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Marcharon desde la avenida 9 de Julio a Congreso. Difundieron un documento donde denuncian en general a “los formadores de precios”. Al mismo tiempo llaman a un «Acuerdo Nacional» con los grandes empresarios que están empujando el ajuste y avalan al Gobierno nacional que, entre otras cosas, acaba de anunciar un tarifazo en los servicios de luz, gas y agua.

Este miércoles, en la Ciudad de Buenos Aires, tuvo lugar la marcha que había convocado la CGT. La convocatoria sumó el aval y la participación de la CTA y también de varios de los movimientos sociales oficialistas. En las calles, junto a las banderas de los sindicatos, pudo verse las del Movimiento Evita y la Utep, entre otras.

La movilización estuvo muy lejos de lo publicitado por las conducciones sindicales burocráticas. En las horas previas se había hablado de poner «medio millón de personas en la calle». Las imágenes aéreas inducen un cálculo bastante más modesto. Quizás por eso, los dirigentes optaron por no reunir la totalidad de los manifestantes en algún lugar que hiciera evidente los número y optaron por una suerte de «desfile» donde las diversas columnas se movían con bastante autonomía.

El cálculo de los manifestantes se convirtió en tema de debate. Los titulares de la misma central intentaron atajarse de las críticas. En la conferencia de prensa que tuvo lugar al final de la jornada, el camionero Pablo Moyano dijo que «no daba cifras» para evitar las manipulaciones que solían hacer los medios.

Más allá de ese debate, resultó evidente que la convocatoria no era lo esperado ni estaba a la altura de lo que las organizaciones sindicales pueden movilizar si convocan seriamente. Sin embargo, esto no había sido parte de las opciones.

Convocada hacía más de un mes, la movilización no tuvo objetivos claros desde el inicio. Maniobrando frente al descontento social y en el marco de la crisis interna del Frente de Todos, la marcha siempre pareció más un apoyo al Gobierno que una forma de enfrentar las políticas de ajuste. Jugando a las escondidas con las palabras y las declaraciones, durante semanas los dirigentes burocráticos evitaron confirmar la finalidad de la medida. En más de una ocasión se filtraron a los medios los debates internos, en los que se hablaba de no llevarla a cabo. En ese marco, resulta lógico que se no haya convocado a los trabajadores y trabajadoras a asambleas u otras instancias de discusión para decidir porqué marchar.

Un apoyo al Gobierno ajustador

Las ambigüedades se terminaron de despejar durante este miércoles. Temprano, en una entrevista radial, fue el abogado y ex diputado Héctor Recalde el encargado de confirmar que la movilización era en apoyo al Gobierno. Más tarde, desde la avenida 9 de Julio, fue Pablo Moyano quien le pidió al presidente Alberto Fernández medidas contra quienes especulan. Lo hizo al tiempo que afirmaba que los trabajadores «iban a bancarlo». Ese mismo argumento repetiría, más tarde, en conferencia de prensa, pidiéndole al Poder Ejecutivo una medida que está años luz de sus verdaderas intenciones: que estatizara la exportación de granos. Completando argumentos, Andrés Rodríguez (UPCN) se permitió decir que la marcha «no era contra nadie en particular».

Formalmente se denunció a los «formadores de precios” por su responsabilidad en la inflación. Sin embargo, los dirigentes de la CGT se permitieron el silencio completo frente al tarifazo en los servicios de luz, agua y gas que se anunciaron este martes. La conducción sindical tampoco dijo nada del acuerdo con el FMI, que está en la base de las políticas de ajuste -inflacionarias y recesivas- que implementa el Frente de Todos.

En la acusación contra los «formadores de precios», la conducción sindical omitió decir que es el mismo Gobierno el que garantiza que esos grandes empresarios lleven adelante una remarcación constante de precios. Sin la complicidad del Estado -que además les otorga múltiples beneficios- sería imposible esa actitud por parte de esos sectores capitalistas.

Una movilización que no sirvió a las luchas que hay en el país

El objetivo político de la CGT fue mostrar poder de movilización. Un objetivo puesto al servicio de contener la protesta social y el malestar que existe en millones de trabajadores y trabajadoras frente a la crisis social y económica, que se agudiza por la inflación creciente.

La medida no estuvo puesta al servicio de apoyar las luchas en curso para que triunfen. Una cuestión más que necesaria. Porqué, como se viene viendo, existen cada vez más procesos de lucha en distintos sectores de la clase trabajadora, a los que es preciso rodear de solidaridad.

Como la dura pelea que vienen llevando adelante los obreros del neumático, agrupados en el Sutna. Este miércoles protagonizaron una importante jornada de lucha, que empezó con paros en las tres plantas y luego llevó a movilizaciones y cortes de fuerte impacto. La acción de los trabajadores implicó un corte sobre la Panamericana, otro en las vías del tren Sarmiento y uno más en la rotonda de Lavallol. Los trabajadores de Fate, Pirelli y Bridegstone-Firestone hicieron acciones contundentes, en el marco de una pelea que ya lleva más de tres meses.

Otro tanto viene ocurriendo a nivel nacional con la lucha de la docencia, que se desplegó a lo largo de 8 provincias en las últimas semanas. Una lucha que obligó a la conducción burocrática de Ctera -alineada con el kirchnerismo- a convocara al primer paro nacional del sector docente el pasado miércoles. Una medida de fuerza que, aun con desigualdades, se mostró fuerte.

Cabe agregar la pelea que vienen dando las organizaciones de desocupados independientes del Gobierno, que reclaman contra el ajuste en las partidas sociales. Ajuste que está directamente relacionado con el acuerdo firmado con el FMI.

Plaza de Mayo: una denuncia contra el ajuste, una exigencia de paro nacional en apoyo a las luchas

Esas fueron las demandas que se escucharon, un poco más tarde este miércoles, en Plaza de Mayo. Fue en el marco del acto convocado por los movimientos de desocupados opositores, el sindicalismo combativo y la izquierda.

En esta movilización, que contó con la presencia de referentes de múltiples sectores del movimiento obrero, no solo se denunció la inflación que empujan los grandes empresarios. También se atacó duramente la política de ajuste del Gobierno nacional, amparada en el acuerdo con el FMI.

En ese marco, volvió a sonar fuerte la exigencia de paro nacional y plan de lucha hacia la conducción de la CGT y las CTA. Se hace cada vez más urgente emprender ese camino, para desarrollar una fuerte lucha que le permita a la clase trabajadora plantear una salida propia a la crisis. Una salida que puede apoyarse en las muchas luchar que crecen a lo largo del territorio nacional.