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Izquierda Diario.- El jefe de Gobierno porteño encabezó una conferencia de prensa acompañado por dirigentes de Juntos y apuntó contra la vicepresidenta por «enfrentar a los argentinos». Cristina habló más tarde desde las puertas de su casa, llamó a que «dejen de competir a ver quién odia más a los peronistas» y pidió a la militancia ir «a descansar que ha sido un largo día». Ambos discursos cerraron así el show de declaraciones tras la represión, corriendo la agenda hacia una polarización más marcada que nunca de cara a la campaña presidencial del año que viene.

Luego de la represión de la Policía de la Ciudad contra manifestantes kirchneristas en las inmediaciones de la casa de la vicepresidenta, se desató un show de declaraciones cruzadas entre representantes del Frente de Todos y de Juntos. En el primero, hasta el presidente se despachó con su opinión a través de un hilo de Twitter en el que condenó la represión policial. En el caso de la oposición de Juntos, incluyó hasta la redacción de un comunicado en el cual avalaron y legitimaron la represión policial, asegurando que «el kirchnerismo necesita la violencia» y que la vicepresidenta busca «alterar la paz social».

En esa misma sintonía ya se habían pronunciado distintas personalidades y dirigentes de ese espacio, entre ellos María Eugenia Vidal y Mauricio Macri. Pasadas las 21:30, llegó el turno de Horacio Rodríguez Larreta, quién encabezó una conferencia de prensa acompañado por Vidal, Jorge Macri, Diego Santilli, Cristian Ritondo y Soledad Acuña, entre otros. En esa conferencia, el jefe de Gobierno porteño dijo que lo que ocurrió en Recoleta no era una manifestación sino “un plan sistemático de ocupación del espacio publico” (sic) y apuntó contra Cristina Kirchner, respaldando el accionar de la Policía de la Ciudad. “Nosotros siempre trabajaremos por la paz social. En cambio la vicepresidente y el kirchnerismo no hacen mas que echar nafta al fuego”, apuntó Larreta y señaló: “La vicepresidenta busca que la solución de sus problemas con la justica argentina se dirima en las calles, enfrentando a unos argentinos con otros. No lo vamos permitir”.

El endurecimiento en el discurso del jefe de Gobierno y la foto acompañado de numerosos dirigentes de Juntos, no hace más que confirmar sus intenciones de subirse definitivamente al ring en la pelea electoral hacia 2023, alimentando la polarización contra el kirchnerismo y buscando cerrar la crisis por derecha que tiene con sus competidores como Milei y Bullrich.

Al finalizar la conferencia de prensa de Larreta, se anunció que la jornada terminaría con un breve discurso de la vicepresidenta desde las inmediaciones de su domicilio. Pasadas las 22 y en un escenario improvisado, Cristina apareció frente a los cientos de militantes que todavía aguardaban en Recoleta para escucharla hablar. Entre cantos de «Cristina presidenta», agradeció la presencia de quienes hace seis días acuden a su casa para manifestarle su apoyo y remarcó: “En el único lugar en el que desde el día martes hubo escenas de violencia fue en la puerta de mi casa”. Resaltó que “la gente se había manifestado pacíficamente” y aún así fue reprimida por la Policía.

A lo largo de su discurso, en donde destacó que «hay gente que quiere exterminar al peronismo y no tolera que la gente se exprese», le envió un mensaje a la oposición de Juntos: «Tenemos que pedirle a la oposición, sobre todo ahora que se avecina una nueva campaña presidencial, que dejen de competir entre sí para ver quién le pega más a los peronistas. Olvídense de eso. Se los recomiendo como ciudadana: esas competencias nunca llegaron a buen puerto en Argentina».

La referencia de Cristina Kirchner a la campaña presidencial no es casual. Por el contrario, evidencia que el horizonte de las elecciones 2023 ya es parte de la actividad de las dos principales coaliciones políticas, que nada tienen para ofrecer en medio del ajuste en curso y la subordinación del rumbo del país al plan del FMI. En ese contexto, la acusación y el antidemocrático pedido del fiscal Luciani de inhibición para ejercer cargos públicos y de 12 años de prisión por la causa Vialidad, ha sido un gran ordenador para un oficialismo sin rumbo, desgastado por la crisis, por sus internas y por ser el garante del ajuste.

Ya terminando sus palabras, Cristina agradeció el apoyo a la militancia y se despidió: «Créanme que a esta altura de mi vida no hay nada más importante que eso. Vayamos a descansar que fue un día largo». Así se terminó un día de furia, repleto de operaciones, puestas en escena, una represión premeditada por parte de la Policía de la Ciudad y acusaciones cruzadas de un lado y del otro. Pero sin duda una certeza queda flotando en el aire: este fue sólo un capítulo de los muchos que vendrán, en una campaña electoral que ya comenzó y en donde la grieta y la polarización volverán a ser el principal recurso de las dos grandes coaliciones.