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EL ARRASTRE ANUNCIADO Y CRÓNICA DE LO EVITABLE –

El fuego recorrió parte de un sistema de infraestructura que tiene claros síntomas de colapso. El comunicado oficial señaló: «El incendio fue en el sector de tesorería y una oficina contigua, no hay personas heridas y solo se ocasionaron daños materialesLa primera observación de los bomberos arroja que el fuego, aparentemente, se produjo a partir de un cortocircuito en el tablero«.

En el plano de la hipótesis, el incendio puede ser resultado de la escasa previsión que vincula al anterior gobierno y actual.

Cuando el IMDEL deja la casa de la calle Alem, administración Carola Hernández, trasladando casi el 90 por ciento de su función a Bouchard (estructura que durante muchos años albergó a las oficinas de planes sociales y de trabajo), debió contener algo básico que sale como pregunta: a mayor cantidad de personal, nuevas oficinas y mayor demanda eléctrica, ¿se realizó una adaptación en toda la infraestructura, indispensable para evitar fallas probables al aumentar el consumo por mayor cantidad de computadoras, equipos de calefacción, aire acondicionados y estufas?

En 2019 se produce un incendio y por ello se realizan algunos arreglos en los tableros y un cableado que no abarcó en su totalidad el edificio. Un año más tarde, a ocho meses de la actual administración se repite el problema que se explica en una palabra: colapso. Si bien hubo una tarea de emprolijamiento, se retira el mobiliario y hay trabajo de pintura, lo imprescindible no está garantizado: un nuevo sistema eléctrico.

Si argumento que lo explicaría es los escasos recursos, una opción es descomprimir el espacio, pero hasta el siniestro del pasado día jueves sólo el programa de Empleo y Banco Social estaban fuera del predio de la calle Bouchard. La consulta a un arquitecto deriva en dos palabras que encierran un concepto: agotamiento edilicio.

El incendio es ubicado en plena pandemia, es decir, con la mitad del personal en funciones presenciales lo que supone un menor uso de energía eléctrica. El fuego se inicia en la oficina de Tesorería (planta baja) y afectó la base de datos, conocida como Oficina 7.

La llave térmica debe saltar al producirse un recalentamiento de cables, mientras que el disyuntor se activa cuando hay una pérdida eléctrica, ¿funcionaron el pasado jueves o ante el agotamiento eléctrico esas medidas de seguridad no pueden cumplir la función esencial?

Algunos trabajadores /as que piden que sus nombres queden en reserva, no dudan en definir lo ocurrido como crónica de un incendio anunciado.

Como dice alguien que sabe de lo administrativo, el expediente es el que habla, resulta necesario conocer si al momento del traslado del IMDEL a la calle Bouchard, gestión Festa (año 2019), ¿intervino un electricista matriculado en los trabajos de adaptación que tuvo ese edificio? Entrada la nueva gestión de Mariel Fernández, ¿alguien produjo un relevamiento sobre las condiciones de habitabilidad y dispuso medidas urgentes para evitar el colapso?

Por suerte el fuego muestra su rostro en un día laboral, caso contrario es imaginable considerar que las proporciones del incendio, con mucho papel en su interior, hubiesen alcanzado otro radio.

No hubo que lamentar ninguna pérdida humana pero, tal vez, las autoridades comprendan que los parches de largo arrastre no son hechos desafortunados sino la cara de una política que ya no puede atar todo con alambre.