(Presentes) Activistas alertan sobre una catástrofe ambiental y un foco de futuras pandemias. Este miércoles 25 de agosto se cumplió un año desde la primera movilización plurinacional contra el acuerdo porcino entre Argentina y China y, desde ese momento hasta hoy, lo que se sabe sobre él es poco y nada. Por esa razón, sumado a las idas y vueltas, las publicaciones oficiales, la falta de claridad y la oposición firme al proyecto que busca aumentar exponencialmente la producción de carne porcina en Argentina para exportarla a China, hoy habrá acciones en todo el país para decir: #NoAlAcuerdoPorcinoConChina.
En la Ciudad de Buenos Aires la convocatoria es a las 14 en la Embajada de China, ubicada en Crisólogo Larralde 5349, frente al Parque Sarmiento, al límite entre el barrio Saavedra y Villa Urquiza. Además, la acción se replicará en distintas partes del país.
“La falta de respuesta es una respuesta”, dijo a Presentes Malena Blanco, co-fundadora de la organización activista Voicot, en relación a la escasa o nula información que existe sobre el acuerdo. Y continuó: “Por eso, ante su respuesta tácita, nosotros nos levantamos. El momento de luchar es ahora”.
Falta de información
El lunes 6 de julio de 2020, Cancillería argentina informó a través de un comunicado de prensa sobre una conversación entre el Canciller Felipe Solá y el ministro de Comercio de la República Popular China, Zhong Shan, en la que se aseguraba el avance de un proyecto “ya conversado entre el gobierno argentino y el Ministerio de Agricultura de China, sobre producción de carne porcina de inversión mixta entre las empresas chinas y las argentinas”.
Y agregaba: “La Argentina podría producir 9 millones de toneladas de carne porcina de alta calidad y le daría a China absoluta seguridad de abastecimiento durante muchos años. Ya llegaron a un acuerdo sobre este proyecto la Asociación China para la Promoción Industrial y la Asociación Argentina de Productores Porcinos”.
Esta noticia fue replicada por distintxs activistas y periodistas que cuestionaron dicho acuerdo y, rápidamente, la información oficial fue editada. En vez de “9 millones de toneladas” ahora diría “900 mil toneladas en cuatro años” y agregarían en el texto la aclaración “supervisando las buenas prácticas e incorporando tecnología de punta para reducir el impacto ambiental”. La periodista Tais Gadea Lara lo evidenció en este tuit.
El cuestionamiento y la alerta sobre el acuerdo continuaron y, pese al ASPO, se condensó en una acción plurinacional el 25A de 2020 con una amplia convocatoria. La manifestación tuvo repercusión: cinco días después, Cancillería informaba que el acuerdo se posponía hasta noviembre para incorporar al Memorándum de Entendimiento con China “un artículo donde se asegura el respeto de las leyes de protección ambiental, los recursos naturales y la bioseguridad”.
Sin embargo, pasó noviembre, y varios meses más. “No hay una declaración pública y de libre acceso sobre en qué consiste el acuerdo y qué es lo que se busca firmar”, dijo a Presentes Soledad Barruti, periodista y escritora especializada en alimentación e industria alimentaria.
“Primero dijeron que se iba a firmar en noviembre, después que no se iba a firmar y después saltó (Jorge) Capitanich a decir que él ya había hecho el primer paso de este acuerdo que era establecer tres granjas modelo en Chaco. Cuando se hacen pedidos de acceso a la información pública derivan en un tweet de Cancillería en el que dicen que este acuerdo no va a firmarse y que no existe. Es tan absurda la situación, tan bizarra que no tiene por dónde agarrarse”, agregó.
El acuerdo entre el gobernador de la provincia de Chaco, Jorge Capitanich, “se trata de proyectos que involucran 130 millones de dólares para producir cerca de 10 mil madres (porcinas). Mediante mecanismos de financiamiento de la República China, y con un contrato de exportación, cada uno de los proyectos productivos implicaría, en caso de concretarse, la generación de entre 300 a 400 empleos”, informaron en un comunicado.
“Un evento violento y perverso”
En octubre de ese año, los “proyectos” se concretaron en la firma de un acuerdo en el que el gobernador Jorge Capitanich suscribió con la empresa de capitales chino-argentinos Feng Tian Food un convenio de cooperación que posibilita la puesta en marcha en la provincia de tres complejos productivos porcinos integrados con destino a exportación. Este generaría 360 empleos por cada uno de los tres establecimientos y una demanda al año de 32.300 toneladas de soja y 87.400 de maíz para la alimentación de los cerdos, a partir de una inversión de u$s 129 millones.
Además, el funcionario detalló en su momento: “Cada complejo estará integrado por cinco granjas de 2.400 madres cada una; un frigorífico exportador; una planta de biodiesel; un biodigestor con generación de energía; y una planta de alimentos balanceados”.
“Encerrar cientos de miles de animales genéticamente iguales en condiciones desastrosas hace que se enfermen, que haya que medicarlos, aparte de ser un evento violento y perverso”, afirmó Barruti y continuó: “Aparte de eso, es un peligro: estos animales expresan distintas enfermedades -todas con potencial pandémico- por las cuales China quiere externalizar su producción para ponerse a salvo”.
Esto lleva a pensar: ¿cuál es la razón por la cual se buscaron instalar las mega granjas porcinas en Argentina? Desde 2019, China vive las consecuencias de un brote epidémico en animales, causado por la peste porcina africana (ASF, por sus siglas en inglés), que redujo en un tercio su población de cerdos y se estima que cuantificó una pérdida de 100 millones de animales, pasando de una explotación de 54 millones de toneladas al año a 38 millones de toneladas. El resultado fue la crecida exponencial en los precios asociados a la venta del cerdo y, por lo tanto, la salida a buscar importaciones para cubrir su demanda interna.
“Un caldo de cultivo para nuevas pandemias”
Sobre esto, Flavia Broffoni, politóloga, activista y co-fundadora de Rebelión o Extinción Argentina, dijo a Presentes que “según todos los organismos internacionales de salud socioambiental, (un acuerdo de estas características) es caldo de cultivo de nuevas pandemias. La generación de nuevas resistencias antimicrobianas, bacterias y también virus que generen saltos zoonóticos, es decir, de enfermedades de animales no humanos a hacia nosotres, animales humanos, se genera sobre todo en modelos de industrialización animal como estos”.
El debate sobre el acuerdo porcino con China se reavivó a partir de una nota del medio El Cronista que titulaba “Argentina y China cierran el acuerdo para instalar granjas porcinas y aumentar la exportación”, la cual brindaba detalles sobre el mismo, como que el objetivo “es instalar unas 25 plantas y exportar 900 mil toneladas de cerdo anuales”. La noticia tuvo una amplia repercusión, sobre todo en redes sociales, fue levantada por Ámbito Financierio y, esta vez, la respuesta oficial no tardó en llegar. “La Cancillería argentina aclara que esta información es absolutamente falsa y carece de asidero”, expresaron desde el organismo a través, nuevamente, de un tweet acompañado por una captura de la nota mencionada.
La respuesta del presidente
“Hay un montón de información que se contradice entre sí. Un tuit no es una respuesta oficial del Estado. Que hayan hecho eso ante tantos meses pidiendo respuestas de parte de activistas, de movimientos independientes, sobre qué iban a hacer con estas granjas, qué es lo que tenían en mente, cómo iban a ser los tratamientos, cuántos animales iba a haber… nada, cero respuesta. Ni siquiera sobre si iba a hacerse el contrato. Nosotes la información que más tenemos es que las granjas van a construirse”, expuso Malena Blanco.
Presentes se comunicó con Cancillería argentina sobre este tema y la consulta fue derivada al Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación. Desde allí, respondieron: “No hay nada sobre eso. Ni para la instalación de 25 granjas, ni nada de eso”.
Por otra parte, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, se pronunció hace dos semanas sobre el acuerdo en una entrevista del ciclo Caja Negra de Filo.news. En ella destacó que la discusión no pasa por si se hace efectivo o no el acuerdo, sino por “cómo van a producirse porcinos en Argentina”.
“No podemos producir porcinos de un modo que contamine el ambiente. Hay formas de producir porcinos, y cualquier tipo de animal, porque el problema también ocurre con la producción de ganado vacuno, con cuidado del ambiente”, dijo el mandatario, y aclaró que en caso de que el acuerdo avance será “con preservación del ambiente”.
Los impactos ambientales y las vidas animales y humanas
En cuanto a las razones que esgrimen quienes se oponen al acuerdo, estas son variadas. Flavia Broffoni apuntó: “Más allá de los componentes asociados a la crueldad y la irracionalidad que para algunes de nosotres reviste industrializar animales para consumo y para exportación, también están los impactos ambientales que tienen estas unidades productivas en términos de consumo de agua, de efluentes, de tracción de la cadena de cultivos agrotóxicos. Cada uno de estos galpones necesita de 17 mil hectáreas de maíz y soja transgénica para poder alimentar a los animales, un millón y medio de litros de agua por día. Son unidades productivas con características muy específicas en territorios que no tienen las condiciones para poder abastacerlos”.
Sobre esto, Soledad Barruti agregó que “obviamente se hacen invivibles zonas enteras de nuestro país porque no se puede vivir con cientos de miles de animales de vecinos encerrados así. Entonces, básicamente están sacrificando una cantidad de territorios, de pueblos, de lugares, que obviamente siempre son pobres, campesinos e indígenas, en pos de un negocio que ni siquiera está expuesto de qué manera nos beneficiaría, pero si seguimos el hilo del agronegocio en general, el beneficio va a ser ninguno porque tenemos el país saturado de agronegocio y el 50% de la población es pobre”.
“Si no se nos escucha, si no se escucha lo que viene, si no se escucha al IPCC, si no se lee sobre las granjas porcinas y todo el mal que pueden hacer, desde la contaminación de las napas, del aire, la tala, la expansión de la frontera agropecuaria, estamos mal. Como civilización tenemos que empezar a virar. Tenemos que hacerlo por algo básico como es nuestra supervivencia”, concluyó Malena Blanco.
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