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Investigando el teléfono de la secretaria del expresidente Alberto Fernández, en la causa en la que está siendo indagado por el supuesto tráfico de influencias a favor de ciertos brokers de seguros, saltaron fotos y pruebas que incriminan a Alberto Fernández por violencia de género contra Fabiola Yañez. A partir de ahí, la ex primera dama realizó la denuncia ante la Justicia. Entre los hechos que se denuncian se encuentran episodios de violencia física, hostigamiento y acoso telefónico.

Algunas versiones sostienen que Yañez no había querido radicar la denuncia antes porque Alberto Fernández amenazaba con suicidarse. Como sostuvimos en su momento, Alberto Fernández estaba muy lejos de ser el artífice del “fin del patriarcado”, como sostenía él mismo porque contaba con el apoyo del progresismo y las organizaciones de mujeres afines al peronismo. Lo que sale a la luz con esta denuncia merece una profunda reflexión al interior del movimiento de mujeres, como balance de esta experiencia de cooptación estatal tras la ola verde.

El gobierno de Alberto y Cristina Kirchner buscó apropiarse de las conquistas ganadas por el movimiento de mujeres. Esta expropiación tenía un doble objetivo: en primer lugar, un oportunismo que tenía por meta conseguir los votos para las presidenciales de 2019 luego de la ola verde de 2018; pero que al mismo tiempo sirviera a la salida de la calle de las mujeres que se movilizaban y obtenían sus reivindicaciones por medio de la lucha callejera.

El hecho tuvo efecto en las voceras del peronismo feminista. Ofelia Fernández, por ejemplo, sostuvo: “Creo que corresponde hablarle a las miles de pibas a las que hace ya tiempo les pedí que me acompañaran a sumarse a esto que resultó una interminable decepción. Hacerme cargo de haber creído tanta basura”. Sin embargo, para superar este camino de frustraciones hay que sacar la conclusión de la necesidad de un movimiento de mujeres independiente del Estado.

La denuncia de Yañez es también explotada por quienes no les interesa en absoluto la violencia hacia las mujeres, para atacar al movimiento que con la lucha callejera masiva protagonizó conquistas importantes como el derecho al aborto. Como retrató la diputada del Frente de Izquierda, Vanina Biasi, solo les importa usar el caso “para retener el poder del Estado, llenarse los bolsillos y beneficiar intereses que perpetúan esa violencia material, interpersonal y estatal”; lo cual vale también para la Iglesia, garante de que sean las mayorías trabajadoras las que paguen la crisis.

“Los negacionistas de la violencia de género pasarán a ser fans de la misma durante unos días. Qué gran favor a la ultraderecha le hace la ‘progresía’ que acompañó esta hipocresía y que trató de apropiarse de conquistas de nuestro movimiento como la del aborto legal mientras ahora acusan a este movimiento de ser responsable del ascenso de Milei y no a sus propias mentiras, promesas incumplidas y capitulaciones”, sostuvo Vanina Biasi en X (ex Twitter).

La reflexión nos tiene que llevar a profundizar un camino: el de la independencia del Estado capitalista y de sus gobiernos, que aunque se vistan de progres, si los guía una política capitalista y fondomonetarista, nunca tendrán por delante la lucha por nuestros intereses. Volvamos a las calles por lo nuestro y para poner fin al gobierno mileista que ha vuelto aun más vulnerables y objeto de todo tipo de violencias a la mayoría de las mujeres trabajadoras.

https://prensaobrera.com/mujer/alberto-fernandez-y-el-dano-de-la-cooptacion-estatal-del-movimiento-de-mujeres