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DURÍSIMA CARTA DE LA CONCEJAL AGOSTINELLI –

Resulta una misión imposible comprender que ciertos hábitos y costumbres pueden presentarse como fruto de la institucionalidad y serio respeto a las normas instituidas. La banca ya no es como antes porque el criterio testimonial o puente del que llega para que otro /a transite los pasillos, comisiones y las sesiones, está avalado y permitido. Sin embargo siempre llegan las excepciones que harán (de concretarse el trámite) incorporar un nuevo o permanente condimento del Poder Legislativo. Leonardo Cóppola presentó una renovación de su licencia en el cargo pero tal solicitud ni siquiera fue tratada en comisión. Por fecha, en cuatro días el hombre de CAMBIEMOS deberá regresar a su banca.

JURA DE AGOSTINELLI COMO CONCEJAL /ABRIL DE 2018

Antes que eso ocurra, Gisele Agostinelli, la concejal que lo reemplazó en el puesto, emite un dura, lapidaria y contundente carta donde no deja ningún lugar a dudas que “el machismo legislativo la quiere adoctrinar y dejar un mensaje claro para todas las mujeres que no comprenden de qué trata la política”.

Agostinelli no lanza una queja sino una acción política que tendrá eco en varios sectores políticos y sociales:

“Hace un año atrás corría con los nervios de asumir tamaña responsabilidad que hoy desempeño. Hace un año atrás ni yo imaginé la fuerza que iba a tomar mi voz. Hace un año atrás juraba por mi viejo, que es la representación plena de mis valores, y por supuesto por cada uno de los morenenses. Hace un año atrás Leonardo Cóppola solicitó licencia a su banca de concejal por motivos personales. Hoy vuelve a pedir la renovación de su licencia. Si bien la nota fue presentada hace 33 días y vence dentro de cuatro, el Concejo Deliberante aún no la trató. Sin sustento técnico hablan de una licencia «controversial», a pesar de que hoy el HCD tiene otorgadas cinco (5) licencias a los diferentes espacios políticos, todas sin una fecha definida de duración. Hoy un año después y a punto de ser expulsada por el sistema, que lo defino como machista y patriarcal, puedo asegurar que mis principios y «mi valor» siguen intactos y más fuertes que nunca. Durante este año he recibido amenazas, aprietes, insultos y degradaciones hacia mi persona pero nunca dudé. Estos últimos 33 días han operado estrategias entre diferentes espacios políticos, me han contado los días, me han dicho que no van a aceptar mi continuidad. Los motivos me las dejaron bien claros, no me hice querer, me porté mal, no hice lo que ellos querían, fui detrás de los intereses de algunos, no aprendí a callarme la boca. Y como no hice lo que ese sistema exigía ahora me quieren educar «en silencio sentadita o afuera». Si bien muchos me recomendaron que me callara, que no hablara del tema o que me sentara hablar con tal o cual persona, no creo que silenciar las voces, guardar información o tener temor sea la manera de construir en democracia una sociedad diferente. No tengo causa, nunca falté el respeto a nadie, solo defendí lo que creo correcto; debatí cuando creí que algo estaba mal, a pesar que fuera en contra de mis propios intereses políticos partidarios. Aprendí a estar en relación directa con el beneficio para la sociedad cuando el reclamo es el común denominador. Aprendí a ser transversal cuando la propuesta es superadora o la lucha es genuina. Aprendí a superar las diferencias ideológicas y buscar un punto en común para mejorarnos, sacar a la luz los intereses colectivos por encima de los propios pero no aprendí lo que «ellos» querían que aprendiera, no entré en ese sistema que «ellos» querían o pretendían. No fui orgánica a aquellos que proponen el silencio en lugar del debate. Pero saben qué, yo sé porqué quieren que me vaya, el machismo es el miedo de los hombres a las mujeres sin miedo. Les molesta, les incomoda que una mujer sea combativa, vote en contra de sus intereses, que se pare firme y fuerte. Hagan lo que hagan no me van a callar, podrán sacarme de la banca pero no van a silenciar mi voz; podrán desacreditar mi persona o podrán inventar mil historias, pero las mujeres nunca abandonamos la lucha.

Y déjenme decirles algo, si me tengo que ir porque el sistema me expulsó, porque «ellos» no me pudieron educar, déjenme decirles que me voy feliz porque mis valores siguen intactos, sigo siendo la misma Gisele Agostinelli que juró hace un año atrás.