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Por Corriente Nacional Docente Conti-Santoro / Razón y Revolución.- Durante el mes de septiembre llegó la noticia esperada por miles de docentes: la renovación de programas de “fortalecimiento de los aprendizajes” en el nivel inicial, medio y secundario. La alegría general de las y los compañeros es entendible. Frente a la gran desocupación docente, el hecho de poder tomar cargos, da un alivio al bolsillo familiar. Más aún si tenemos en cuenta que desde el 15 de julio, cuando finalizaron los programas +ATR y FORTE, la mayoría de estas compañeras y compañeros estaban sin trabajo, sin obra social y sin ninguna certeza de qué iba a pasar. Así, en las últimas semanas las escuelas se llenaron de más personal. Ahora bien, el hecho de que los nuevos programas brinden un consuelo parcial, no debe impedirnos reflexionar sobre los problemas que arrastra la educación, las condiciones de esos cargos y las implicancias para la calidad educativa.

Sobre los programas

Los programas son tres: Programa especial de Intensificación y Articulación de Trayectorias Educativas entre Nivel Inicial y Primario, Programa de Fortalecimiento de los Aprendizajes para el Nivel Primario, y el Programa Especial de Acompañamiento Institucional a las Trayectorias Educativas e Intensificación de la Enseñanza. Están destinados a los niveles inicial, primario y secundario respectivamente. Para la designación en general, se siguieron los criterios de continuidad. Es decir, que las instituciones debían priorizar docentes que se hubieran desempeñado en los programas previos en las escuelas y jardines. Cada docente puede acceder solo a un cargo por el carácter rotativo del horario y se prioriza a quienes tengan menos de 10 o 14 módulos o el equivalente. Esta diferencia depende del nivel educativo, pero no nos importa aquí ver las especificidades de cada uno sino lo que tienen en general.

Los cargos del programa durarán entre el 1 de septiembre hasta el 31 de diciembre. El salario será el de maestra de grado que recién se inicia. Es decir, $91.048,84. En líneas generales la tarea será revincular, en conjunto con los equipos de orientación de las escuelas, a estudiantes que hayan desertado, coordinar actividades pedagógicas con el equipo docente, acompañar y orientar a las y los estudiantes. Los destinatarios son las alumnas y alumnos que hayan tenido “baja intensidad en los aprendizajes y/o con vínculo intermitente o no sostenido con la institución educativa”. Para que nos demos una idea, se señala que “baja intensidad” en el nivel secundario corresponde a más de la mitad de las materias con TED o TEP. Es probable que las instituciones no solo acerquen el programa a esos estudiantes sino que lo hagan más abarcativo. Sin embargo, ese señalamiento ya nos dice mucho de la concepción del gobierno respecto de qué es una trayectoria que requiere ser “orientada”.

Aquello que da el Estado vs. aquello que necesitamos

Una mirada rápida por los programas nos permite sacar varias conclusiones. La primera es que vienen a paliar la situación alarmante de desocupación docente. Esto lo vemos en que los postulantes no pueden tener más de 10 módulos. Esto se debe a un criterio del gobierno de intentar «repartir las horas».

Ahora bien, la desocupación docente es tal que hay docentes de los listados oficiales y con alto puntaje tomando cargos en estos programas. Esto da cuenta del avance de la crisis y de la respuesta del gobierno: en lugar de valorizar la tarea docente, la precariza. No estamos en presencia de ninguna novedad puesto que desde Fines a esta parte, la tendencia a la «fineslizacion» de la educación, no hace más que profundizarse.

La segunda conclusión es que se trata de una solución de muy corto plazo: en enero estos compañero y compañeras van a volver a estar sin obra social, sin trabajo y sin saber cómo pagar el alquiler y mantener a sus familias. Incluso durante estos meses, lo que van a cobrar no cubre ni la mitad de la canasta familiar que fue, según Ate Indec, de $192.651 en agosto.

De más está decir que los docentes que toman estos cargos están por fuera del estatuto. No saben cuántas faltas pueden tener ni en qué casos tienen derecho a licencia. Podemos ver a cientos de compañeros y compañeras preguntando por estás cuestiones desconcertados en los grupos de WhatsApp. Ya vivimos en los momentos más duros de la pandemia a compañeras que se enfermaban de covid, se tenían que asilar o debían cuidar familiares enfermos y no sabían qué iba a pasar con su continuidad laboral.

Hay otra cuestión para tener en cuenta. Estos programas no procuran revertir el desastre educativo de hace décadas (solo agravado por la pandemia), sino retener a las y los estudiantes en las escuelas. Que quede claro algo, las y los docentes que tomaron estos cargos, al igual que los compañeros/as que fueron FORTE y ATRs ponen todo de su parte para que la tarea de acompañamiento y orientación salga bien. No se trata para nada de desvalorizar su tarea sino por el contrario, de organizarnos para darle valor real. Pensemos que más de la mitad de la población escolar termina la primaria e incluso la secundaria sin comprender lo que lee. En esta situación se necesitan políticas serias, no parches.

Necesitamos la creación de cargos, el desdoblamiento de cursos para que docentes bajo el estatuto y con estabilidad y continuidad den clases a grupos reducidos de alumnos/as. Los compañeros y compañeras de los programas deben poder trabajar en esas condiciones. Además, necesitamos un salario igual a dos canastas básicas. Hoy, el salario que cobramos hace que debamos trabajar tres turnos para poder llegar a fin de mes. Con un salario acorde a nuestra labor, las horas se repartirían porque todos necesitaríamos trabajar menos. Esto mejoraría la calidad educativa en tanto y en cuanto un docente quemado no puede formarse, no puede preparar las clases como es necesario, no puede hacer un seguimiento mejor de las y los alumnos.

Por supuesto que necesitamos que las familias de nuestros alumnos vivan bien, que nuestras alumnas vayan a la escuela bien alimentadas, que reciban viandas de calidad y tengan jornadas completas.

Todo indica que mejorar la calidad educativa liga a la lucha salarial con la lucha política. Por eso, te proponemos que nos organicemos por las dos vías. Afiliate a un sindicato, organizá asambleas en las escuelas para debatir todo lo que necesita la educación. Pero vayamos por más, construyamos un congreso educativo nacional que organice el programa que necesita la clase obrera para la educación.


Nota completa en Razón y Revoución.