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En horas de la madrugada del martes 31 de octubre de 1950, un incendio afectó seriamente a la Parroquia Nuestra Señora del Rosario.


El siniestro se originó en el salón del Círculo de Obreros Católicos, donde se proyectaban películas y llevaban a cabo espectáculos teatrales, fue el vecino Andrés Dufour el encargado de dar la voz de alarma cuando alrededor de las tres de la mañana, vio una gruesa columna de humo que surgía de la iglesia.


El voraz incendio alteró la paz del pequeño pueblo que se encontraba durmiendo y todavía no contaba con un cuerpo de bomberos. Los vecinos rápidamente acudieron a prestar su colaboración, junto con obreros y empleados municipales y policías, que con escasos medios intentaron apagar el fuego, la mayor dificultad era la falta de agua que debió obtenerse de una pileta de natación, distante unas diez cuadras.


El cura párroco Mariano Calderón socorrido por los vecinos, sentado en la vereda y atónito, fue testigo como estos, ante la imposibilidad de combatir el fuego se abocaron a la tarea de sacar del templo documentación, muebles y otros objetos. La parroquia siguió ardiendo y con las primeras luces del día llegaron bomberos de la Policía Federal y de la vecina ciudad de San Miguel.


Recién a media mañana terminó la tarea de los bomberos, en el siniestro se quemó el altar mayor y los dos más chicos que había a los costados, el órgano, las imágenes, el espacio del coro y el salón del Círculo de Obreros Católicos.


A partir de ese momento, las actividades parroquiales se trasladaron al colegio María de Luján Sierra, los trabajos de reconstrucción tardaron muchos años.


A raíz de aquella experiencia, un grupo de vecinos fundaron, años más tarde, el cuerpo de Bomberos Voluntarios de Moreno.