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El día 18 de noviembre, este mismo portal publica la nota “El abusador anda suelto”, acerca de un caso vergonzosamente impune de Abuso Sexual Infantil (ASI) y el rostro lascivo y repugnante del abusador se nos vuelve más intolerable al conocer los detalles de la historia.

Irónicamente la nota es de un día antes del 19 de noviembre, estatuido como el Día de la Prevención del Abuso Sexual contra Niños, Niñas y Adolescentes (NNyA) y el 20 de noviembre, además, es el Día del aniversario de la Convención Internacional de Derechos de NNyA.

Sin embargo, a pesar de las herramientas normativas, el fenómeno delictivo no ha dejado de crecer. Esa nota del 18/11, comienza destacando que: “Son 2.568 las denuncias que se contabilizan desde septiembre 2020 hasta el momento este según el SENAF (Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia). con dolor las infancias siguen siendo violentadas”, cifras escalofriantes en sí mismas, pero aún más si le agregamos que la línea 102 no es la principal fuente de denuncias, sino las comisarías; que en Argentina se estima que uno de cada 13 niños y una de cada 5 niñas es o ha sido víctima de ASI, aunque la vulneración hacia los niños se halla más silenciada que en las niñas; que sólo el 10% de las situaciones de ASI son denunciadas y sólo el 1% obtiene condena.

Un tema extremadamente complejo y tan frecuente como invisibilizado. Los mitos acerca del tema son parte de la cultura machista y adultocéntrica donde lo horrendo se hace posible, se naturaliza y adquiere las características del poder bestial. NNyA son convertidos en objetos del goce perverso de la bestia, cuyo placer consiste en someter, cosificando y amenazando a las personas que más protección necesitan y que con frecuencia se hallan a su cuidado, es decir, en manos de la bestia.

Los mitos deben ser desterrados con realidades, como, por ejemplo, que más del 80% de los abusos sexuales contra NNyA son intrafamiliares, perpetrados en primer lugar por los progenitores biológicos, seguidos por progenitores afines (“padrastros”), abuelos, tíos, primos, etc.

Si bien la apabullante mayoría de abusadores son hombres (hijos sanos del Patriarcado), cuando las abusadoras son mujeres el ASI es más invisible, dado que se confunde más perversamente con las tareas de “cuidado”.

Sepamos que lxs NNyA no mienten. Es mentira que “fantasean”, no pueden describir situaciones propias de la sexualidad adulta si no las conocen. Lo que es más, dentro del ciclo de la revelación del “secreto” del ASI (que en la mayoría de los casos el abusador los obliga a guardar) la retractación es considerada por los especialistas como parte de la confirmación.

La retractación ocurre cuando un NNyA, siente que se han “cumplido” las amenazas del abusador (“no te van a creer”, “vas a destruir tu familia”, “tu mamá se va a poner muy triste”, etc.) y entonces se arrepiente; no de haberlo “inventado” como nos quieren hacer creer, sino de haberlo contado, en un ámbito familiar o institucional que no estaba dispuesto a escuchar y proteger. Entonces se “retracta” diciendo que era mentira, porque percibe que, de alguna manera, todos están esperando que diga que era mentira para volver al letargo de la “normalidad”.

Es cierto que el ASI generalmente rompe una familia, pero aclaremos prontamente que esa ruptura no es responsabilidad del NNyA que cuenta su padecimiento (a la persona de la cual espera recibir escucha, comprensión y contención), sino culpa de la bestia que lo perpetra, esto es, el abusador. Y aclaremos también que la “bestia” no suele parecer un ser antisocial, violento y antipático, sino que la mayoría de las veces se muestra gentil, correcto y abnegado.

También es cierto que la protección del/la adulto/a que escucha el relato es reparadora en sí misma, para un NNyA que tiene la confianza dañada por haber sido ultrajadx por un ser querido.

También es reparador el accionar de la justicia si es que ocurre, porque lamentablemente lo que abunda es un accionar dubitativo y pusilánime, extraviado en los laberintos tribunalicios, cuando no la lisa y llana impunidad.

Muchas veces, incluso, NNyA deciden contar sus experiencias traumáticas cuando ven a otrx NNyA (sobre todo hermanxs, primxs o sobrinxs) en riesgo frente al mismo abusador.

Como conclusión, creámosle siempre a unx NNyA que relata una situación de ASI en forma clara y concreta o a través de indicios, como puede o como sabe, con detalles o sin ellos, con nombre o sin nombre, con todas las letras o no. Si no le gusta como lx baña determinada persona, o no le gustan los “juegos de cosquillas” de algún adulto de la familia, no quiere quedarse con determinada persona, padece enuresis, se ha vuelto agresivo/a “sin motivo” y, si finalmente se “retracta” estemos más segurxs de la confirmación, creámosle mucho más, necesita protección y está pidiendo ayuda.

Basta de abusadores beneficiados por el silencio, la duda, el miedo o la vergüenza.

Sonia Aiscar: Especialista en Niñez