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A 99 AÑOS DEL NACIMIENTO DE ALBERTO BRECCIA –

Por PaVla Ochoa– Hoy, 15 de abril, Alberto Breccia, dibujante revolucionario que influye aún en estos tiempos modernos en la historieta mundial, cumpliría 99 años. Desalambrar habló con Sonia Olmo, directora de la revista “A Tiza y Carbón” e hija de Irma Dariozzi de Breccia, segunda esposa del historietista, quien recordó parte de su historia compartida con ese hombre que le aportó su arte a un género aún marginal como es la historieta.

Sonia Olmo, respira y sonríe cuando se le pregunta sobre Alberto Breccia: “Lo conocí de muy chica en el Instituto de Directores de Arte (IDA), porque mi mamá, estudiaba dibujo y él era su profesor de ilustración. Yo tenía 12 años y me impactó cuando lo vi, era una persona deslumbrante por su forma de ser, mi vieja le tenía al principio miedo y a la vez un gran respeto porque era mal humorado…

¿Lo era realmente?

Lo que pasa es que él no era una persona careta, era muy frontal, no andaba con medias tintas.

Entendiendo que usted prácticamente se crió con Breccia ¿cuándo dimensionó que era un artista reconocido mundialmente?

Nunca me lo puse a pensar, me sorprendió su pregunta. De grande tomé dimensión de quien era, porque siempre para mí fue primero el profesor de mi mamá, luego el novio y después el marido, pero siempre para mí era una persona especial. Cuando entré a su casa de Haedo fue entrar a otro mundo mágico, libros y pinturas en las paredes, era una especie de “Disneylandia”, ahí leí una colección completa de libros de terror que él tenía. Pero cuando me di cuenta de lo que significaba Alberto Breccia fue de grande cuando él ganó el Premio Yellow Kid para dibujantes, siendo reconocido internacionalmente y ahí comencé a ver que era para los demás.

Es que ahí muchos lo dimensionaron

Claro, imagínate que yo lo vi dibujar El Eternauta, para mí todo era mágico y después de golpe empecé a ver quién era la persona con la que me sentaba a tomar mate. Siempre fue extraordinario ser, yo me sentaba horas al lado de él mirándolo dibujar, cebándole mate.

¿Era una persona que tenía disciplina para su tarea de historietista?

Era su trabajo. No conocí a nadie tan metódico y riguroso como él. Se levantaba temprano, le daba de comer a los gatos, después desayunaba, se preparaba el mate y se lo llevaba al estudio y ahí hasta el mediodía estaba hasta que bajaba a comer algo o a veces recién a la noche cenaba. Trabajaba rigurosamente porque dibujar era su trabajo. No soportaba a la gente que ninguneaba el dibujo como oficio, los detestaba. En todos los aspectos de la vida era meticuloso y organizado.

¿Qué piensa que le brindó Breccia a la historieta?

¿Aparte de la vida? La sangre, su vida le brindó. Él es un antes y un después en la historieta mundial. Abrió caminos a que todo es posible. Mostró que la historieta es un arte, eso hizo Alberto. Fue una apertura de caminos a que todo es posible en el género de la historieta.

¿A usted que le dejó como aprendizaje?

A mí me marcó caminos en la vida. Yo me crié con él, para mí fue mi viejo. Mi mamá se separó de mi papá cuando yo era muy chica y realmente Alberto fue mi viejo, me marcó sobre todo la honestidad de decir lo que se piensa y obrar en consecuencia. Era una de las pocas personas que conocí así, es decir “hacer lo que uno piensa”, ese es el camino que me dejo. Buscar siempre en la vida soluciones, posibilidades nuevas, no quedarse, salir adelante. Hay una frase que decía Masetti voy hacia lo que no empezó, ahí me estoy esperando”, eso lo describe a Breccia y lo que me dejó es buscar nuevos caminos.

¿La revista A Tiza y Carbón es parte de esos caminos?

Sí, ese es el homenaje, mostrar que la historieta es presente. Lo homenajeamos siempre, en la revista, en los talleres en la librería Lipi Bropos, generando espacios de libertad y creación para los pibes. Es nuestra obligación, apostar a la historieta como lenguaje para contar historias y crear espacios de libertad.

¿Cuál es la obra que destaca de Breccia?

A mí me gusta Mort Cinder, me partió la cabeza. El Eternauta, que sin desmerecer el trabajo de Solano López, es la versión de Alberto la que más me gusta y claro la adaptación de “El corazón Delator” de Edgar Allan Poe, que es una obra maestra.

¿Hablaba en las reuniones familiares de su barrio Mataderos?

Sí, era su historia. Yo conocí a varios amigos de él, por ejemplo Rafael Pugliese, era como su hermano, era una gran persona, militante del Partido Comunista, lo amaba. Recuerdo que cuando falleció Rafael, Alberto estaba en Europa y cuando vino fue a fin de año y nadie se animaba a decirle que había fallecido y se enojó con todos porque no le habían avisado. Alberto era un hombre de una gran ternura, hay que desmitificar que tenía mal carácter, era todo lo contrario. Cuando falleció (NdR; Breccia falleció el 10 de noviembre de 1993, el día del dibujante), él tenía 8 gatos que se fueron muriendo todos, se fueron uno por semana, quedó uno solo, entendemos que fue por tristeza porque él los amaba.

¿Cómo lo recuerda?

Lo quise mucho y lo quiero mucho, era un gran tipo. Para mí es “Pipiolo”, el que amaba a los gatos, el que escuchaba tango, el que limpiaba el jardín todos los días, el que revoleaba las botellas al mar, era hermoso y tierno Pipiolo, el de las largas caminatas por Mar del Sur, el de las interminables y hermosas horas tomando mate y viéndolo dibujar. Con él hacíamos gimnasia en el galpón, él me enamoró haciéndome dibujos de chica y me conquistó para siempre.