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El domingo pasado, desde su cuenta de Twitter, Cristina Kirchner había hecho esa equiparación. La respuesta es no. Fuente: La Izquierda Diario

«Si queremos vivir en paz, es hora de que haya pronunciamientos y, sobre todo, acciones claras en defensa de la democracia, independientemente de cuál sea la orientación política de los gobiernos que surgen de la voluntad popular”.

El tuit de Cristina Kirchner se difundió el domingo por la tarde, junto a otros referidos a las situaciones en Chile y Bolivia. Bajo una genérica “defensa de la democracia”, el mensaje de la vicepresidenta electa pone en el mismo plano la continuidad institucional de un Gobierno como el de Piñera, que es cuestionado por masivas movilizaciones populares, que la de Evo Morales que fue destituido por un golpe de Estado.

Ahora. ¿Se pueden equiparar ambas situaciones? No. De ninguna forma.

Por más que haya movilizaciones y reclamos en las calles, la “orientación política” de los gobiernos explica mucho de lo que ocurre.

En el caso de Chile se asiste -desde hace más de 20 días- a masivas movilizaciones de repudio a un régimen político que mantiene mucho de la herencia de la dictadura de Pinochet y una sociedad profundamente desigual. Sociedad que, hasta hace pocas semanas, era “el ejemplo” del neoliberalismo en América Latina. Las protestas que estallaron y exigen que se vaya Piñera fueron brutalmente reprimidas por un Gobierno que asesinó, detuvo y torturó masivamente. Al día de hoy, Piñera tiene apenas un 9 % de apoyo en la población. En este caso, la única “defensa de la democracia” sería que se vaya el Gobierno odiado por el pueblo.

Distinto es el caso de Bolivia. En ese país, las movilizaciones de derecha precedieron a un golpe de Estado, que terminó con el Gobierno de Evo Morales y dio paso, por el momento, a un régimen completamente fraudulento sostenido sobre la represión y la intervención de la policía y las Fuerzas Armadas. La elección de la “presidenta provisoria” se realizó de manera completamente fraudulenta. Este miércoles la represión volvió a caer sobre los pobladores de El Alto que se manifiestan contra el golpe.

Las movilizaciones de Bolivia fueron festejadas por Donald Trump y la Organización de Estados Americanos (OEA). Este organismo no dijo una sola palabra de las represiones brutales en Chile y el presidente norteamericano respaldó a Piñera.

Aunque en otro tuit Cristina Kirchner dice que “Lo de Bolivia se llama golpe de Estado…”, la política general del peronismo se viene sosteniendo sobre la premisa de sostener la continuidad de los gobiernos independientemente del signo político y del repudio popular que tengan.

En su edición de este martes, el diario Página/12 confirma que esa es la lógica bajo la que se plantean las cosas en el peronismo. Allí, cuando se relatan las gestiones de Alberto Fernández para lograr el exilio de Evo Morales en México, se plantea que “volvió a conversar con el chileno Sebastián Piñera, a quien desea ayudar a solucionar la situación que atraviesa. ‘Hay que ayudar a bajar la locura de que se volteen a los presidentes’, coincidieron. Fernández no descarta la posibilidad de viajar a Chile si Piñera considera que eso puede ayudar a llevar calma, aunque antes tendría que quedar claro el propósito. Todavía no lo está”.

Así, en el esquema del peronismo, toda protesta contra un gobierno puede ser considerado un ataque a “la institucionalidad”, independientemente del origen, los actores que lo protagonicen y los objetivos. Sin embargo, contrariamente a eso, resulta complemente antidemocrático votar una vez cada 4 o 5 años y luego tener que soportar hambre, pobreza y represión en nombre de la “democracia”.

Bajo ese esquema, desde diciembre de 2017 desplegó una política destinada a contener cualquier manifestación de protesta callejera por parte de la población. Con el “hay 2019”, el peronismo garantizó que Macri siguiera gobernando y ajustando abiertamente.

Los socialistas reivindicamos el derecho del pueblo trabajador a movilizarse y rebelarse contra un régimen social y político que gobierna a favor de los explotadores. Por eso hoy, con la misma fuerza con que combatimos el golpe en Bolivia, reivindicamos la enorme lucha del pueblo chileno. El único poder que reconocemos es el poder constituyente de los trabajadores y del pueblo; un poder basado en la autorganización, verdaderamente democrático.

Como dijo Nicolás del Caño en el debate presidencial ante millones que lo miraban por TV, tras reivindicar las rebeliones de Ecuador y Chile: «Nosotros somos socialistas, luchamos por un gobierno de las trabajadoras y los trabajadores, una democracia mil veces superior a esta. Hoy la crisis es gravísima, hay que plantear una medida para que el pueblo decida sobre todo. Por eso proponemos una asamblea constituyente, libre y soberana, para que sea el pueblo el que decida como salimos de esta crisis y sobre cada uno de los aspectos fundamentales del país”.

Esa misma pelea estamos dando en cada una de las crisis que atraviesa nuestra región. Desde Ecuador y Chile hasta Bolivia.