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Por Lucía Ortega.- Massa hizo lo que Guzmán quiso, pero no pudo. Desde que en julio asumió la conducción centralizada de la política económica, el gasto primario tuvo una contracción real del 19 % interanual. Con la inflación como estandarte para licuar las partidas, Massa apunta a cumplir la meta del FMI con el aval de Cristina Fernández y Alberto Fernández.

El Fondo Monetario Internacional aprobó este jueves la tercera revisión trimestral sobre Argentina y desembolsó U$S 6.000 millones para pagar vencimientos del préstamo stand by que tomó Macri. “Las políticas macroeconómicas más estrictas desde julio están comenzando a dar frutos: la inflación se está moderando, la balanza comercial está mejorando y la cobertura de reservas se está fortaleciendo gradualmente”, planteó el comunicado del Directorio del organismo. Bien 10 para Sergio.

No fue magia. La aprobación del FMI a la gestión de Sergio Massa, aún con diferencias prácticas (como por ejemplo respecto al “dólar soja”), está explicada principalmente por el éxito en reducir aceleradamente el gasto fiscal. Y no sólo por eso, la “magia” fue también hacerlo con el aval de las dos principales coaliciones políticas, es decir, de todas las alas al interior del Frente de Todos, y el de Juntos.

En otras palabras, el ajuste (inconcluso) de Martín Guzmán que motivó las críticas de Cristina Fernández ante la derrota electoral de medio término en 2021 y que derivó en su salida anticipada, pudo ser llevado adelante por Massa sin que medie siquiera ni una mínima mención por el kirchnerismo.

De acuerdo con un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) que analiza la ejecución presupuestaria de este año, “en los últimos cinco meses los gastos primarios cayeron 18,8% año contra año, lo que contrasta con la suba de 12,5% del primer semestre”.
Más concretamente, el gasto en julio cayó 11,5% interanual, en agosto 20,4%, en septiembre 15,9%, en octubre 16,8%, hasta llegar a la caída récord de 27,7% en noviembre, como muestra el siguiente gráfico.

Variación anual de los gastos primarios. Administración Nacional.

De esta forma, si bien en los primeros seis meses el gasto era creciente, el resultado acumulado a noviembre en los 11 meses del año es de un recorte del 5 % respecto al mismo período del año anterior, según OPC. Y la obsesión por las tijeras parece no cesar ni en la cercanía a las fiestas. En la primera semana de diciembre el gasto cayó 52 %, según la consultora Analytica.

Cabe recordar que lo único que importa es cumplir con la meta del Fondo: déficit primario de 2,5% del PBI en 2022, 1,9% en 2023. Unidad de propósitos, juego en equipo, Todos y Juntos por la austeridad. De acuerdo a OPC, en noviembre se estaría llegando a un déficit primario de 2,4 % y un déficit financiero (incluye intereses de deuda) de 3,9 %.

Para lo que no parece haber mucho problema es en abrir la canilla a la hora de pagar deuda: los intereses de deuda pagados en noviembre crecieron 20 % interanual, en el acumulado del año aumentaron 1,9% y ya absorben 1,6% del PBI.

Las consecuencias del ajuste fiscal

Reducir el gasto fiscal es festejado por el consenso capitalista, como si se tratase en sí mismo del “rumbo correcto”, construyendo un relato en el que intentan convencer a los asalariados y hasta a los desocupados y beneficiarios de planes sociales que es por el bien de todos. Los más entusiastas llegan incluso a sugerir que la (magrísima) desaceleración de la inflación el último mes (que alcanzó al 4,9% mensual!) responde a ese “éxito”, desempolvando teorías ortodoxas y mecánicas de la relación entre el gasto público y los precios, totalmente inertes para explicar el actual fenómeno inflacionario crónico pero funcionales a presionar por más ajuste.

Pero las consecuencias de este recorte recaen sobre las condiciones de vida de las mayorías. En primer lugar, porque el ajuste en las partidas sociales significa menos bienes, servicios e ingresos para un conjunto amplio de la población que sólo puede acceder a servicios públicos necesarios para su vida como educación, salud, vivienda, infraestructura, o también prestaciones y haberes del sistema de seguridad social y asistencia estatal alimentaria y de ingresos. Así también, para los trabajadores que dependen del estado y ven recortados sus salarios.

Por ejemplo, de acuerdo a OPC en el acumulado a noviembre en contraste con el mismo período del año pasado hay partidas sensibles que se vieron reducidas en relación a la inflación, como las erogaciones en Políticas Alimentarias (-5,2 %) “debido a que la actualización del valor de la Tarjeta Alimentar estuvo por debajo de la variación de precios”.

Así también, la Asignación Universal por Hijo (-11 %), “debido a que los impactos de la fórmula de movilidad resultaron inferiores a la inflación”. Esto también repercute directamente en todas las prestaciones que brinda la Anses, como las jubilaciones y la pensiones que perciben 6 millones de jubilados y otros 1,5 millones de beneficiarios de pensiones no contributivas. Según cálculos de La Izquierda Diario, los haberes mínimos se derrumbaron un 10 % en los últimos tres años (sin considerar bonos)

Sólo las asignaciones familiares lograron tener una variación positiva (+15,2 %) por el complemento mensual para tramos más bajos. Así también los haberes jubilatorios en la mínima que percibieron bonos con el fin de “compensar” la pérdida con la inflación, que sólo permitieron mantenerlos en el nivel de indigencia y no hundirlos aún más en la miseria.

Es por ello que a pesar de los 6 bonos otorgados en el año y del incremento en la cantidad de beneficiarios, las jubilaciones y pensiones apenas tuvieron una variación de 1,2 % y las Pensiones no contributivas 1,1 %. Una gran cantidad de haberes vieron caer su poder real. Lo que le importa a Massa y al FMI es que la partida logró licuarse enormemente con la inflación.

Tarifazos: los subsidios energéticos tuvieron una reducción de 1,9 % interanual, lo que el gobierno buscó trasladar a usuarios con el esquema de tarifas segmentadas. Así también, las Transferencias a las Provincias se recortaron 7,7 %, entre las cuales se destaca una disminución de 29 % de las transferencias a las Cajas provinciales previsionales (presionando así por reducción de los haberes jubilatorios de regímenes provinciales), y las transferencias a hospitales provinciales (-14,1 %).

El informe destaca otros ajustes de partidas del gasto aún más pronunciados de -8,1 % en Inversión real directa, -21,5 % en Inversión financiera, de -31,1 % en bienes y servicios, -41,5 % en Transferencias de capital (destinadas a Fondos Fiduciarios, Empresas Públicas y Provincias), Otros gastos corrientes -51,8 % y -54,4 % en Otros subsidios.

Salarios y actividad económica

En segundo lugar, el ajuste está apoyado fuertemente en la caída de los salarios. Ya no sólo de los empleados públicos para reducir el déficit fiscal, sino en un plano más general de deterioro del poder adquisitivo ante la inflación crónica. El salario real de los trabajadores registrados cayó 5 % en octubre en su comparación interanual, alejándose aún más de la posibilidad de recuperar algo de lo perdido con el macrismo, tal la promesa del Frente de Todos.

Y por último, no deben subestimarse las consecuencias del ajuste fiscal sobre la actividad económica. Menos bienes y servicios, menos inversión, aporta a la desaceleración económica que ya acumula dos meses consecutivos de variaciones mensuales negativas. De acuerdo a un informe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo – FIDE, esta política está impactando en diversos sectores de la economía real, como en el consumo, en donde se mantiene una dinámica caracterizada por el estancamiento y caídas de ventas en los últimos cinco meses. En definitiva, el freno en la actividad implica a la larga menor generación de empleo.

Fin de año, época de balances. El FMI calificó a Massa con un 10 en ajuste. Las familias trabajadoras estarán sacando su propia conclusión a la hora de sentarse a la mesa navideña.