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DUMBO, la nueva y gran aventura de acción real de Disney dirigida por el visionario Tim Burton, desarrolla la entrañable historia clásica que celebra las diferencias, valora a la familia y hace volar los sueños. Max Medici (Danny DeVito), dueño de un circo, vuelve a contratar a la ex estrella Holt Farrier (Colin Farrell) y a sus hijos Milly (Nico Parker) y Joe (Finley Hobbins) para que se ocupen de cuidar a un elefante recién nacido, cuyas enormes orejas lo convierten en el hazmerreír de un circo en aprietos. Pero cuando descubren que Dumbo puede volar, el circo hace un regreso triunfal y atrae al persuasivo empresario V.A. Vandevere (Michael Keaton), quien recluta al peculiar elefante para su nuevo y exuberante proyecto de entretenimiento llamado Dreamland. Dumbo vuela hasta lo más alto junto con una encantadora y espectacular acróbata aérea, Colette Marchant (Eva Green), hasta que Holt descubre que, debajo de su brillante apariencia, Dreamland está llena de secretos oscuros. Dirigida por Tim Burton. (sinopsis promocional)

Producida por Walt Disney Pictures y Tim Burton Productions.

Se exhibe en el Hoyts Moreno doblada al castellano, en 2D, 3D y 3D+DBOX.

LO BUENO: La fotografia oscura y sin embargo cálida – La simpatía de Danny DeVito – El electrizante vuelo de Dumbo

LO MALO: La aventura no convence – Los personajes son muy superficiales

1-HISTORIAS QUE SE CRUZAN

En realidad «Dumbo» no es una historia sino que son tres: 1) Holt Farrier vuelve de la guerra y se reencuentra con sus hijos. Con un brazo mutilado deberá recomponer la relación familiar y su actividad laboral en un circo en crisis. 2) Una elefante hembra preñada es incorporada al circo de los hermanos Médici. Da a luz un elefantito simpático pero de orejas enormes que es ridiculizado y menospreciado. Su madre lucha por protegerlo. 3) Max Medici es el dueño de un circo con dificultades económicas. La incorporación de un elefante bebé volador abrirá nuevas perspectivas al negocio.

Esta es una nueva versión del clásico de 1941 de los estudios Disney.

2- LA COMPETENCIA PARA PRODUCIR MAS

«Dumbo» fue el cuarto largometraje realizado por los estudios Disney. Estrenada en octubre de 1941 cuando Pearl Harbor no había marcado aún la entrada de EEUU en la Segunda Guerra Mundial lo que significaría su consagración como la potencia más importante del mundo. Para la década del 40 Disney Productions era el mayor empleador de dibujantes del país, decidido a dar un salto de calidad con la construcción de un nuevo y moderno estudio en Burbank, California.

En un ambiente familiar liderado por el paternal Walt, su política de recursos humanos tenía sin embargo como eje una jerarquización y competencia entre empleados enmarcado por grandes diferencias salariales que distanciaban a los dibujantes rasos, que eran los peor pagos de la industria, de los animadores estrella, que gozaban de un nivel salarial superlativo.

Luego de que se aventurara con la producción de largometrajes animados con la exitosa «Blancanieves y los siete enanitos» (1937) Walt Disney implementó una estrategia basada en los premios y castigos: los animadores que produjeran más, que aportaran más y mejores ideas serían beneficiados con bonificaciones y aumentos de sueldos, quienes no estuvieran a la altura de los estándares de calidad sufrirían recortes salariales y hasta el despido. Con los fracasos de «Pinocho» (1940) y «Fantasía» (1940) la retribución para la planta de creativos se vio implacablemente reducida.

Cuando en mayo de 1941, Art Babbitt, uno de los animadores mejor pagos de la Disney se solidarizó con sus superexplotados compañeros se inició la primera huelga en la historia de la compañía que duró 5 semanas. La producción de «Dumbo» quedó paralizada.

3-A PESAR DEL CONFLICTO

Esta situación obligó a Walt Disney a viajar a Sudamérica para entre otras cosas tener un encuentro de negocios con el por entonces morenense Florencio Molina Campos en su estancia de Cascallares.

Siguiendo la sugerencia de Nelson Rockefeller, Coordinador de Asuntos Interamericanos, y su amigo personal, Walt Disney pretendía hacer su aporte a la «Política del Buen Vecino» y afianzar lazos culturales con Latinoamérica en momentos en que la inminente entrada a la Segunda Guerra Mundial de EEUU requería de alianzas con su «patio trasero». En realidad ese viaje buscaba descomprimir un conflicto laboral que ponía en jaque la continuidad de la producción del nuevo largometraje y en serio riesgo las inversiones que apostaban al crecimiento de la compañía.

A su vuelta negoció el fin del conflicto aceptando la sindicalización de los dibujantes y concediendo aumentos salariales. A partir de ese momento nada volvió a ser igual. La ilusión de la empresa familiar liderada por los hermanos Walt y Roy Disney se había diluido.

«Dumbo» logró completarse con tan solo 64 minutos de duración. A pesar de no cumplir con los requisitos para ser estrenada como película clase A, la RKO tomó el riesgo y la destribuyó de todos modos. Fue un éxito de taquilla que permitió seguir alimentando la política expansiva de Disney Productions. La construcción de un parque de diversiones temático único en su tipo en esa época estaba empezando a delinearse en esos años.

4-EL SOMETIMIENTO QUE ENTERNECE

El argumento de la versión de «Dumbo» (2019) incluye al de la versión de 1941. La primera mitad de la película relata casi la misma historia que la de 80 años antes, con algunas modificaciones. De ahí en más toma vuelo propio haciendo transcurrir lo que queda de la historia en el parque de diversiones Dreamland. Las dos versiones tienen significativas diferencias y ese contraste puede permitir profundizar el análisis.

La versión de 1941 se centra en la singular amistad entre Dumbo y Timothy, un ratoncito hablador que lo acompaña, lo asiste, le aconseja, lo consuela y, luego del éxito artístico de Dumbo hacia el final de la película, es su manager y representante. Las vivencias de Dumbo y las palabras de Timothy, moldean una historia emotiva, humana de amistad y de fuerza para sobreponerse a la adversidad con simpleza, humildad y confianza en los propios talentos y en el arduo trabajo para desarrollarlos. Deben soportar burlas, humillaciones y descalificaciones.

No es dificil vislumbrar aquí los valores y los marcos ideológicos que se vivían en la Disney. La película plantea un desafío al elefantito muy similar al que se les planteaba a los dibujantes de la Disney. Incluso la huelga de mayo de 1941 esta delineada en los reclamos que los payasos hacen al dueño del circo.

Sin embargo, y significativamente, aquí es el humilde, silencioso, trabajador, humillado, aguantador a más no poder y sometido Dumbo, dueño de un talento único, quien triunfa y se eleva sobre el resto. Todas estas “virtudes” que la película enaltece son las que finalmente son recompensadas con un vagón de lujo al final del tren circense para mamá Jumbo y su exitoso hijo.

Es indudable que Dumbo enternece, así como emocionan el enorme cariño y confianza de fierro que Timothy le profesa. Es la habilidad perversa del viejo Walt para defender un sistema de dominación poniéndonos al mismo tiempo en los zapatos del más sometido y más obediente de sus víctimas.

5-MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES

En la versión de 2019 la trama de personajes es más abigarrada si bien sus personalidades no son singulares ni son tan relevantes, son más bien superficiales y hasta neutras. Compiten en forma desordenada por el protagonismo los personajes de las tres diferentes historias que se despliegan en la película: la de Holt y sus hijos en relación con Dumbo a la que se agrega Colette Marchant, la Reina de los Cielos, la de Dumbo y su madre (la más discreta), y la del dueño del circo Max Medici y su relación con Vandevere el empresario creador de Dreamland.

Son historias bastante previsibles con escenas poco trabajadas que no necesitan de personajes muy complejos. No obstante esta chatura no resulta fácil dilucidar el sentido de lo que se esta contando.

Hay que decir que «Dumbo» dirigida por Tim Burton tiene una trama dispersa y que contrasta con la clara síntesis y economía de recursos que despliega la versión de 1941.

Las escenas significativas están poco logradas y no parecen aprovechar casi nada de las posibles complejidades que ciertos detalles, como el brazo amputado de Holt, podrían aportar, un dispositivo muy propio de la poética burtoniana pero que de ninguna manera es desplegada aquí. El desenlace, muy apresurado, está lleno de corridas, vuelos rasantes para delicia de la platea, peleas y explosiones que pueden conformar a los espectadores menos exigentes pero que no consiguen despertar el interés, teniendo en cuenta las situaciones planteadas: la explotación e instrumentalización de un elefantito y de artistas circenses por empresarios del entretenimiento inescrupulosos.

El objetivo es entretener mostrando algunos detalles sombríos y perversos pero obviándolos sin profundizar demasiado en ellos. Un ejemplo: Los jóvenes entrenadores de Dumbo aseguran al empresario que si lo reúnen con mamá Jumbo éste hará cualquier cosa que le ordene. Este consejo, sugerencia, pedido que los niños sinceramente formulan al canalla Vandevere queda sin tematizar de ningún modo. ¿Cuáles son las intenciones de los niños? ¿Han perfeccionado el conocimiento que tienen del elefantito volador para mejor someterlo? ¿Qué pretenden estos niños del animal? ¿Quieren su bienestar o quieren manipularlo? Son preguntas que no tienen respuesta, ni aporte ninguno para su reflexión.

6- HACER SIMPATICO LO DESPRECIABLE

Debo reconocer que es difícil encontrar un eje interpretativo. Propongo para ello afirmar, al menos provisoriamente, que el protagonismo de la historia y eje explicativo es sostenido por Max Medici, el dueño del circo, encarnado por Danny DeVito. Si bien en la primera parte de la película su participación es muy secundaria, adquiere luego un protagonismo casi excluyente a pesar de su rol bastante pasivo, siendo la voz en off que al cierre ofrece al espectador el balance de la historia.

Es Medici el personaje que se transforma. Pasa de ser un empresario manejando con mano férrea un negocio que no rinde, que no duda en maltratar a sus empleados cuando hace falta, que se asocia al inquietante y poco confiable Vandevere, en un trato que a todas luces es una puesta en escena para apropiarse del prodigioso elefantito volador, a ser un concienzudo animador del entretenimiento familiar. En su momento de éxito Medici juega el juego que le proponen por… dinero, consiguiendo a pesar de tan despreciables propósitos, la complicidad de los espectadores haciendo uso del humor y gracias a los dotes actorales de Danny DeVito, sus muecas y su desparpajo.

Pero la resistencia de los trabajadores del circo, su cariño por Dumbo y la ayuda de algunos empleados recelosos del miserable Vandevere lo hacen comprender que es mejor defender su circo y romper el trato. Convenientemente logra cerrar en el interín un acuerdo con un importante financista, al tiempo que presencia el derrumbe del perverso parque de diversiones Dreamland.

Es Medici un oportunista bastante conservador y con muy pocos escrúpulos, pero consciente además de sus pocas habilidades para hacer negocios. Sin embargo logra a fuerza de simpatía caerle bien a los espectadores a quienes se les presenta en el final a un Medici – DeVito como la encarnación del empresario familiar bien intencionado, amante de los animales y los niños en flagrante contradicción con su trayectoria inmediatamente anterior. Haciendo gala, DeVito, de lo que tantas veces ha sabido hacer en otras películas, lograr que personajes despreciables resulten queribles.

No logra comprenderse tampoco cómo ahora un circo, aún más familiar, con menos atracciones que antes logre ser un éxito. Talvez el cine que es aportado por la niña Milly, amante de la ciencia, podría ser la causa. No queda claro.

Sin embargo la película termina con Dumbo y su madre en libertad, y el circo disfrutando de un plácido presente. Es en definitiva, una vuelta a la época dorada, aquella anterior a la guerra pero renovada.

7-UN FINAL FELIZ

Para que este final feliz funcione, para que Burton deje a la platea con la sensación de satisfacción, necesitó por un lado de la maestría actoral de DeVito pero también fue necesario que fuera rápido y fugaz. Tan rápido y atolondrado, lleno de vuelos y explosiones como para apabullar al espectador induciendo la necesidad compulsiva de un desenlace reconfortante y liberador. Hay que reconocer la habilidad técnica manipuladora para hacer pasar una trama sin ningún interés como una gran aventura.

Justo en el momento en que una empieza aburrirse de tanto efecto sin sentido, cuando una está por preguntarse si tantas idas y vueltas me divierten o me están cansando, justo en ese momento el parque de diversiones se desmorona y corte rápido al pequeño circo idílico, cálida voz en off del inefable Medici, plano general de Dumbo volando en libertad. Fin y salimos del cine todos contentos.

8-PLANTEOS QUE NO SE CONCRETAN

Pero si nos detenemos a recordar la propuesta argumental desplegada en más de hora y media de película vemos que muchas de las emociones prometidas no se concretizan en ningún momento, ni la relación entre padre e hijos tuvo una escena de gran reencuentro; ni los niños, la suya con el elefantito; ni historia de amor entre Holt y Colette; ni pedido de perdón de Medici a sus otrora maltratados empleados.

No es que eso hubiese significado una mejor película, talvez hasta hubiera sido peor. Es que eso, tan solo eso, es lo que logra plantear Burton en ese complejo entramado de personajes. Y ni siquiera le da una resolución. Entonces, ¿al servicio de qué estaba pensada esa complejidad?

9-VOLVER AL PASADO IDILICO

Así como la versión de 1941 deja vislumbrar con cierta transparencia las circunstancias de su realización ya consignada anteriormente, en la de 2019 se puede trazar un paralelismo analógico, poco claro pero ineludible, entre Dreamland y Disneylandia que fuera el primero y durante mucho tiempo el único parque de diversiones temático moderno. La película critica el extremado tecnologisismo deshumanizante de Dreamland que representa en la ficción el paradigma de la diversión pervertida. Lo inmenso, lo masivo y también la mirada pública de la multitud a lo singular, lo raro, incluso lo morboso.

También critica al gran espectáculo que inventaran los americanos a fines del siglo XIX y que se encaramó en una dinámica y cambiante cumbre a lo largo de todo el siglo XX con Disneylandia como uno de sus grandes protagonistas en la segunda mitad.

Hoy la corriente cultural que apuesta a los grandes eventos multitudinarios sigue existiendo, ahora en ambientes que buscan estar hipercontrolados sin lograrlo aún. Sin embargo hay también una tendencia hiper tecnologizada que busca formas más simples y de dimensiones humanas y personalizadas. Pero también podríamos mencionar otra tendencia más, ciertamente minoritaria, que incluso considera que es imposible humanizar las relaciones en este contexto social dominado por las nuevas tecnologías de la comunicación y el control ya que se despliegan nuevas y cada vez más sutiles e implacables formas de sometimiento y explotación.

Podríamos afirmar que Dumbo no aporta a la ultima tendencia pero talvez sí a la segunda. Estaría proponiendo una reconversión tecnológica pero a escala menor, más humana, más cercana. Ahí está el cine en el nuevo pequeño circo de Medici, cálido y humano; ahí esta el cowboy con su brazo mecánico para recrear el Viejo Oeste y el viejo acto de acrobacia ecuestre familiar, pero con el último grito de la robótica. Lo nuevo al servicio del retorno a épocas doradas.

10-LA CORPORACION Y LA GRAN FAMILIA

Pero lo fallido de la propuesta de Tim Burton queda evidenciado palmariamente cuando nos percatamos que el paraíso acogedor que sería el pequeño circo del final dura en pantalla menos de 3 minutos. Talvez porque de dedicarle más tiempo los espectadores empezarían a notar la naturaleza ilusioria de ese cuadro. Lo verdaderamente divertido han sido los maltratos de uno y otro empresario, han sido las preparaciones de un acto extravagante que genera admiración en morbosos espectadores y sufrimiento a un elefante, han sido el espectáculo grandioso de fuego y destrucción que terminó con Dreamland. Pero no la ternura, ni ninguna otra emoción «humana».

Frente al entretenimiento desplegado a lo largo de la película el modesto y feliz nuevo circo Medici no parece muy divertido a los realizadores si tenemos en cuenta el reducido tiempo que le dedican. Pareciera que Burton quisiera hacia el final de la película transformar, pero sin profundizar demasiado en la cuestión, a Medici en el ratoncito Timothy, convertir al circo del final en ese circo de la versión de 1941 y por elevación exorcizar a Disneylandia de todo resabio del Dreamland malvado y volver a la empresa familiar que alguna vez fue la Disney, tiempos felices aquellos, anteriores a la primera huelga en que eran todavía una gran familia.

Es esta una propuesta poco sincera, y claramente fantasiosa que busca transmitir un mensaje amable pero para nada consecuente con el propio desarrollo de la película, y aun más incoherente si reparamos en el incesante crecimiento en tamaño y en diversificación que ha experimentado la corporación del entretenimiento en estos últimos años.

Para dar forma a este proyecto una vez más convocan a Tim Burton quien iniciara su carrera en la industria como animador en Disney y que realizara casi todas sus producciones anteriores en dicha corporación. Hay quien cree todavía que Burton es un visionario que representa un discurso alternativo al del mainstream. Es que la hegemonía ama disfrazarse para reinventar su dominio cultural. Allí estuvo siempre Burton para hacer ese trabajo sucio. Claro que con mucha creatividad y talento. Pero hay que señalar que las buenas ideas brillan por su ausencia en esta adaptación de un clásico del viejo Walt a los nuevos y oscuros tiempos que se trata de edulcorar aquí.