfrentar en las calles la degradación de las condiciones de vida que vienen sufriendo aceleradamente las amplias mayorías.