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ALIEN: EL OCTAVO PASAJERO CUMPLE 40 AÑOS- La tripulación de la nave espacial Nostromo proveniente del planeta Thedus transporta veinte millones de toneladas de mineral hacia la Tierra. Los siete pasajeros hibernan durante el largo viaje cuando imprevistamente son despertados por la computadora de a bordo para investigar una transmisión de un planeta desolado. Al descender se encuentran con una extraña nave abandonada repleta de huevos en desarrollo. Uno de los tripulantes es atacado por el contenido de uno de esos huevos. Con una especie de parásito fijado a la cara vuelven a la nave para asistirlo. Allí hacen un descubrimiento espantoso: se trata de una forma de vida que se cría dentro de los cuerpos de los humanos. Ahora la tripulación deberá luchar por su propia supervivencia.

Género: Ciencia Ficción – Terror

Duración: 117min

Actores: Sigourney Weaver (Ripley), Tom Skerritt (Dallas), Veronica Cartwright (Lambert), Harry Dean Stanton (Brett), John Hurt (Kane), Ian Holm (Ash) y Yaphet Kotto (Parker)

Director: Ridley Scott

Guión: Dan O’Bannon y Ronald Shusett

Se exhibe mañana Lunes 6/5 en Hoyts Moreno a las 20 hs. En idioma original con subtítulos en español.

LO BUENO: Un guión magistralmente estructurado – Ripley: una guerrera – Lo cuidado de la propuesta estética – Actuaciones austeras y muy efectivas

LO MALO: Se abandona a la experiencia desnuda del terror sin profundizar en reflexiones más críticas

1-EL MAL DE NINGÚN MODO BANAL

No estaríamos cometiendo ninguna exageración si afirmamos que “Alien” es una de las películas de ciencia ficción más importante de los últimos 40 o 50 años. Estrenada en 1979 introdujo novedosas formas de tratamiento y perspectivas en temas que, si bien ya habían sido transitados por el cine de alguna u otra manera, lo hizo con coherencia, síntesis y con convincente claridad y belleza. 

“Alien” intenta capturar las honduras de lo más temido, el terror, lo misterioso, lo oscuro, lo demoníaco del dolor físico de una muerte truculenta, la carnalidad destruida, arrasada por una fuerza incontenible. El mal corporizado en una bestia alienígena huidiza, de una ferocidad implacable de niveles míticos. Su adaptabilidad a los hábitats más hostiles del universo, así como su capacidad para ocultarse acechando en la oscuridad sigilosamente a sus presas hacen de su agresividad una amenaza que hiela la sangre. Los tripulantes de la nave Nostromo se ven obligados a luchar por sus vidas en condiciones desventajosas enfrentando una muerte violenta, horrible, inevitable e imprevista.

2-DE SUFRIMIENTOS Y CRUELDADES

Podemos rastrear las determinantes culturales de la historia que cuenta la película tan atrás como se quiera: en el cine de la época, en la más larga historia del cine o en otras  disciplinas artísticas que también bucearon en lo siniestro. Toda película inscripta en esa tradición llamada “género de terror” e incluida más particularmente en el “gore” busca más o menos lo mismo: aterrar al espectador con la sangre, los cuerpos destrozados, las víctimas vulnerables ante una furia desatada incomprensible que destruye sin piedad. Puede ser Leatherface con su motosierra, la Cosa, Hellraiser, Freddy Krueger, Jason, Candyman y tantos otros.

Pero, ¿qué es lo que fascina de ese tipo de cine, de esos personajes tan temidos? ¿Qué buscan representar los realizadores? ¿Qué es lo que atrapa a los espectadores?  Lejos de ser algo exclusivo de nuestra época allí está la obra del Marqués de Sade o tantos pasajes de la literatura mitológica griega, por poner dos ejemplos paradigmáticos en que lo espeluznante cobra una centralidad, para probar que el horror tiene una extensa presencia en la historia de la cultura.

La violencia ejercida sobre el cuerpo de un ser humano por otro ser dador de la muerte, es representada en formas diversas con un sentido que es independiente de los contextos, los motivos, las formas, que sin embargo tiene un mismo núcleo problemático y que en definitiva es lo que interesa. El sufrimiento y la crueldad son caras de un mismo enigma que nos interpela, que nos perturba.

3-VICTIMAS Y VICTIMARIOS

El alien a bordo del Nostromo tiene su particularidad como dador de sufrimiento infinito y de la muerte: Es un ser del orden de lo natural. No es un personaje fantástico como Hellraiser o la niña de «Cementerio de Mascotas» emparentado difusamente con el mundo de los espectros demoníacos o diabólicos, o un loco producto de una sociedad desquiciada al estilo de Leatherface o Jason, aunque este último se acerque eventualmente a detalles sobrenaturales. Tampoco es un animal conocido al estilo de “Tiburón”. La criatura de “Alien” está a mitad de camino entre lo cercano y lo radicalmente distinto.

Sus formas de sobrevivencia, la manera en que se transforma y se reproduce, el tipo de sangre compuesta por un ácido altamente corrosivo como forma de defensa, le hacen ser algo casi indestructible pero, sin embargo, no deja de ser un ente del reino animal, distinto pero reconocible. Es una bestia extraña y temible pero que solo busca sobrevivir en un medio hostil valiéndose de toda la violencia de la que sea capaz. Algo misterioso, oculto, desconocido pero es en última instancia comprensible, claro que no por eso, menos aterrador.

De esta manera particular “Alien” busca lo que, más o menos explícitamente, está siempre presente en las escenas de extrema violencia de las películas del subgénero: una identificación desdoblada. De no ser así algunas escenas serían insoportables y carecerían de sentido.

En el caso de “Alien”, su director Ridley Scott busca acompañar a les espectadores dosificando las escenas truculentas así como lo sugerido en detrimento de lo efectivamente mostrado y viceversa. Pero no deja de ser evidente que, atentos a la tradición del género y el sentido de lo que se cuenta, es de esperar que uno a uno los tripulantes irán siendo asesinados implacablemente.

La propuesta hecha a les espectadores implica reconocerse en esas víctimas vulnerables…, sí, pero también en la potencia destructora e imparable de la entidad exterminadora.

4-EL GOCE INDIFERENTE

En tanto que la criatura lucha por su sobrevivencia se sirve de sus presas, de su materialidad. Kane es utilizado como incubadora, los otros tripulantes son devorados como alimento. Porque “Alien” habla de la materialidad de los seres humanos, de los cuerpos. Nos hace percatar del hecho de que, en tanto materialidad, una persona puede ser también comida, un cuerpo en concreto puede ser objeto de deseo y más aún… de consumo, objeto de uso.

El ataque a Kane, en el que el alien con forma de molusco se fija a su cara y la subsiguiente implantación del embrión que es dado a luz atravesando el pecho de su involuntario anfitrión, puede evocar, como han afirmado críticos especializados, un acto sexual, o más bien una violación, un embarazo involuntario y un parto atroz, que no es para nada lo mismo. Sin embargo no parece que la criatura convierta a sus presas en objetos de deseo erótico, ni siquiera en procura de un goce sexual animal, o de alguna compulsión perversa en busca de probar algo a la cofradía de machos o algo por el estilo, para ser una violación en toda la regla.

No se trata de eso. Es un uso desapasionado de los seres humanos en tanto cosas para reproducirse o para devorarlos; ahí sí para saciar una necesidad, un deseo, para satisfacer su apetito. Trata de llenar su estómago de carne que alimenta, energía que segundos antes eran personas.

No quiero decir con esto que la metáfora del acto sexual no esté  presente sino que se encuentra sublimada. Porque les espectadores nos identificamos con la criatura que desapasionadamente se come a los tripulantes del Nostromo pero portando con nosotros un deseo sexual que busca gozar con el cuerpo del otro incluso hasta devorarlo, hasta consumirlo, tal vez con sadismo perverso como si fuéramos criaturas inconscientes, sin serlo, como frías máquinas deseantes.

Nos identificamos con la bestia que mata y que come para sobrevivir, por necesidad, cuando en realidad somos más parecidos a los personajes de Sade que gozan de su objeto de deseo hasta destruirlo. Si así no fuera deberíamos ser como la criatura, indiferentes a los gritos, a las súplicas. Pero en la anticipación, en la inquietud, en la expectativa de una nueva masacre, en la percepción voyerista y excitada del sufrimiento de la víctima, somos más parecidas a la sádica Madame Delbène del relato del marqués que a la satisfecha leona que ha cazado, ha comido y finalmente despreocupada descansa.

5-LA AMBIGÜEDAD: REFUGIO DE LO INCONFESABLE

La satisfacción por la muerte final de la bestia o al menos por escapar de sus garras, nos permite sentir el alivio de volver a la seguridad de la vida, pero también experimentamos la descompresión catártica al alejar como ajeno ese horror que significó de manera ambigua a lo largo de la película la diversión y el goce morboso ante el suplicio ajeno desde la seguridad de nuestro asiento.

Significativamente los dos personajes femeninos son polos opuestos por sus actitudes ante el peligro. Lambert es pasiva mayormente, desesperada, paralizada ante la inmensidad de una potencia que se dispone a devorarla, muere en un desgarrador pánico entregado. Es la víctima ofrecida al placer desenfrenado y morboso del público. Por otro lado Ripley, cerebral, pasional… sí, pero principalmente racional, que se enfrenta a sus miedos y combate con decisión. Es nuestra guía para deshacernos de los residuos de placeres inconfesables.

Ripley es una mujer y por lo tanto es también un cuerpo que en momentos de distensión ante la aparente tranquilidad conquistada se ofrece a la vista de les espectadores, hermosa, segura de sí misma, una belleza descuidada que en 1979 podía parecer andrógina a los críticos del momento como algo negativo, pero que hoy más claramente despliega sensualidad temorosa pero firmemente decidida a matar para vivir y que al meterse lentamente en el traje espacial se dispone a deshacerse de la criatura ahora descartable.

Luego de expulsarla al espacio y al preparase para hibernar se cierra el dispositivo catártico que nos permite junto con Ripley escapar del horror, ese que nos invitara anteriormente a transitar una experiencia ambigua displacentera y placentera a un tiempo, para descansar luego el reparador pero inmerecido sueño de los justos.

6-LA FASCINACION POR EL PODER PURO Y PERFECTO

La particularidad más singular de “Alien”, que inauguró una tendencia aún vigente, es habilitada por el hecho de que el perverso asesino es un ser alienígena de mundos lejanos y desconocidos. Uno de los momentos más significativos de la película es la escena en que Ash el robot ya semi-destruido, pronuncia su monólogo final. En él expresa su fascinación y admiración por la perfección del organismo, no solo por su capacidad de adaptación y por ser casi indestructible sino también y especialmente por su ferocidad irreflexiva, inmaculada, pura. Una agresividad sin consideraciones morales.

Pero en realidad no es Ash quien habla sino la Compañía que ha enviado al Nostromo. A través del robot nos enteramos que los inalcanzables jefazos habían decidido sacrificar a toda la tripulación con tal de regresar con un raro espécimen para su estudio en vistas a ser utilizado y aprovechado para la guerra. Es una actitud despreciable que sin embargo ha permitido la aventura. La apreciación de la bestia en cuestión es ofrecida así para ser apropiada por les espectadores ¿No es efectivamente una criatura fascinante, perfecta, grandiosa? Fascismo que desborda.

Es la misma fascinación que cautiva el morbo de la cultura de occidente ante una nueva masacre de algún francotirador solitario, algún loco a lo Charles Manson, ese que adornara remeras como una ocurrencia que habla de la violencia sin sentido y que implicaría una transgresión que abriría la puerta a placeres inimaginables, superlativos, a poderes que trascenderían a la gris cotidianeidad.

Otra película de los mismos años habló de esa atracción pero en otros términos. El horror de la novela de Joseph Conrad retratada por “Apocalipse now!” pero que en boca de Marlon Brandon resalta la “genialidad” (“…the genius!”) de cortar los brazos vacunados de sus propios niños como rechazo al extranjero. Alguien que sin piedad es capaz de semejante cosa, quien no se detiene ante el sufrimiento, la suplica de un niño, quien posee esa fortaleza («…that kind of strength!», dice) es capaz de cualquier cosa: es invencible, concluye.

Esta fascinación por la trasgresión, la liberación de la ética para actuar en pos del deseo sexual o de poder, esa fascinación por la fortaleza perversa que eso implicaría, fue trabajada en numerosísimas películas convirtiéndose en un tópico recurrente, un signo de los últimos tiempos. Hoy es parte de la esencia que articula el entretenimiento del cine de acción. Hay incontables ejemplos en todo el período, con orígenes diversos y desde variadas perspectivas algunas más críticas, la mayoría no tanto: «Natural born killers», «Ciudad de Dios» y hasta las vernáculas series «Okupas», «Tumberos» o «El Marginal», son algunos ejemplos caprichosos.

7-UNA EXPERIENCIA RELIGIOSA

Menos reflexiva que “Apocalipse now!” pero más sintética y directa, “Alien” toca el tema de la transgresión que nos acerca a lo sagrado profanando los límites. El “gótico”, ese sub-estilo tan propio de la cultura popular de fines del siglo XX y principios del XXI (resignificación del Arte Gótico catedralicio del siglo XI al XIII ), que entrelaza difusamente la oscuridad y religiosidad de la Edad Media, la tortura inquisitorial y la trasgresión diabólica como motivos estéticos, está presente en “Alien” como invocando para sí los fantasmas de la maldad oscura que disciplina cruelmente los cuerpos.

Así como el coronel Kurtz de “Apocalipse now!” era adorado como una deidad por poblaciones camboyanas sumidas en el infierno de la guerra, el ser alienígena se presenta aquí como un ángel exterminador impiadoso, barroco y severo. Castiga la curiosidad de Kane, el descuido de Brett, la ingenuidad de Dallas. Señor de la transgresión ordena el pequeño mundo delimitado por la nave espacial perdida en la inmensidad del universo.

8- EL DESEO DE SOMETER

El monólogo de Ash y la revelación de las razones corporativas que han puesto en situación desesperada a los tripulantes del Nostromo, nos permiten formularnos algunas preguntas. ¿En qué medida nuestra cultura en su decadencia, festeja esa transgresión perversa liberadora de deseos que corta con ataduras éticas? ¿Hasta qué punto la explotación extrema alimenta vidas “exitosas” que no hacen más que caminar sobre cadáveres? ¿Hasta qué punto el deseo del otre por le otre y el goce de los cuerpos no solo no se detiene ante el dolor del que no se la banca sino que más aún extrae placer de ello? ¿Qué tanto frecuentamos esos perversos placeres y de qué modos logramos, si lo logramos, resistirnos y desexorcizar esos deseos inconfesables a los que nos arrastra en mayor o menor medida la barbarie de un sistema de dominación que todo lo abarca? Preguntas incómodas pero necesarias.

“Alien”, independientemente de la intención muy probablemente cínica de sus realizadores, invita, no obstante, a experimentar y pensar sobre cómo la fascinación, el goce y el sufrimiento pueden entrelazarse en la economía del deseo en los terribles tiempos deshumanizados y hedonistas de decadencia neoliberal que nos tocan vivir.