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ENTENDER PARA ACTUAR EN UN CONFLICTO DE LARGO ALCANCE –

Está revelado no la punta sino el iceberg: la jerarquía cruje. Aquello que estaba sin mayor visibilidad ahora toma cuerpo y forma. No es una opinión, se funda en la desorientación de los superiores porque directoras /es, como no había ocurrido hasta el momento, se autoconvocaron y construyen un NO infranqueable y suspenden TODO, algo que ninguna autoridad por encima de ese rango está en condiciones de desafiar, más aún, esa estructura percibe que algo está por caer.

Las muertes ocurridas en la Escuela N° 49 destrozan por completo (hasta el momento), el modus operandi de «sostener las clases aún en condiciones de sumo riesgo para alumnos /as, trabajadores /as, docentes y auxiliares”. Es profuso el material que se puede obtener respecto a la acción institucional de imponer, por las vías jerárquicas, el dictado “anormal de clases” por la prédica estadística de “garantizar” los 180 días anuales. Son las directoras y directores los que, en off o en on, aún después de las pérdidas fatales de Sandra Calamano y Rubén Rodríguez, quienes señalan que “los inspectores ejercen una amenaza directa, aplicación de sumario”, para todos aquellos que quieren suspender las actividades escolares cuando no se demuestran las amenazas vigentes. Esa especulación ya es una tremenda realidad que moviliza a miles de personas a frenar la violencia institucionalizada durante décadas. Salvo que alguien intente demostrar lo contrario, sin la orden de los inspectores o el aval de los mismos, un directivo no puede vulnerar las disposiciones, protocolos o reglamentaciones vigentes. Por supuesto que ante el derrumbe pergeñado de la educación, con edificios semi destruidos, emerge la convicción de cientos y miles de trabajadores de mantener el rumbo que ellos no deciden por el sumo valor que tienen por la educación pública, por sus comunidades, por la dignidad de afrontar algo más que obstáculos materiales.

Ayer por la mañana, cuando la multitud marchó hacia la Secretaría de Asuntos Docentes que funciona en el Manuel Belgrano, el inspector con más antigüedad en el distrito, convertido en Jefe Distrital, recibió la documentación y las actas firmadas por directores /as. Vale la pena escuchar cada palabra del señor Juan Cechi para registrar como se intentar licuar una cadena de mando que existe como el engranaje más aceitado para hacer cumplir las directivas políticas que emanan del poder central, en este caso, la Dirección General de Cultura y Educación. No es una observación personal sino un modo de entender qué hace el propio sistema cuando el o los límites se rompen.

A modo de respuesta, Juan Cechi dijo, en primer instancia: “Recibo esto con muchísimo dolor. Me toca por ser el Inspector titular más antiguo del distrito, y no es la primera vez que me pasa en mi carrera, recuerdo el derrumbe del puente en el Dique Ameghino donde murieron 17 chicos y la directora, pero nunca pensé que íbamos a pasar por este dolor. Quiero aclarar un par de cosas, la mayoría de los inspectores emitimos un comunicado. Como si fuera una fórmula matemática lo simplifico, y es el apoyo total a la decisión que cada uno de los directores tome con respecto a la apertura o no de las escuelas”.

La frase subrayada en negro expresa que “los inspectores aceptan la decisión de los subordinados” luego de las muertes de Sandra y Rubén. Más aún, avalan cualquier postura y parecen estar convencidos de sumarse a la “protesta”.

Luego, el Inspector Cechi, informa a la multitud que el señor inspector Jefe está en la Escuela N° 49: “Está viendo como sigue la vida educativa de la comunidad. La escuela tiene fallas estructurales y no se sabe si podrá ser reabierta. Hay que entender a la comunidad y está a disposición de cualquier docente, de cualquier directivo, la iglesia que está frente al establecimiento, para atenderlos y responder cualquier reclamo”.

Acto seguido, deja una sentencia que eleva el trabajo docente pero al mismo tiempo deslinda las competencias directas que el cuerpo de inspectores tiene como agentes jerárquicos: “Repito, la solidaridad, el respeto y la admiración que el cuerpo de inspectores tiene por los directivos, los auxiliares, los docentes, sin ellos hace rato las escuelas estarían cerradas”.

Son las palabras de Cechi las que esbozan un “cambio” que, de ser real y efectivo, llevaría a todos los inspectores a desconocer las órdenes de sus jefes, directos e indirectos, porque, como lo expresa su palabra, “las escuelas deben cerrarse ya que los directivos y docentes tomaron la determinación que parar con el desguace, la violencia y las muertes”.

Por ser el inspector con más antigüedad, advierte a sus colegas inspectores: Acompaño, y cada inspector que no lo haga con el directivo tendrá que hacerse responsable. Desde la Oficina de la calle Camilli los inspectores nos asomamos y lo único que vemos es la vía (del ferrocarril), y si no podemos confiar en la palabra del directivo, con su sello y su firma, que se hace cargo de lo que dice, el sistema no funciona. Yo les ratifico el apoyo a la labor y a la responsabilidad con los chicos más pobres de la Provincia de Buenos Aires, que son los de Moreno”.

AUDIO 1 CECHI