Espacio Publicitario

publicidad
publicidad
publicidad

SOBRE LA ATENCION EN LA OBRA SOCIAL PAMI –  Por Edgardo Tosi (*): Cuando se han sobrepasado las bodas de oro con la vida, y se tiene buena memoria, las cosas se ven diferentes. Con mucho pasado para comparar y habiendo conocido el sabor amargo del macaneo un escepticismo profundo se va adueñando de uno. ¿Quien se acuerda de Norma Plá? (info) Aquella poco elegante jubilada que, a grito pelado exigiendo 450 dólares de haber mínimo, lograba hacer llorar lágrimas de cocodrilo a un Caballo italiano que hacía de ministro de economía. Hoy, con una moneda yankee depreciada, se cobran 400 que ya no alcanzan. Se llegó a menos de 300 cuando la inflación era tildaba de sensación y el dólar caminaba por andariveles paralelos. El macaneo oficial cambia con los gobiernos, pero la norma sigue siendo “macaneo”.

No estamos aquí para refutar lo que hoy se dice o se aplica. Queremos ir más allá: golpear al sistema en su fondo de prejuicio y desorganización que no siempre se asienta en el poder político.

Lo deplorable, lo que debería ser imposible de soportar, pero se soporta, es la atención que recibe el “beneficiario”. A priori “se sabe” que el viejo no entiende, porque es viejo. Si reclama por un servicio mal prestado es porque no sabe. Si alguien se equivocó porque no prestó atención es el viejo el responsable. Las colas son interminables para lograr turnos lejanos en el tiempo. Un “Venga dentro de 6 meses” planteado en julio por el médico, significa que si pide hora con tiempo en octubre, recién logrará ser atendido en febrero o marzo. El viejo llega media hora antes, el medico dos horas después. Cuando el proceso a seguir es habitual para todos pero no para el primerizo, no se le explica o se lo hace mal y rápido, total no entiende. Si sigue un camino equivocado aconsejado por otros viejos con más experiencia y sin embargo logra llegar al final, le faltará el “pendorcho del periripipito” y de vuelta al principio. “Usted no me dijo que venía por primera vez”, se le aclara con un tono que significa “viejo estúpido…”, cuando se le debió pedir disculpas por no habérselo preguntado.

Una caída de presión que necesita un electrocardiograma para investigar una posible lesión se logra hacer 25 días después. Si se pide un control de presión de 24 horas su implementación requiere nuevamente del medico de cabecera que debe tramitar la receta electrónica. Idas y vueltas llevan 15 días para volver al cardiólogo. Como éste está de vacaciones se ha pedido a la clínica interviniente que no envíe nuevos pacientes hasta primero del mes siguiente. Por suerte el enfermo goza de buena salud y soporta el paso del tiempo y las caminatas para seguir el trámite. El caminar es sin duda saludable.

La atención resultaría mejor si todos consideráramos a esos viejos como a cualquier otro ser humano con treinta años menos. Individualmente más o menos estúpido, pero con treinta años de experiencias diversas que aprovechadas resultarían útiles. No siempre, ni todos actúan así, pero el porcentaje es alto y el sistema lesiona a quienes debería servir.

 

(*) historiador e investigador barrial.