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Por ANRed.- Una joven de la localidad de Pilar fue acompañada por su madre enfermera a solicitar una interrupción voluntaria del embarazo y sufrió múltiples violencias. Tuvo que acudir a varias instituciones para acceder a la práctica que finalmente sucedió en el Hospital Provincial General Manuel Belgrano en la localidad de San Martín, dónde fue maltratada por el personal profesional que la atendió. «Quiero que ésto se visibilice para que no le pase a otra chica. Mi hija fue acompañada, pero hay pibas que van solas. El hospital está en una zona muy humilde, entonces pienso en esas pibas que van solas y las maltratan. Éstos torturadores y torturadoras no pueden seguir impunes, hay que denunciarlos y hacer visible lo que han hecho. Los nombres de las médicas nunca los supe porque nunca se identificaron y las enfermeras tampoco» explicó la madre de la joven quien además envió una carta de denuncia al director del hospital Dr. Nicolás Rodriguez para denunciar lo ocurrido.

Una joven de la localidad de Pilar fue acompañada por su madre a solicitar una interrupción voluntaria del embarazo y sufrió múltiples violencias. Desde ANRed, dialogamos con Nely, mamá de la joven y enfermera en ejercicio hace 34 años, quien relató lo sucedido.

«Mi hija descubre que está embarazada en plena ruptura con una pareja violenta. No quería tener hijos, aún así decide continuar para poder pensarlo. Yo la acompañé en todo. Comienza con pérdidas entonces acudimos a la Clínica Fátima en Pilar que trabaja con nuestra obra social IOMA. Ahí comenzó el maltrato porque el médico que no tenía pacientes la hizo esperar una hora y media. Teniendo dolor y pérdidas se recostó en un banco y yo reiteré el llamado diciendo que mi hija se sentía mal. Bajó el médico ofuscado y la trató mal. Me dejaba afuera del consultorio. Le dije que no, que iba ingresar porque es legal que pueda presenciar la consulta. Observé cómo le oprimió el vientre hasta que la hizo gritar y quería hacerle un tacto y mi hija no se lo permitió. Como no accedió el médico le dijo: –bueno hacete una ecografía y arreglate, porque seguro ni siquiera estás embarazada. Salió llorando de la consulta» .

Continúa «con esa orden nos fuimos a otro consultorio de IOMA que se llama Lourdes, donde le hacen la ecografía con un mal pronóstico porque había un hematoma más grande que el embrión que no permitía que se nutra y oxigene. Entonces era un embarazo de riesgo. Con ese diagnóstico vamos a otro médico que le indica tomar progesterona y hacer reposo absoluto. Ella le preguntó qué garantías tenía de poder continuar con el embarazo y el médico le respondió que: ninguna. Entonces ahí decide interrumpir la gestación. El médico de apellido Guevara le contesta:– ¿lo encargaste? ahora seguis con la gestación«.

Así comienza el relato de Nely contando el derrotero que tuvo que sufrir su hija para acceder a un aborto voluntario, práctica legal, segura y gratuita a partir de la sanción de la Ley 27.610 en diciembre del 2020.

«Llegamos a casa y por medio de un familiar me contactan con una obstetra que trabaja en el CAPS de San Andrés en la localidad de San Martín. Nosotras vivimos en Pilar, nos queda en la loma del quinoto pero aún así decidimos acudir el 1º de agosto. En ese momento ya entraba en la 9na semana de gestación. Nos atienden muy bien, con un afecto la han abrazado a mi hija, no lo voy a olvidar y estoy agradecida. Le brindaron la información y la medicación.

Volvimos a casa y alrededor de las 16hs comenzó a hacer el proceso de interrupción. Toma la medicación y comienza a sentir que se le duerme la boca, más de lo común ya que es normal el adormecimiento porque la pastilla se disuelve en la boca. La miro y le veo la boca inflamada, le doy un vaso con agua y no podía tragar. Noto que el color de sus labios cambia y me doy cuenta que estaba haciendo una reacción. Llamamos a la profesional que nos atendió por la mañana y le relatamos lo acontecido. Nos recomienda que tome la otra dosis porque ya había iniciado el proceso y que acudamos al centro de salud, pero no al CAPS sino al hospital zonal General Manuel Belgrano. Nos habían recomendado hablar con una profesional médica en especial, pero en ese momento no estaba. Mi hija llegó al hospital con mucho dolor pero sin pérdidas y con la segunda dosis de misoprostol. Nos hacen pasar por un pasillo larguísimo y entramos en un consultorio de guardia de obstetricia y aparece una médica que le dice:- a ver tesoro acostate, voy a tener que hacer un tacto para ver como esta el útero. Misoprostol ya no podés tomar el proceso tiene que terminar acá.

Le hace el tacto y le dice:- gordita aquí tengo el embrión. Le preguntó si lo quería ver y mi hija le dijo que sí. Se dirige amí y me dice: -me quedan algunas dudas, el útero se está cerrando y queda la placenta y los restos. Entonces yo me imaginé porque trabajo en salud hace 34 años, que le ponían un goteo para conseguir la dilatación y atrás de eso, legrado y quirófano. Obviamente no me agradaba la idea pero era necesario. Ahí me indica que salga del consultorio para que ingresen otros colegas para consultar cómo seguir. Salí del consultorio y me quedé afuera. Ingresan unas tipas re violentas me hacen salir del pasillo de mala manera y me voy hasta el estacionamiento a buscar unos bolsos porque pensé que se iba a quedar internada. Al regresar escucho los gritos de mi hija. Eran gritos desgarradores, ruidos guturales extraños, me pregunto: ¿qué está pasando?. Escucho a la enfermera que le dice:– no llames a tu mamita porque se mandó a mudar. La médica le dice: –¿ves? esto es por no cuidarte. Cuando ésto termine te voy a indicar los métodos anticonceptivos. Detrás escuchaba los gritos de mi hija. Empecé a querer empujar la puerta para entrar y no me dejaron. Por fin terminan y recién ahí me dejan ingresar y me encuentro a la nena desnuda pálida como un papel llena de sangre, hasta la pared. Mi nena lloraba y temblaba, no me dejaban acercarme a ella. Y la médica me decía: -¿usted sabe lo que es un anticonceptivo? ¿entiende? . Ésto le pasó por no cuidarse y podría haber sido mucho peor».

Nely se quiebra en el relato y se angustia al repasar los hechos de violencia que les tocó vivir por querer acceder a un derecho. Retoma «les pedí que me dejen abrazarla y pedí un apósito porque hasta en el pelito tenía sangre. Veía las bandejas con las herramientas llenas de sangre. Traté de consolarla y como pudo se paró.  Las profesionales dicen:- ¡que se pare, se vista y se vaya!. Ni una observación médica, ni una indicación, ni siquiera le pusieron un acceso venoso por si hacía una hemorragia. ¡Nada!. No usaron ningún tipo de anestésico local. ¡Sin anestesia, lo que lo conviernte en una tortura!. Lo que le hicieron fue dilatar el útero a mano, luego introdujeron espéculos y pinzas lo que le provocó un dolor tremendo, que aún no entiendo como lo soportó. Mi hija quedó muy mal emocionalmente. Días después continuó con pérdidas y por eso evaluaban la posibilidad de hacerle un nuevo legrado en otro nosocomio. Se hizo un análisis de orina en el hospital donde trabajo y dio que tenía una infección. Realizó una nueva ecografía y vio que quedaron restos, coágulos y la ecografista le dijo: – ¡esto es aberrante!».

La joven y su madre enviaron una carta al director del hospital Manuel Belgrano de San Martín, Dr. Nicolás Rodríguez para denunciar lo ocurrido. A la fecha aún no recibieron respuestas.  «Quiero que esto se visibilice para que no le pase a otra chica. Mi hija fue acompañada, pero hay pibas que van solas. El hospital esta en una zona muy humilde, entonces pienso en esas pibas que van solas y las maltratan. Éstos torturadores no pueden seguir impunes, hay que denunciarlos y hacer visible lo que han hecho. Los nombres de las médicas nunca los supe porque nunca se identificaron y las enfermeras tampoco» finalizó Nely.