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COLAPSO (JUDICIAL) CON ROSTRO HUMANO

Podríamos empezar con un juego de palabras que daría letra al análisis psicológico del acto fallido que parece encerrar: la justicia siempre falla. O, “la justicia tarda… pero llega”?.

En este mismo portal, desde hace un par de semanas, venimos leyendo notas que describen el colapso del sistema judicial, en particular en Moreno y, especialmente en el fuero de Familia. En una de esas notas previas se destacaba que, por sus características demográficas y el caudal de demandas que se inician, el Departamento Judicial Moreno – General Rodríguez debería tener al menos nueve juzgados de familia, pero tiene tres.

Cuando leía esa nota recordaba que hace unos años, siendo funcionaria municipal del área de Niñez, envié una nota a la Suprema Corte de la Provincia solicitando la creación de Juzgados de Familia especializados en violencia y la respuesta que recibí decía que eso no era posible porque el 75% de las causas que reciben los juzgados de familia de Moreno – Gral Rodríguez, corresponden a cuestiones de violencia (de género, doméstica o familiar, que no son sinónimos entre sí). La respuesta no resiste el análisis lógico, si el 75% de las causas son por violencias (lo cual sin duda es así) la respuesta no debería ser que entonces no es posible crearlos, sino que de cada cuatro juzgados, tres deberán ser especializados. Pero la respuesta obtenida equivale a responder que no es posible crearlos porque los necesitamos demasiado

Ahora bien, del otro lado de las explicaciones e intentos de respuesta que venimos analizando, detrás de lo que le llamamos colapso (y que indudablemente lo es), detrás… está la gente (como dice Serrat), en particular, la más vulnerable, en un territorio tramado por las vulnerabilidades y las vulneraciones, esperando respuestas de la justicia que, a veces, nunca llegan y otras, llegan tan tarde que, a veces, ya no sirven…

Así como, a nivel nacional, muchas veces nos sorprenden los fallos express de un poder judicial siempre sentado sobre el plato derecho de la balanza, en lo micro-local la situación es bien distinta. La pandemia empeoró sustantivamente el colapso en lo que respecta al funcionamiento del Poder Judicial. Si bien se nos responde que están trabajando (en forma remota, presencial o semipresencial con normalidad), lo cierto es que los tiempos, al menos en Moreno- Gral Rodríguez, se triplicaron. Hoy, por ejemplo, una demanda de alimentos puede permanecer más de dos meses sin ninguna resolución, sin que se fije fecha de audiencia ni cuota de alimentos provisorios. Esto en la práctica quiere decir que la persona que demanda (generalmente mujer) por estar asumiendo sola la alimentación de sus hijes, deberá esperar al menos tres o cuatro meses para percibir una cuota provisoria y alrededor de dos años para una resolución definitiva. En ese escenario hay demandados (generalmente hombres) que aún manteniendo comunicación con sus hijes y muchas veces reclamando esa comunicación porque declaman que “aman” a sus hijes, se desentienden de las obligaciones alimentarias y se benefician con el transcurso del tiempo, sustrayéndose de esas obligaciones que dejan en mayor situación de vulnerabilidad a las personas más vulnerables de esa relación, mujeres y niñes.

Los Tratados de DDHH mandan hacer prevalecer la atención sobre las personas más vulnerables, las perspectivas obligadas de género y niñez exigen lo mismo, sin embargo, la práctica cotidiana muestra una vulneración silenciosa e invisible, que lejos de hacer cesar, el sistema perpetúa y sus principales víctimas, mujeres y niñes, deberían ser sus principales protegidos.

El problema no es privativo de los trámites de alimentos. Tomo ese ejemplo porque me parece muy gráfico, de cómo más allá de la urgencia que claramente requieren los trámites de protección contra la violencia, hay otras cuestiones no menos importantes que se van perdiendo en el universo del colapso sin solución a corto plazo. Un trámite que en Morón, La Matanza o San Martín (por citar territorios de similar complejidad pero con una cantidad de juzgados más adecuada a sus necesidades) se resolverá en aproximadamente ocho meses, en Moreno – Gral Rodríguez demandará al menos dos años o se abandonará en el camino…

Trámites de guarda, medidas de abrigo vencidas, declaraciones de situación de adoptabilidad, etc., etc., etc., conforman el mundo de los miles de expedientes que en papel o en plataformas digitales, esperan soluciones reales para personas reales en un territorio tramado por las vulnerabilidades y las vulneraciones; por eso será tal vez que donde más hacen falta los juzgados de familia es donde menos hay y las respuestas de la justicia llegan inexorablemente tarde, muchas veces cuando ya no sirven. Ese es el rostro, más trágico y más sufriente, de eso que llamamos colapso.