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El Fondo Monetario ya inició la segunda revisión trimestral del acuerdo de Facilidades Extendidas. Sergio Massa anunció que acelerará el ajuste para cumplir con la meta de déficit fiscal y se reunirá directamente con la titular del organismo en Washington. Las reservas internacionales del Banco Central en la mira. No se descarta el pedido de un waiver (dispensa) al FMI.

El nuevo gobierno del Frente de Todos con el flamante superministro de Economía, Sergio Massa, se prepara para una reunión a fines de agosto con la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva.

El organismo ya inició la segunda revisión del programa de ajuste pactado por el Gobierno en marzo con la reestructuración de la deuda tomada el FMI. Se trata de revisiones trimestrales en las que se «monitorea» el cumplimiento de las metas económicas (déficit fiscal, reservas del Banco Central, asistencia al Tesoro, etc) a cambio de realizar los desembolsos que permitan cancelar los vencimientos con el propio organismo, mientras se exigen más «sacrificios» para alcanzar las metas.

Ahora las negociaciones con el Fondo Monetario las encabeza el jefe de asesores del Gabinete económico, Leonardo Madcur, quien formó parte del equipo de Roberto Lavagna, junto con Marco Lavagna, el titular del Indec. A ellos se sumó Sergio Chodos, representante argentino ante el FMI hasta el 1 de noviembre, cuando vence su mandato. Se espera la definición de Massa sobre la continuidad del funcionario que negoció junto a Martín Guzmán el programa con el organismo.

Massa tiene previsto viajar a Washington DC como primera escala. La visita a Estados Unidos será del 29 al 31 de agosto, e incluye Fondo Monetario, Tesoro e inversores en Wall Street. Desde su equipo apuntan a iniciar las conversaciones con el Fondo en las próximas semanas para llegar con más resoluciones al momento del encuentro con Georgieva. Dos semanas después el nuevo ministro viajaría a París y Catar en búsqueda de inversiones para atraer dólares, en los sectores que ya consideró «claves»: el extractivismo, la «economía del conocimiento», el agronegocio, entre otras.

En torno a las metas del programa con el FMI, las mayores dudas aparecen en el cumplimiento del nivel de reservas que acumula el Banco Central. En las últimas semanas la entidad continuó con una sangría de divisas en el mercado de cambios, mientras que desde el Gobierno aducen que fue el alza de precios internacionales de la energía lo que insumió un exceso de dólares en importaciones.

No descartan que el Gobierno solicite un primer «waiver» (o dispensa) al FMI, apoyándose en la merma de entrada de dólares por los desembolsos de créditos frenados por el BID, así como el crecimiento de los pagos de energía. Fuentes cercanas al Gobierno expresaron a El Cronista que » son motivos que el Fondo Monetario puede entender». «El G7 no es ajeno al argumento del aumento de los costos de energía», enfatizan en los despachos oficiales. Y si bien las metas no cambian, puede haber modificaciones. «El programa es un organismo vivo», señalan.

Omiten señalar qué pedirá el Fondo Monetario a cambio. En la primera revisión trimestral, el organismo que representa los intereses del capital financiero internacional ya adelantó que exige un mayor ajuste fiscal así como avanzar con una reforma del sistema previsional, con foco en los regímenes especiales.

Tarifazos, devaluación, suba de la tasa de interés

Por su parte, con los nuevos anuncios de Massa sobre el recorte de subsidios energéticos y mayor ajuste tarifario del que apuntaba Guzmán con la segmentación recargada, se espera un ajuste de subsidios en 0,3 % del PBI, que si bien está por debajo del 0,6%/PBI previsto en el programa de facilidades extendidas, no sería materia de solicitud de un «waiver».

El Fondo Monetario también presiona por un mayor ritmo de devaluación del peso y mayor suba de tasas de interés reales. Se espera que este jueves el Banco Central conducido por Miguel Pesce volverá a subir la tasa de interés, tras conocerse el dato de inflación. El efecto recesivo es indudable: más encarecimiento del crédito tanto público como privado, con su impacto en un freno de la actividad económica y el consumo.

El FMI prefiere más devaluación a un desdoblamiento cambiario, que es uno de los reclamos que habrían hecho los bancos internacionales a Massa. No obstante, el FMI podría aceptar un desdoblamiento sólo en un esquema muy puntual, de corto plazo, pero en líneas generales va en contra de las «recomendaciones» del organismo. En ambos casos, se trataría de un duro ataque a las condiciones de vida del pueblo trabajador, acelerando aún más la inflación (cuya expectativa supera el 90 % hacia fin de año).

La salida del Gobierno, ahora en manos de Massa, y del conjunto del arco político y patronal que se alineó a su llegada, es avanzar con un mayor ajuste sobre el pueblo trabajador y el saqueo ambiental. Pero otro camino es posible, es necesario rechazar al FMI y levantar una perspectiva de desconocimiento soberano de la deuda externa, poniendo en debate un programa de otra clase para salir de la decadencia nacional y evitar una nueva catástrofe para el pueblo trabajador.