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Por Alfredo Grande / Agencia Pelota de Trapo

Wilhelm Reich, discípulo maldito de Freud, necesito que tus libros me acompañen; Pablo Milanés, trovador de todas las resistencias, necesito setenta veces siete, y más también, escucharte, invocando la memoria de las y los luchadores del pasado, de este presente canalla y de los que parirán a la mujer y al hombre nuevo, que deberán deconstruir no solamente al patriarcado, sino al capitalismo organizado como sentido común y limitación absoluta de todos los cambios, hoy en esta hora de mañanas negras que lastiman los ojos y los oídos de los que lo miran por tevé y lo sufren porque somos población de riesgo, y cuidarse es quedarse en casa, mientras vemos cómo las otras, los otros, y para estar en la zona de confort del lenguaje inclusivo que es lo único inclusivo que hay, les otres, se quedan sin sus casas, que tampoco tenían, porque hasta el cínico leguaje del funcionariato canalla habla de casilla, aunque apenas son guaridas, cavernas de lona, con pisos de tierra y techo de cielo, donde no hay amparo, sino la repetición siniestra de la perplejidad, el terror, la tristeza, crisol de todos los dolores, entonces la tierra es un volcán que escupe fuego, el techo es un cielo que aplasta con meteoros de goma y acero, las familias son tratadas como animales que irán más temprano que tarde a cualquiera de los mataderos gerenciados por los ministerios de desarrollo donde sólo encontramos enrollados de papers, papeles, documentos, para legalizar la injusticia, para legalizar la bestialidad, con la coartada de la palabra de la justicia, que apenas es un derecho de clase, de privilegio, de la castidad republicana cacareada mientras se babean con nuevos privilegios de los señores y señoras feudales, oligarcas maldecidos que siempre son invocados y condenados mientras se aclara que no habrá reforma agraria, menos revolución agraria, que seguiremos en la edad media, que la noble desigualdad sigue en la forma de las noblezas de los alimentos, de la energía, de las metalurgias, y nadie saque los pies del plato democrático, aunque los pies estén agrietados, heridos, gangrenados, y no sirvan para caminar, ni para escapar, ni para correr, ni para patear a los mastines que no ladran pero muerden, desgarran, laceran, lastiman, persiguen, practican tiro al blanco con blancos móviles, así decía otro uruguayo, Mario, que también me acompaña, aunque ya no estoy tan seguro de que en la calle somos muchos más que dos, porque somos muchos menos que cientos, que miles, que millones, que están esperando que la Evita de la esperanza vuelva, pero no como estampita, sino como bandera de lucha, porque ya sabía que será revolucionario o no será, o si será, pero entonces será contra revolucionaria, poco nacional y nada popular, y el brujo de la alianza anticomunista argentina se ríe en su tumba mientras sus únicos herederos que no son del pueblo, cantan “y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo de José”, mientras que con la parálisis de los que ya perdieron la fe, sigo mirando la política ficción de la forma miniaturizada del genocidio, de la masacre, del exterminio, y la mezcla de cascos y barbijos, de escudos rigurosamente fabricados, con escudos valientemente sostenidos, para que las piedras, las gomeras, arcos, flechas, boleadoras, defiendan de las escopetas, de los gases que roban el oxígeno, para que nadie pueda respirar más, y hasta el virus covid se retuerce de envidia, disfruta que no hay distancia social que valga, porque no hay más distancia social que la opulencia y la miseria, que los privilegios y los derechos, porque delante de cada privilegio hay una matanza, y detrás de cada necesidad ya no quedan derechos, sino que la vivienda, la educación, la salud son milagros inesperados, son bienaventuranzas extinguidas, y las niñas y los niñes siguen corriendo, siguen llorando, siguen aterrados, porque aunque no entiendan nada sienten todo, y entonces empiezan a entender que santa Claus será otro funcionario de un fondo monetario bueno, y los reyes magos se reúnen en el coloquio de idea, que ya fabricaron las agujas con un ojo adaptable al tamaño de un camello, y por las dudas, de varios camellos, porque el paraíso es un countri privado, porque ahora descubren que hay tomas lindas y recuperaciones feas, porque hasta los barrios son privados, en la realeza de la propiedad sagrada, originada en robos que ya nadie recuerda, o directamente prefiere olvidar, porque la complicidad es un alquitrán que no puede quitarse, aunque si ocultarse, y entonces se venderán pieles de cordero en escala industrial para fabricar trajes y vestidos de la marca “democracy now”, para que los hombres y las mujeres lobo puedan seguir esquivando la bala de plata, mientras se quedan con toda la plata, y el oro, y el petróleo, y el litio, y el gas, y las aguas de glaciares, de ríos subterráneos, y los nadies que siguen deseando ser algo tienen que correr, gritan y maldicen poniendo el grito en los infiernos, entonces el odio me brota, me suda por todo el cuerpo, no me rasco porque no es sarna, aunque más que picar quema, y la impotencia me paraliza, aunque quizá porque esté paralizado soy impotente, y no puedo dejar de mirar, y escuchar, y buscar una palabra de ese amor tan invocado, tan mancillado, tan putrefacto, palabra y actos de amor para los que se están quedando sin nada, y que pronto serán nada, ni siquiera recuerdo, no habrá pintores que lo pinten, ni poetas que lo canten, ni músicos que lo bailen, ni intelectuales que lo escriban, ni periodistas que los escuchen, porque cada vez sobran más derechos, pero cada vez sobran más humanos, y tenemos que honrar deudas que no existen mientras deshonramos a los estafados de muchas historias, donde la lealtad es al pasado porque este presente sólo sabe de traiciones, y las y los que nada tienen sólo pueden seguir corriendo, es decir, seguir huyendo, como fugitivos del mercado, como fugitivos del estado, como fugitivos de un presente sin futuro donde albergarse, mientras no puedo dejar de mirar, de escuchar, y ya no sé si estoy llorando, gritando, enloqueciendo, enfermando, derrumbando, pero sí sé que solamente tenemos que volver a construir y sostener la unión de las y los que luchan para quebrar el espinazo de la unidad de los que asesinan sueños, deseos, anhelos, cuentos e historias para llamar a un dormir tranquilo, con angelitos cuidadores, mientras los demonios exterminadores esperan, como vampiros contrariados, que salga el sol para empezar la cacería, que seguirá cada vez que vuelva a salir el sol y también cuando salga la luna, porque si el problema son los pobres la solución no son los ricos, quizá no haya solución, aunque la final la siguen intentando los continuadores del nazismo por otros medios, y si no hay solución para todos, que no haya solución para nadie, y entonces recuperaremos la vida que merece ser vivida, la vida que merece ser honrada, la vida que merece ser alegre, creativa, incluso con destellos de una felicidad que no puede ser comprada, pero puede y deberá ser compartida, con más panes y peces que hambrientos, con más agua y vino que sedientos, y entonces dejaré de mirarlo por tevé y estaré como tantas veces estuve, y seré uno más de los millones que pisarán las tierras nuevamente de lo que fue Guernica ensangrentada.